El plan de rescate llega a 17 refugios de montaña de Huesca: "Han sido dos años muy complicados"

La Diputación abona las ayudas por el impacto de la covid en 2020, año en el que perdieron más de 50.000 pernoctaciones. Este verano ha supuesto un balón de oxígeno para estos alojamientos, que siguen manteniendo el 75% de aforo.

En la imagen, el refugio de Cap de Llauset, en Montanuy.
En la imagen, el refugio de Cap de Llauset, en Montanuy.
Refugio de Cap de Llauset

Los 17 refugios de montaña de la provincia de Huesca están empezando a cobrar estos días las ayudas del plan de rescate diseñado por la Diputación de Huesca. Además de las subvenciones a empresarios y autónomos vinculados a las estaciones de esquí, la institución lanzó también una convocatoria para estos alojamientos por los perjuicios sufridos en 2020 a causa de las restricciones por la pandemia.

El plan se dotó inicialmente con 150.000 euros y contemplaba una cantidad fija de 3.000 euros para cada uno y otra variable, en función de la reducción de pernoctaciones, con una asignación de 2 euros por cada cliente perdido respecto al ejercicio anterior. Finalmente, las ayudas han ascendido a 154.228 euros, oscilando entre los 5.122 euros de la subvención más baja y los 13.826 de la más alta, correspondiente al refugio con mayor ocupación.

En total, los alojamientos de montaña de la provincia han acreditado una merma de 51.614 pernoctas entre 2019 y 2020. Uno de ellos, Góriz, el que tradicionalmente registra más usuarios, pasó de 13.403 pernoctaciones el año anterior a la covid a 4.966 en el pasado ejercicio, una diferencia de 8.437. 

La lista incluye a los refugios de Valle de Bujaruelo, Bujaruelo, Linza, Viadós, Gabardito, Góriz, Bachimaña, la Renclusa, Ángel Orús, Casa de Piedra, Lizara, Pineta, Cap de Llauset, Montfalcó, Respomuso, Estós y Riglos, algunos dependientes de la FAM y otros de titularidad privada o propiedad de instituciones públicas.

"Es la primera ayuda importante que recibimos", señala Chema Grau, guarda del Ángel Orús, en el valle de Benasque. En su caso la merma fue de 3.792. "Hemos aguantado abiertos para dar servicio, pero hubo temporadas de máxima restricción en las que solo podía llegar la gente del valle". Esto ocasionó graves pérdidas, a las que se añadió el problema de la reducción de aforo, al 50% de las plazas, cuando se recuperó la movilidad. En su caso, pasó de 7.312 pernoctas en 2019 a 3.700 en 2020.

Los refugios han agradecido, a través de un mensaje conjunto en sus redes sociales, las ayudas de la Diputación y el respaldo de la Federación Aragonesa de Montañismo, "tras dos años de pandemia muy complicados" por las limitaciones en el interior y las restricciones de movilidad y los confinamientos, que impedían la llegada de clientes. Pese a ello y a que la FAM, de modo excepcional, les dio la posibilidad de cerrar en invierno por la caída de reservas para ahorrar gastos, muchos guardas siguieron al pie del cañón, una labor que consideran de "servicio público".

Actualmente la normativa mantiene una limitación de 75 % del aforo (por sus características de alojamientos con dormitorios colectivos), salvo que se trate de grupos de convivientes, pero esperan recuperar pronto el cien por cien. "Si hubiéramos tenido todas las plazas disponibles, las habríamos llenado este verano, porque la gente sigue teniendo muchas ganas de salir al monte", reconoce Chema Grau.

De hecho, entre enero y septiembre de 2021 las pernoctas en la red de albergues de la FAM (la mayoría en la provincia de Huesca) aumentaron un 20% respecto al mismo periodo de 2020, pasando de 41.748 a 49.383. Eso sí, muy lejos de las 90.812 del 2019, año de récord. Solo en los pasados meses de julio, agosto y septiembre hubo 37.198 (28.697 en 2020).

"Se ha notado mayor ocupación que el año pasado, pero seguimos por debajo de un año normal", señala Sergio Rivas, responsable de refugios de la FAM. Aunque estaban abiertos, hasta junio apenas hubo clientes. El incremento se debe en parte, según su opinión, a la mayor confianza de los montañeros en estos alojamientos, ya que en 2020, tras los confinamientos más duros, se evitaba compartir habitación. Este verano ha supuesto un respiro y además, prolongado. "Estamos satisfechos de haber podido trabajar bien incluso en octubre, gracias al buen tiempo", añade.

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