Huesca

Noche de miedo y dulces

Escaparates decorados, disfraces y chucherías animan Halloween, que se afianzan como una fiesta más del calendario.

Comprando disfraces en Pyrocarnaval
Noche de miedo y dulces
J. S.

Huesca se prepara para vivir este jueves su noche más tenebrosa, la Noche de Ánimas, cuya versión anglosajona, Halloween, se encuentra cada vez más asentada y goza de una mayor popularidad. Calabazas, arañas, esqueletos y todo tipo de decoración tétrica en negro y naranja es ya cada vez más visible en los escaparates de muchos comercios del centro. Mientras, las tiendas de disfraces reciben a un mayor número de clientes que quieren parecerse a su monstruo favorito.


“Ahora nos piden más decoraciones y adornos para las casas, mientras que antes venían, sobre todo, propietarios de bares”, asegura Milagros Allué, desde Pyrocarnaval. En su opinión, se trata de una celebración “que va a más cada año”, especialmente entre los más pequeños, que ya no se lo piensan a la hora de disfrazarse. “Les gusta vestirse de brujas y esqueletos y sobre todo, de zombis”, comenta Milagros. Como explica, suelen juntarse también varias familias de conocidos para organizar el “truco o trato” entre ellos, de modo que los niños pasen a por sus caramelos de una puerta a otra.


“Nosotros iremos a celebrar Halloween a Siétamo”, comenta Lola Maldonado, al tiempo que adquiere diferentes artículos para disfrazar a sus hijas, que esta noche se vestirán de “heavys un poco siniestras. El pequeño irá de Freddy Krueger. El año pasado fueron de zombis”. “Acude mucha gente a esta localidad, los niños van por todo el pueblo y en una de las casas les preparan incluso un cementerio decorado con fantasmas y lápidas. Los mayores preferimos esperarles tomando algo”, relata Lola.


Y es que, de momento, se trata de una fiesta, principalmente, infantil. “Yo no voy a disfrazarme de nada, mis hijos sí, irán de bruja y de Batman”, comenta, por otra parte, Jara Alvira, quien se encuentra también comprando los disfraces. Este es, asegura, el segundo año que celebran Halloween. Para ello, se trasladarán a la localidad de Monflorite, “donde los niños saldrán en busca de caramelos”.


Como explica, por otra parte, María del Carmen, dependienta de uno de los comercios de la cadena Gangas, de productos económicos, se venden, sobre todo, “disfraces de niños”. “La gente tiende, principalmente, a reciclar, por eso prefieren comprar los complementos y aprovechar el disfraz del año pasado”, asegura. Espera, además, que conforme se vaya acercando la noche de brujas, “se animen también las ventas”.


Fantasmas, calabazas y vampiros asoman  desde los escaparates de numerosos comercios del centro de la capital oscense. En las pastelerías, además, pueden verse dulces en forma de monstruos y fantasmas dedicados a los más pequeños al lado de los tradicionales huesos de santo. “Se trata de una fiesta que cada vez gusta más y eso se nota bastante en el ambiente de estos días”, asegura Aimeé Gavilondo desde ‘Manolas’, su zapatería del Coso Alto. Como explica, no es natural de Huesca, “pero llevo aquí 20 años y los cierto es que ha habido mucho cambio”. Tras el cristal puede verse como una siniestra mano emerge del suelo del cementerio para intentar coger unas zapatillas. “A los niños les gusta mucho, muchos se paran a mirar la lápida y se sorprenden al descubrir la mano”, comenta esta comerciante.