El Centro de Ciencias de Benasque ‘Pedro Pascual’ puede presumir de haber visto pasar por sus aulas y atriles hasta a ocho expertos de diferentes materias que posteriormente han conseguido un premio Nobel. Todo un honor para este original espacio arquitectónico, al resguardo de las montañas del Pirineo, que en poco más de dos décadas se ha consolidado como un lugar de reunión para científicos de todo el mundo –unos 1.000 cada año-, hasta el punto de tener ya prácticamente completo el verano de 2019 en lo que se refiere a reservas para organizar actividades.

Los últimos en visitarlo trabajarán hasta el próximo 16 de septiembre en un taller para estudiantes de máster y de doctorado, centrados en Altas Energías, y que es uno de los más consolidados entre los 18 que se organizan de media anualmente. “En este caso se trata de un curso escuela, es decir que está enfocado a licenciados y tiene una mayor parte práctica por las tardes, con tutorías que completan la parte de charla más teórica”, explica Manuel Asorey, uno de los directores del centro. En total, son 70 personas entre inscritos y profesores las que durante los días en los que se desarrollará este taller convivirán en sus aulas y salas de conferencias, procedentes de 12 países diferentes.

Porque han llegado hasta esta población altoaragonesa de poco más de 2.000 habitantes censados, científicos de más de 70 países del mundo, con procedencias tan variadas como Uzbekistan, Ghana, Malasia o Palestina. “Tuvimos suerte al principio con las citas que organizamos, lo que nos permitió coger algo de fama, y poco a poco nos fuimos consolidando”, relata Asorey, que ya ha visto colgar el cartel de completo en alguno de los ciclos que organizan, llenando las 180 plazas que se marcan como límites. Después de España, con 3.988 participantes, Estados Unidos es la nacionalidad que más se ha repetido entre los científicos que han pasado por el centro, con 1.101 norteamericanos.

Ahora, a nadie en Benasque le extraña ver en los días soleados a profesionales de diferentes razas y edades enfrascados en intensos debates en torno a los ventanones de pizarra con las que cuenta el nuevo edificio, y sobre los que los científicos escriben fórmulas interminables. Y cuando toca desconectar un poco de las cifras y teorías, la localidad se convierte en el entorno perfecto para ello. “A la gente le gusta mucho el lugar, porque es un sitio atractivo en el que se pueden hacer excursiones o rutas por algún cañón, aunque la verdad es que les queda poco tiempo libre”, comenta el director del centro, que también apunta al esquí como una actividad muy requerida por parte de los participantes en los cursos organizados durante los meses de invierno.

Además, el centro Pedro Pascual se ha convertido también en un reclamo más dentro de la oferta cultural de Benasque, no solo para aquellos científicos en busca de compañeros y expertos para compartir sus teorías, sino también para los numerosos turistas que visitan la localidad. “Organizamos diferentes actividades de divulgación como charlas o incluso teatro. De hecho, hemos tenido hasta sesiones de cine y ópera”, comenta Manuel Asorey con cierto orgullo, como refuerzo para una cifra que ya habla sola, la de los más de 10.000 científicos que ya han pasado por el centro. “Y muchos repiten”, asegura.