Destrozan la casa del Ratoncito Pérez en Fraga

El acto de vandalismo ha provocado una ola de indignación entre los vecinos. El Ayuntamiento colaborará para reponer la puerta cuanto antes.

La casa del Ratoncito Pérez de Fraga, destrozada.
La casa del Ratoncito Pérez de Fraga, destrozada.
Ayuntamiento de Fraga

"El Ratoncito Pérez está triste y nosotros también". Con este mensaje ha comunicado el Ayuntamiento de Fraga que algún vándalo destrozó el pasado fin de semana la casa de este mágico personaje que se instaló en la ciudad en plena pandemia como regalo para los más pequeños por su buen comportamiento. El acto de gamberrismo ha provocado una ola de indignación entre los vecinos. 

Según han informado fuentes municipales, la puerta de madera estaba colocada desde el mes de enero de 2021 en la plaza de las Cruces, en pleno Casco Histórico de Fraga, y era un lugar de peregrinaje de niños y niñas que le dejaban mensajes. Pero el fin de semana, alguien la arrancó y la rompió por completo. No obstante, el Ayuntamiento va a colaborar para poder reponer la casa cuanto antes y en el mismo emplazamiento. Además, han aprovechado este hecho para animar a los vecinos a denunciar cualquier acto vandálico que detecten a través del teléfono de la Policía Local (974 47 00 54).

Cuando se instaló en Fraga, el Ratoncito Pérez estuvo conversando con algunos de los niños del Consejo de la Infancia y Adolescencia y les contó algunos detalles de su nuevo domicilio. En aquel vídeo les agradecía que se estuvieran portando "súper bien" durante toda la pandemia, les pedía que cuidaran "muchísimo" de su puerta, les animaba a dejarle mensajes con sus deseos y les explicaba sus secretos para ir a las casas de los niños y niñas a recoger los dientes de leche sin ser visto y para desplazarse de un lugar a otro del mundo tan rápidamente.

No es la única morada que tiene esta criatura mágica en Huesca ya que también tiene una casa en la montaña, concretamente en Cerler, donde en 2018 apareció también una puerta a los pies de una pared de piedra en el casco antiguo con un felpudo que advertía que los gatos no eran bienvenidos.

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