Una mampara de vidrio protege el cuadro 'La Campana de Huesca'

El Ayuntamiento ha reforzado las medidas de conservación y salvaguarda de esta pintura situada en el Salón del Justicia, obra de Casado del Alisal y cedida en depósito temporal por el Museo Nacional del Prado.

Pantalla de vidrio colocada delante del cuadro 'La Campana de Huesca', en el Salón del Justicia.
Pantalla de vidrio colocada delante del cuadro 'La Campana de Huesca', en el Salón del Justicia.
DGA

El Ayuntamiento de la capital oscense ha reforzado las medidas de conservación y salvaguarda del cuadro de 'La Campana de Huesca', colocado en el Salón del Justicia del palacio consistorial. Delante de la pintura se ha colocado una barrera laminar de vidrio con el fin de garantizar su custodia durante las diferentes recepciones y visitas que tienen lugar en esta sala. En esta medida de protección del cuadro, depósito temporal del Museo Nacional del Prado, se han invertido cerca de 2.300 euros.

Este cuadro de Casado del Alisal data del S.XIX (1880) y recoge la leyenda de la Campana de Huesca. En ella se cuenta que los nobles aragoneses desobedecían a su rey, Ramiro II el Monje (rey de Aragón entre 1134 y 1137), teniendo el reino sumido en el desorden. El monarca decidió entonces pedir consejo al que había sido su maestro en el monasterio francés de San Ponce de Tomeras. Este condujo al mensajero del rey al huerto del monasterio y, por toda respuesta, cortó las coles que más sobresalían diciéndole que contara a su rey cuanto había visto.

Ramiro comprendió que el huerto simbolizaba su reino y que las coles eran sus nobles más poderosos. Decidido ya a terminar con la nobleza díscola, el rey convocó Cortes en Huesca con el pretexto de hacer una campana tan grande que se oyera en todo el reino. Cuando los principales nobles llegaron al palacio, los hombres de Ramiro los detenían y decapitaban de inmediato. Tras este castigo, Ramiro II consiguió devolver la paz a su reino.

El lienzo, de 356 x 474 cm, constituye en su integridad una lección absoluta del arte de pintar, en la que Casado quiso dejar bien patente la superioridad de su maestría en este género, ofreciendo realmente en este lienzo, a pesar de su tema, una de las páginas plásticamente más ricas de toda la pintura española de historia del siglo XIX, según se refleja en el libro de  J. L. Díez 'El Siglo XIX en el Prado, Museo Nacional del Prado'. 

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