Quejas por los macrobotellones los fines de semana en la urbanización de Formigal

El Ayuntamiento de Sallent de Gállego pide un refuerzo de la vigilancia policial mientras vecinos y comerciales denuncian vandalismo, ruido y suciedad por la concentración de cientos de jóvenes a las puertas de los locales de ocio. 

Los botellones dejan paso a la suciedad en la urbanización de Formigal.
Los botellones dejan paso a la suciedad en la urbanización de Formigal.
Heraldo

Vecinos y comerciantes de la urbanización de Formigal, así como el Ayuntamiento de Sallent de Gállego, municipio del que depende, han mostrado su preocupación por las molestias causadas por la concentración de cientos de jóvenes a las puertas de los locales de ocio los fines de semana consumiendo alcohol en la calle, lo que genera suciedad, ruido y vandalismo en la zona residencial situada junto a la estación de esquí. "Ocurre los viernes y sábados durante dos meses en temporada", declara el alcalde, Jesús Gericó, que pide  conjugar el negocio que supone la concentración de 15.000 esquiadores en un día en la estación con "los recursos necesarios para mitigar las molestias".      

El Ayuntamiento de Sallent de Gállego solicita más vigilancia policial en la urbanización cercana a la estación de esquí. Ya en noviembre, un mes antes de empezar la temporada, pidió a la Subdelegación del Gobierno en Huesca un refuerzo de los efectivos de la Guardia Civil. Gericó alaba el trabajo de estos, pero asegura que los fines de semana hay muy pocos para atender a toda la comarca. Además, Sallent no tiene un cuerpo de Policía Local, solo dispone de dos agentes.

Los problemas se concentran las noches de los viernes y los sábados, una vez que finaliza la programación de apres-ski en la estación. Cuando a las 21.00 cierra Marchica, donde las entradas se agotan rápidamente y es necesario el forfait para entrar, el ocio se traslada a la urbanización. Esta situación se arrastra desde hace varios años, especialmente en las semanas de enero y febrero de vacaciones universitarias, tras los exámenes del primer cuatrimestre. 

La situación ha provocado quejas entre comerciantes y residentes de Formigal, que coinciden en criticar los "macrobotellones", con 400 o 500 personas en la plaza del reloj, en el centro comercial de la urbanización, que generan ruido, suciedad e incluso acciones incívicas, como coches circulando a toda velocidad o rotura del mobiliario urbano. "Es una situación estresante", aseguran algunos residentes. El tema se ha tratado en diversas ocasiones en la Entidad de Conservación Urbanística, encargada del mantenimiento de los servicios comunes de la urbanización cercana a las pistas.

Los residentes y comerciantes también se quejan de la basura acumulada en las laderas junto al río.
Los residentes y comerciantes también se quejan de la basura acumulada en las laderas junto al río.
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Las comunidades de vecinos de la zona residencial cercana a las pistas, donde hay más de 1.300 viviendas, celebraron recientemente una reunión con el Ayuntamiento para tratar el problema, "cada día es más preocupante". A la misma asistió Jesús Pellejero, presidente de la Asociación de Empresarios Turísticos del Valle de Tena, propietario de dos hoteles en Formigal. "A la concentración de universitarios se sumó que por las limitaciones de aforo y el cierre anticipado de la hostelería, la gente se concentraba en la calle", explica Pellejero, y el hecho de que algunos hoteles han cambiado su modelo tradicional de negocio para incluir establecimientos après-ski, con terrazas. La solución, añade, pasa por reforzar la vigilancia, porque no hay suficientes agentes de Policía Local y Guardia Civil "y no se permite la seguridad privada en espacios públicos". Insta también a "poner orden en el control de los apartamentos turísticos".

Algunos comerciantes aseguran que incluso está repercutiendo en la facturación de sus negocios. Eduardo Guillén, propietario de dos tiendas, con una empresa que sus padres abrieron hace 50 años y él regenta hace 25, plantea una reflexión sobre el tipo de turismo que se quiere y el nuevo modelo de après-ski. "Lo de tomar algo en un bar, visitar las tiendas, pasear por la tarde... está muerto", dice, mientras va ganando terreno la moda de "la discoteca Marchica o las terrazas con dj abiertas por algunos hoteles". Reconoce que esto atrae cada vez a más público, y de hecho se está viviendo una gran temporada, después de tener un año las estaciones del valle de Tena cerradas por la pandemia, pero teme la afección en la imagen de la zona de cara al futuro.

