Heraldo del Campo

Ganadería Extensiva

Ganaderos sin relevo en la montaña vaciada

La comarca del Sobrarbe alerta de la desaparición de 50 explotaciones extensivas desde 2015, por una normativa que aleja a los más jóvenes de las actividades agrarias.

José Ramón Olivar, presidente de la Cooperativa de Sobrarbe, en su explotación de Boltaña.
José Ramón Olivar, presidente de la Cooperativa de Sobrarbe, en su explotación de Boltaña.
Javier Navarro

José Ramón Olivar es la excepción que confirma la regla. El hijo de este ganadero y presidente de la Cooperativa Agropecuaria del Sobrarbe se ha incorporado al negocio familiar en Boltaña, dándole una garantía de continuidad, pero no es lo habitual. Actualmente existen en la comarca 400 explotaciones, 50 menos que en 2015, sobre todo de ovino, según los datos dados a conocer por la propia Oficina Comarcal Agroambiental (OCA) en un debate celebrado en la Ferieta de Aínsa, donde se puso de manifiesto la preocupación existente en la comarca por la situación de la ganadería extensiva ante la "notoria falta de relevo generacional".

Olivar intervino en ese foro, junto a otros productores cárnicos de la zona y al portavoz de la OCA. "El Pirineo se está despoblando de ganaderos, y muy deprisa. La pérdida de 10 explotaciones por año, solo en una comarca, es un dato impresionante", dice, y alerta de que en otras zonas, sobre todo en los valles turísticos, el problema aún es mayor porque hay un nicho de empleo alternativo. La agricultura y la ganadería familiar, "que es la que mantiene el territorio", está claramente amenazada, añade.

Pero si la ganadería extensiva está en crisis, la de montaña aún más. Las explotaciones tienen limitado su tamaño y por lo tanto reducida su rentabilidad. En las zonas más altas ni siquiera pueden soslayar una legislación que obliga a mantener unas distancias mínimas entre las cuadras y los cascos urbanos.

El hijo de Olivar tuvo que superar la farragosa burocracia y buscar tierras para poder cobrar la PAC, aún disponiendo de fincas propias, pues estas no entraban en los criterios de zonas pastables. En el Pirineo los animales pasaban las hibernadas en zonas boscosas, más protegidas, que no sirven para recibir las ayudas europeas, recuerda.

"El Pirineo se está despoblando de ganaderos, y muy deprisa. La pérdida de 10 explotaciones por año, solo en una comarca, es un dato impresionante"

Ingresos complementarios

Además, añadió al negocio una hectárea de manzana de montaña ecológica, para diversificar. Con la marca Ingrávida produce zumo de manzana ecológica. "Los jóvenes aquí tienen que optar por complementar el ingreso principal", explica Olivar.

Trabajos de temporada y negocios de turismo rural proporcionan esos ingresos extra para llegar a fin de mes, pero esto les cierra la puerta a las subvenciones como profesionales con una sola actividad. "A los que se incorporan les exigen dedicación exclusiva y a los que adquirieron derechos de PAC en el 2000, aunque hoy no tengan actividad, les siguen pagando. Es una gran paradoja", lamenta el presidente de la cooperativa.

En el debate sobre la falta de relevo generacional en la ganadería extensiva y los daños colaterales del abandono de zonas rurales, se habló de iniciativas de jóvenes que querían comenzar con 35 o 40 cabezas de vacuno, pero desistieron porque esas cantidades no se ajustan a los mínimos requeridos en Aragón para percibir ayudas. También se puso de manifiesto la escasa flexibilidad de la normativa, que lejos de ayudar añade dificultades a quienes parten de cero.

Otra de las conclusiones apuntó a la PAC como principal escollo, porque sus criterios no tienen en cuenta las peculiaridades de la orografía montañosa y obligan incluso a declarar más pastos de los necesarios para recibir ayudas, alentando la especulación, incluso con la búsqueda de superficies en otros municipios.

Problemas todos ellos que, según se puso de manifiesto, amenazan el trabajo realizado en la comarca de Sobrarbe para recuperar razas autóctonas, poner en marcha proyectos de cooperación, mantener los lazos con el turismo o favorecer el consumo de calidad y kilómetro cero. También temen las consecuencias ambientales de la merma de la cabaña ganadera sobre el paisaje y el turismo. "Si no hay ganado, esto se convertirá en un desierto verde", advierte Olivar.

Cuando empezó como presidente de la cooperativa hace 8 años, el cómputo total de la facturación era del 80% con los socios y el resto, con terceros que compraban la producción. Hoy el primer porcentaje ha caído al 18%. "Las empresas crecen pero nuestros socios no, porque no lo permite el territorio", concluye.

El Gobierno de Aragón anunció en diciembre ayudas para modernizar el sector por 35 millones de euros, de los que 17 millones se destinaría a la incorporación de jóvenes. Pero este dinero, según Olivar, exige cumplir unos parámetros, "un mínimo de 70 vacas o 400 ovejas, que en la montaña no es factible". "Nos dicen que es lo que manda Bruselas, o Madrid, pero entonces, ¿quién defiende los intereses de los agricultores y ganaderos de aquí?", se pregunta.

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