Maite Sarroca: “Tras el atropello, todo cambió pero aprendo a vivir con mis limitaciones”

El 17 de mayo de 2010 sufrió un accidente en Huesca. Tras 21 días en coma, inició una larga rehabilitación. Ayer presentó el libro ‘El segundo que cambió mi vida’.

Maite Sarroca, con el libro 'El segundo que cambió mi vida', que presentó ayer en Huesca.
Maite Sarroca, con el libro 'El segundo que cambió mi vida', que presentó ayer en Huesca.
Fernando Paúles

-Comenta que es más importante la presentación del libro que recordar el día que estuvo a punto de morir. ¿Por qué?

-Hace seis años ocurrió mi accidente, y de allí viene el libro. Salía de trabajar y me atropelló un coche. Quedé bastante mal parada, tanto que por la radio llegaron a decir que había muerto. Pero con seis años de trabajo detrás puedo presentar un libro.


-¿Cuántas veces ha pensado por qué me pasó a mí?

-¡Uff! Es verdad que piensas que la vida es muy injusta. Intentas hacer las cosas bien, aunque a veces te equivoques. Yo era feliz con el voluntariado, estaba en asociaciones de padres, deportivas... ¿Y por qué me tiene que pasar esto cuando salgo de trabajar? Son cosas que pasan.


-¿Qué recuerda de aquel día?

-Nada. Ni de dos días antes. Todo lo que sé de ese día y de un mes después es por lo que me han contado. Empiezo a recordar después de llevar unos días en el Instituto Guttmann (Barcelona).


-¿Cuál fue su diagnóstico?

-El coche me atropelló, me rompió el fémur, me lanzó por los aires, caí y me di en el suelo con la cabeza. Sufrí un traumatismo craneoencefálico grave. Allí mismo me atendieron y luego me llevaron al hospital San Jorge para estabilizarme. El helicóptero esperaba para trasladarme, pero no se atrevían porque pensaban que no iba a superar el viaje... Pero aquí estoy. En el Servet me operaron con urgencia de la cabeza y después la pierna. Salí de la gravedad, pero los médicos desconocían cómo iba a quedar. ¿Sin habla? ¿Sin vista? ¿Cómo un vegetal? Pero he quedado así de bien y he aprendido a vivir con mis limitaciones. No puedo trabajar, me falla la memoria y a veces me bloqueo, pero hay que saborear las cosas que puedes hacer.


-¿Qué le ayudo a salir de la situación en la que estaba?

-Yo soy optimista. Con el traumatismo craneoencefálico creo que la parte triste voló, desapareció. Me dieron fuerzas mis padres, que perdieron a un hijo de 14 años en un accidente. Mis hijos, que entonces tenían 16 y 18 años, y mi marido. Piensas que al menos hay que intentarlo y que si trabajas y superas cada día, va a ser mejor, porque si te acomodas en el sofá no te van a regalar nada. Estuve 14 meses yendo tres días a la semana a la clínica de rehabilitación. También hice ejercicios en la piscina. Siempre me aferro al lado divertido y recuerdo el flotador rosa que me ponían para sujetar la cabeza y al que llamábamos el pulpo Pol.


-¿En algún momento flaqueó, pensó en tirar la toalla?

-Creo que no. En el proceso hay una crisis postraumática, que tiene ese nombre. Te vas reponiendo pero es como si te dieran bajones. La verdad es que para ello tomo una pastillita por la mañana, y paracetamol para cuando me duele la pierna, que puede ser un día a la semana.


-¿Qué de malo y qué de bueno, si lo hay, le supuso el accidente?

-Esos cuatro meses tan infernales que pasamos de hospitales. Mis padres, después de pasar lo de mi hermano, no se lo merecían. Eso fue lo peor. Y lo bueno, que siempre se aprende de todo. En los tres meses que estuve en el Guttmann se aprende a ayudar a los demás, a ver lo poco que tiene una persona y cómo te lo puede dar. Allí conocí a Diego Ballesteros, de Barbastro. No es que se te olvide lo malo, pero hay que quedarse siempre con lo bueno.


-¿Cuándo decidió escribir el libro?

-Hace más de cuatro años. Iba contando a la gente las cosas que me pasaron y me animaron a escribirlo. Pensé en contarlo por si a alguien le servía lo que yo había vivido.


-En él hay varias colaboraciones. ¿Cómo se estructura?

-Es como si tuviera tres partes. La primera es una presentación de mi familia. Después, ‘El segundo que cambió mi vida’, a partir del accidente y el paso por los hospitales. Y por último, la vuelta a casa, adaptarte a la nueva vida. Han colaborado mis padres, mis hijos, mi marido... También escriben amigos y médicos, el primer chico que me atendió porque salía del instituto... Gracias a todas estas personas estoy aquí.


-¿Ha tenido contacto con la persona que la atropelló?

-Conocí a esta señora en el juicio por el accidente. A la salida se acercó y me dijo que había intentado hablar conmigo antes. Yo lo sabía porque una conocida mutua me dijo que quería venir a casa, pero yo en aquel momento no me sentí con fuerzas para recibirla. Cuando hablamos me dijo que no lo había hecho a propósito, lo que yo entendí. Pero le dije que había cometido una imprudencia en la que yo había sido la víctima. Antes de entrar en una rotonda hay que ir muy despacio y ella subió a la acera y en vez de frenar aceleró y yo salí por los aires.

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