Los espacios protegidos de Aragón soportan más de 80 carreras por montaña al año

Administraciones y federaciones, preocupadas por el impacto ambiental
de estas pruebas cada vez más numerosas, editan una guía de buenas prácticas.

Una de las buenas prácticas establece que siempre deben ir por el sendero. Los corredores deben respetar el itinerario balizado, no saliéndose de este y evitando senderos secundarios al principal, sin atajar campo a través.
Una de las buenas prácticas establece que siempre deben ir por el sendero. Los corredores deben respetar el itinerario balizado, no saliéndose de este y evitando senderos secundarios al principal, sin atajar campo a través.

Las carreras por montaña se han convertido en los últimos años en un fenómeno creciente, tan popular que puede acabar afectando negativamente a los espacios naturales protegidos, donde se desarrollan la mayoría de las pruebas. La preocupación, reiterada en el reciente congreso Ciencia y Montañismo en los Parques Nacionales, tiene reflejo en la edición de una guía de buenas prácticas que acaba de editar Europarc España (entidad que agrupa a 20 administraciones ambientales, entre ellas el Gobierno de Aragón), con apoyo de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (Fedme). Según sus datos, hay 1.900 eventos deportivos en áreas sensibles.


Aragón ocupa los primeros lugares en el ranquin, solo superada por Cataluña, Andalucía y Madrid, pero baja a los últimos puestos si se tiene en cuenta la media de participantes por competición. En el año 2015 se realizaron 109 pruebas en toda la Comunidad, de las cuales 81, casi el 75%, tuvieron lugar en espacios protegidos. Solo en el Parque Natural de Posets-Maladeta se organizan seis; en el del Moncayo, otras tantas; y en el de Guara hay cinco. También se celebra una en el Parque de Los Valles, y existen competiciones en el Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y en el de la Sierra de Santo Domingo. El resto corresponde a espacios con menor protección, como Lugares de Interés Comunitario (LIC) y Zonas de Especial Protección de las Aves (ZEPA).


Los expertos echan en falta elementos de planificación, también para evitar la coincidencia, aunque herramientas como el manual de Europarc representan un avance. Recoge un catálogo de recomendaciones que tienen en cuenta desde el lugar de salida hasta el marcaje con los dorsales de las barritas energéticas para penalizar a un corredor si tira el envoltorio.


Las administraciones y las federaciones coinciden en la necesidad de regular las carreras para prevenir su impacto en el medio ambiente, pero sin olvidar la repercusión económica positiva en las zonas rurales. Solo la Gran Trail Aneto lleva 30.000 pernoctaciones al valle de Benasque.


Según Jorge Crespo, técnico del Parque Natural del Moncayo, el impacto tiene que ver con la frecuencia pero también con el número de participantes. "Intentamos reunirnos antes de que lancen las rutas y adelantarnos a los problemas", señala. Incluso aprovechar el tirón de visitantes. "Abrimos el centro de interpretación con un programa específico para los acompañantes". También piden a los organizadores aprovechar las charlas informativas de las pruebas para concienciar a los corredores.


Cualquier evento deportivo requiere una comunicación previa de un mes, pero no una autorización expresa, salvo permisos concretos, por ejemplo para el tránsito de vehículos de apoyo. La DGA evalúa el recorrido por si afecta al uso público o a la conservación de especies en época de cría. Hasta ahora no se ha rechazado ninguna.Pocos problemas en el Pirineo


Peña Guara, coorganizadora de la Gran Trail Aneto, con 3.000 corredores, ya viene aplicando las recomendaciones recogidas en la guía. En primer lugar, reduce el número de participantes. En la carrera por las faldas del Aneto podría haber 500 pero "nos autolimitamos y lo fijamos en 300". "Nuestro compromiso es dejar la montaña como la encontramos. Unos equipos supervisan que no quede ninguna marca artificial. Los avituallamientos se hacen en los refugios y el protocolo señala que los corredores marquen la bebida o las barras energéticas con su dorsal. En el control del ibón de Llauset incluso subimos váteres químicos", explica el presidente, Manolo Bara.


Las indicaciones a los corredores son estrictas, con amenaza de penalización. "Somos conscientes de dónde estamos y queremos seguir haciendo carreras allí". Bara cuenta que los forestales los felicitaron porque al inspeccionar la zona solo encontraron una señal, y eso que colocaron 2.000 banderas, 1.000 palos y 1.500 cintas en los cinco recorridos. Las carreras en el Pirineo no generan ningún problema, dice, "otra cosa es la sierra de Madrid".


Y es que en el Parque Nacional de Guadarrama hay más de 20 pruebas. La figura equivalente en Aragón, el de Ordesa, no acoge ninguna. De hecho, solo se podría autorizar en Zona Periférica, "siempre que sean compatibles con los objetivos de conservación y no tengan un fin comercial, publicitario o de lucro", según recoge el Plan de Uso y Gestión.

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