"Estas últimas semanas es catastrófico. Amanece todo lleno de basura. En las entradas de las tiendas tenemos que recoger vasos y cristales por el suelo, limpiar algún vómito, quitar el olor de los orines.... La facturación de los sábados se me ha ido por los suelos. Hay familias que vienen a pasar unos días y cuando acaban la jornada de esquí se encuentran en el hotel con una megafiesta como las de la Universidad", lamenta Eduardo Guillén.

Daños en el mobiliario urbano descubiertos este domingo por la mañana.
Daños en el mobiliario urbano descubiertos este domingo por la mañana.
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Un problema añadido es el apartamento turístico. "Hay muchos propietarios que destinan sus viviendas a uso turístico e incluso hay gente que se va por la situación y el piso o lo venden o lo alquilan", asegura este empresario. Hace unos años, propietarios de apartamentos ya denunciaron actos vandálicos en los edificios en los días de mayor afluencia de jóvenes por la celebración de un festival.

Manuela Santolalla, residente y propietaria de una tienda, también lamenta los destrozos y el ruido. "Es alucinante ver cómo está el porche de la tienda la mañana de los domingos. Recogemos de todo. Pero yo además vivo en el centro de la urbanización y las noches de viernes y sábado es imposible dormir", cuenta. "Imagino que pasa como en muchas ciudades, pero ahora lo tenemos aquí. Tampoco es nuevo, porque antes de la pandemia ya empezaba. Hace cuatro años ya me rompieron el escaparate", añade. Un problema añadido es la falta de efectivos policiales para afrontar estas aglomeraciones. Santolalla no sabe cómo se puede resolver, pero no quiere que se convierta en un modelo turístico como el de Magaluf, que acabe ahuyentando al resto de potenciales clientes de la estación.

Según el alcalde, la semana pasada se reforzó la vigilancia, aunque la Guardia Civil dice que el dispositivo respondía a la planificación ya establecida a principio de la temporada de esquí teniendo en cuenta la concentración de miles de personas. Por su parte, la subdelegación del Gobierno asegura que desde el inicio de la campaña invernal, "se ha trabajado en coordinar y reforzar junto a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad la vigilancia en la zona de Formigal, principalmente en aquellos momentos en los que ha habido una previsión de mayor afluencia de personas a los espacios de ocio".

"Hemos hablando con el teniente coronel y la subdelegación, para que los agentes que vigilan en la zona de Sextas (en la estación), de 16.30 a 21.00, mientras está abierta la discoteca Marchica, sigan el servicio en la urbanización. Que ese refuerzo se aguante", dice el alcalde de Sallent de Gállego, lo mismo que los controles de alcoholemia establecidos en Escarrilla, en la carretera de acceso al centro invernal.

La estación de esquí asegura que las semanas universitarias ya han acabado. Fuentes de Aramón justifican que "hay que tener en cuenta que en épocas punta, la urbanización se queda pequeña en servicios, entre otros de Policía Local, cuya plantilla no está cubierta".

El Ayuntamiento está valorando la posibilidad de contratar vigilancia privada, pero "el criterio lo debe marcar la autoridad competente", pues está restringida a espacios privados. El alcalde, Jesús Gericó, pide el mismo trato que "cuando hay un partido del Huesca y se refuerza la presencia policial en El Alcoraz". También pone como ejemplo a Jaca, donde los fines de semana, ante la afluencia de visitantes, se establece un operativo de refuerzo. 

Gericó aboga por un modelo de convivencia satisfactorio para todas las partes, que conjugue la actividad económica, "muy importante", de la estación de esquí, que vive una gran temporada; y el respeto a la tranquilidad de los residentes y los negocios de la urbanización. "Sufrimos los problemas propios de un municipio que pasa de 1.000 a 12.000 habitantes en invierno", dice el alcalde, quien reclama los recursos necesarios para afrontar este aumento de población.

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