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¿Por qué hay aldabas con forma de pene en algunas casas del Pirineo y el prepirineo?

Responden a una superstición y están relacionados con la búsqueda de la fertilidad y la descendencia.

Un llamador pirenaico, recogido en una publicación del Ministerio de Cultura.
Un llamador pirenaico, recogido en una publicación del Ministerio de Cultura.
Ministerio de Cultura y Deporte

Seguro que a más de uno, especialmente si la etiqueta de urbanita no le sienta como una patada, le sorprenden algunos elementos constructivos de las poblaciones más septentrionales de Aragón. Porque la arquitectura pirenaica tradicional es muy distinta a la de otras zonas más pobladas: hace uso a discreción de materiales como la piedra y la pizarra, acostumbra a presentar muros gruesos y suele abrirse al exterior a través de puertas de madera dos hojas y ventanas de un tamaño más bien modesto. Rasgos que lograban aislar las viviendas del frío exterior.

Algunos detalles de las casas se repiten con fruición y son bien conocidos. Es el caso de las chimeneas troncocónicas que, según dicta la tradición, evitarían que las brujas se cuelen en el hogar para hacer de las suyas. O la disposición de los espacios, con las habitaciones en los pisos altos y las zonas que otrora fuesen para los animales en la planta baja.

Otras particularidades no son tan comunes. En esta categoría entrarían algunas de las aldabas o trucadores que jalonan no pocos portones en el Pirineo y el Prepirineo -también, con menos frecuencia, en otros puntos del territorio- y cuya morfología es claramente fálica. O, dicho de modo menos fino: llamadores con forma pene con los que golpear las puertas para anunciar una llegada.

Y… ¿de dónde salen? ¿Cuál es su razón de ser? La explicación es sencilla e, igual que en el caso de las chimeneas, tiene una buena base de superstición. Según aclara una publicación del Ministerio de Cultura y Deporte, son piezas relacionadas con el anhelo de una fertilidad sin fisuras: “Se trata del tipo de llamador o tirador más común en el Pirineo y Prepirineo (por ejemplo, son muy numerosos en la zona de Cinco Villas). A diferencia de los llamadores que adoptan forma de animal, cuya función es protectora, estos están relacionados con la fecundidad”.

En algunas piezas, el simbolismo es aún más acentuado de cara a asegurarse la descendencia, “pues a la representación de los genitales masculinos se suma una la figura de una concha, que tradicionalmente ha representado a los genitales femeninos”, concluye el estudio ministerial. 

Este tipo de llamadores, aunque sin concha, se encuentran también con frecuencia en las puertas de las iglesias. La bibliografía recoge este dato para la comarca de las Cinco Villas. También son frecuentes en la provincia de Huesca. Por ejemplo, en las puertas de Llert (Ribagorza) y Camporrotuno (Sobrarbe), e incluso en sacristías, como en la de la iglesia de La Puebla de Fantova. En estos casos cumplirían únicamente la función de tiradores, si bien se desconocen sus connotaciones simbólicas en un contexto tan antagónico.

Algunos de los llamadores tienen una forma fálica evidente, mientras en otros la figura se presenta de una manera más disimulada. Algunos son una suerte de transición entre el aspecto del aparato reproductivo y formas geométricas sin trasfondo alguno.

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