Las tiendas rurales se adaptan con reparto a domicilio y pedidos vía whatsapp

En 7 años se han perdido un 8% de comercios minoristas, que más que nunca ejercen como servicio público en los pueblos.

La tienda de Huerto / 27-03-2020 / Foto Rafael Gobantes [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
Lola Alquézar, pertrechada con una máscara en su tienda de Huerto junto a una clienta.
Rafael Gobantes

La crisis sanitaria del coronavirus está revelando como imprescindibles actividades a las que se les había dado la espalda. Un ejemplo son las tiendas rurales. Pocas han logrado sobrevivir en un mercado donde no pueden competir en precios y con una clientela potencial de unas decenas de personas. Pero las que lo han hecho se han convertido estos días en servicios públicos esenciales que han sabido adaptarse a las condiciones de confinamiento de sus vecinos. Recogen los pedidos por teléfono o vía whatsapp y reparten la compra a domicilio. Incluso en algunos casos el cobro se aplaza para evitar tocar el dinero.

Javier Zorrilla, Antonio Ferraz o Lola Alquézar también son héroes en esta emergencia, no con bata sino con delantal, porque tener una puerta abierta en las actuales circunstancias conlleva un riesgo añadido para estos tenderos que regentan pequeños negocios de alimentación en Albalatillo, Arén y Huerto, con 176, 313 y 206 habitantes, respectivamente.

"La gente no siempre aprecia el valor de tener una tienda cerca. Se usan como tiendas del olvido, para cuando se necesita un producto concreto, y por eso les resulta difícil subsistir. Pero ahora nos hemos dado cuenta de la importancia de contar con un lugar de abastecimiento", manifiesta Paula Lacasa, de la Cámara de Comercio e Industria de Huesca.

La tienda de Albalatillo / 26-3-20/ Foto Rafael Gobantes [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
Javier Zorrilla, en el multiservicio que regenta en Albalatillo.
Rafael Gobantes

Cuando pase la emergencia, quiere hacer un estudio sobre la repercusión de la crisis en los centros multiservicio rurales, abiertos con apoyo de la Cámara y de los ayuntamiento allí donde la iniciativa privada no llega. "Este es un proyecto que crece año a año. Ahora tenemos 20 y para el 2020 se habían hecho consultas sobre la posibilidad de abrir tres más", afirma Lacasa. Los tenderos rurales, recuerda, "están dando la cara". Llevan guantes y mascarillas y solo dejar entrar a los clientes escalonadamente, pero "no deja de ser un riesgo mantener abierto el establecimiento".

La coyuntura económica y las nuevas formas de consumo no les han sido favorables. No hay cifras de cierre de comercios en las zonas rurales, pero sí se sabe que entre los años 2010 y 2017 el comercio minorista en Aragón perdió un 8% de establecimientos, según el Plan Director del sector elaborado por las Cámaras de Aragón.

Lola Alquézar, que abrió en 2013 una tienda en Huerto, reconoce que "los vecinos agradecen que abramos estos días, sobre todo los mayores, que tienen más difícil desplazarse". "Hay familias que antes no venían y ahora sí, y los clientes de siempre también me compran más", explica parapetada en la máscara conseguida en una tienda de productos de jardinería y agricultura.

En el local, de 40 metros, entran de uno en uno y ella lo sirve todo para evitar que toquen los productos. "Hacen muchos pedidos para llevar a casa y cuando cierro los reparto. Pero aquí la gente compra lo necesario. Les he asegurado que no les faltará mercancía". Lola pide poner el foco de atención también en el comercio rural, porque estos días en la televisión solo oye hablar y ve imágenes de los supermercados.

El coronavirus ha obligado a cambiar la forma de comprar y ellos se han adaptado, de manera que el reparto a domicilio se ha generalizado también en los pueblos. Javier Zorrilla, de Albalatillo, atiende muchos pedidos vía whatsapp. Él los acerca a las casas al cerrar la tienda. Cree que ha duplicado ventas. Por contra, perderá la campaña de Semana Santa, la mejor para hacer caja porque el pueblo se llena.

"Puse un cartel para llevar la compra, pensando sobre todo en la gente mayor. También me ocupo de encargarles carne. Voy a Sariñena o me la traen. Para mañana tengo 11 pedidos y los miércoles cojo fruta y verdura en Mercazaragoza", comenta este comerciante, que en junio celebrará los dos años de su negocio multiservicios, conocido como ‘La tienda del jotero’ por su vinculación al mundo de la jota.

Muchos ayuntamientos han recomendado a sus mayores no salir, y para ello necesitan la complicidad del comercio local. En el establecimiento de Antonio Ferraz y María José Cemelí, de Arén, la actividad no cesa cuando se baja la persiana, es el momento de preparar los pedidos. Sobre todo martes, jueves y viernes, los días del pan. "Más de un 90% del pueblo acude ahora a la tienda, a la nuestra y a otra que hay, incluso de localidades catalanas cercanas. El teléfono estos días no para", cuenta Antonio, quien cree que pasada la crisis volverán a ser tiendas del olvido.

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