Urbanismo

Vecinos de 88 pisos del casco oscense llevan un año sin cobrar las ayudas por la rehabilitación

Los propietarios de las viviendas Madre Pilar tienen que afrontar créditos mientras la DGA les debe 440.000 ?

Antonio Alagón y Pilar Castán, residentes en una de las 88 viviendas del conjunto Madre Pilar.
Vecinos de 88 pisos del casco oscense llevan un año sin cobrar las ayudas por la rehabilitación
RAFAEL GOBANTES

HUESCA. La obra estrella del programa de rehabilitación del centro histórico de Huesca (ARCH ), el conjunto Madre Pilar, se ha convertido en un quebradero de cabeza para las 88 familias residentes en los tres bloques de viviendas. Un año después de las últimas certificaciones de obra, aún no han cobrado la totalidad de las ayudas que les correspondían por el proyecto de mejora, por lo que los propietarios tienen que seguir abonando los créditos solicitados para la reforma.


Y no son los únicos, ya que otros propietarios que rehabilitaron sus casas en el casco antiguo con cargo al ARCH (financiado por el Ministerio de Fomento, la DGA y el Ayuntamiento) tampoco han recibido las subvenciones. El programa finalizó en primavera y en su segunda fase permitió reformar 263 inmuebles. Y ya se ha anunciado un nuevo plan, aunque sin fecha determinada.


Los propietarios de Madre Pilar, cansados ya de esperar, han llegado a colocar en algunas ventanas unos carteles quejándose del retraso en el pago de las ayudas. En ellos ironizan sobre el superávit de 1,3 millones de euros del Ayuntamiento en 2012, cuando ellos recibieron cero euros. Además, detallan incluso la cantidad que les debe tanto la administración local (246.400 euros) como la autonómica (440.198) para acabar denunciando que «nos deja metidos en una deuda de 900.000 euros más intereses y derramas».


La intervención en estos bloques construidos en 1953 ha tenido un montante de 1,7 millones de euros, de los cuales el 80% se debía pagar con cargo a los fondos del programa de Rehabilitación del Casco Histórico y el resto, 358.500 euros, entre todos los vecinos. Para afrontar esta inversión suscribieron unos créditos que ahora mes a mes tienen que abonar y podrán cancelar cuando cobren las ayudas.


«Se les pagará lo antes posible»

El Ayuntamiento pagó su parte hace unas semanas, según confirmó la concejal de Urbanismo, Gemma Allué, quien añadió que se está intentando agilizar la correspondiente al Gobierno de Aragón para tratar de aliviar la situación de los vecinos. La edil se refirió a esta obra como «la actuación más importante del programa». Por su parte, la consejería de Obras Públicas y Urbanismo reconoce la deuda y mantiene su compromiso. «Está claro que se les pagará y será lo antes posible», señaló un portavoz, aunque añadió que no se puede dar una fecha para hacer efectivo el pago. Recordó que la administración autonómica ya les ha abonado tres cantidades que suman 708.000 euros y confirmó que las últimas certificaciones de obra datan de julio de 2012.


Los tres bloques de pisos, situados en el casco antiguo, entre las calles de Desengaño, la Zuda y Pedro IV, estaban muy deteriorados después de más de 50 años, por lo que los vecinos acogieron de buena gana la reforma, iniciada en 2010. Las obras han acumulado un considerable retraso. El constructor presentó concurso de acreedores y los propietarios tuvieron que negociar directamente y uno a uno con los subcontratistas para poder acabar los trabajos.


Antonio Alagón y Pilar Castán, un matrimonio jubilado que vive en una de las 11 escaleras, dice que ha sido un calvario. «Al principio, hace tres años, iba todo bien. Actuaron en las tuberías, en las cubiertas, pusieron ascensores, hicieron obras en las fachadas... pero luego empezaron los problemas», explicó él. A las interminables obras, añadió, se ha sumado ahora que «la administración no nos paga, y como pedimos un crédito, tenemos que abonar los intereses». «Yo estoy retirado, solo contamos con mi pensión», lamentó Antonio Alagón, que además del recibo de cada mes, en torno a 100 euros, afronta una derrama cada trimestre. Asegura que algún vecino se ha arrepentido. «Estábamos todos contentos, pero luego vinieron los problemas», apostilla su mujer.


No obstante, la mejora de los tres bloques ha sido sustancial, teniendo en cuenta la antigüedad y el deterioro de los elementos comunes tras más de 50 años. Además de instalar ascensores se realizó el aislamiento térmico, la renovación de cubiertas y de instalaciones comunes de electricidad, saneamiento y agua, e incluso había problemas de termitas en algunas viviendas.