Huesca

Un pasito para salir del descenso

GIMNÀSTIC 0-SD HUESCA 0

Floja primera parte del Huesca, con algún ramalazo meritorio en la segunda. La falta de gol, por desgracia, ya deja de ser noticia. El equipo aguantó bien con diez durante casi veinte minutos.

Un pasito para salir del descenso
CARLOS PASCUAL

Hay cosas para estar felices y otras que siguen siendo un tormento. Sacar un punto fuera cuando debes jugar con diez durante casi veinte minutos es para congratularse. Con este pasito, además, el Huesca sale del descenso, lo cual siempre beneficia en lo psicológico. Pero tampoco se puede obviar que hubo minutos muy flojos de juego, especialmente en la primera parte, y que el equipo, a este paso, va a empezar a idealizar el concepto gol de tanto que lo extraña.Menos mal que el Nástic solo tiene un equipo apañado y un gran media punta como es Morán. Menos mal que los tarraconenses son todavía más obtusos en los metros claves. Esa incapacidad se complementó con la inoperancia de un Huesca muy sacrificado en su esfuerzo eso sí, pero poco preciso y aturullado en el desarrollo de su puesta en escena.

Cómo estará la Segunda División para que con seis goles en trece partidos y doce puntos de 39 posibles -ni siquiera un tercio-, el Huesca no duerma en descenso. Queda el consuelo de que hay base, buen grupo y compromiso. Queda la esperanza de que el gol emerja de no se sabe dónde. Queda el alivio, también, de que hay equipos peores.

Para todas las pruebas que había hecho entre semana, la verdad es que Onésimo tocó lo justituto el armazón. Tenía tres bajas de hombres titulares (Corona, Marcos y Sastre) e introdujo los cambios más naturales posibles para mantener su idea de juego en los últimos partidos de fuera de casa. Trivote al campo, fútbol de contención, generosa presión y a ver si suena la flauta arriba.

El arranque del Huesca, todo hay que decirlo, fue súper explosivo y es de suponer que de forma premeditada. En los primeros cinco minutos el Nástic no vio el balón ni de lejos. Todos los duelos, las pelotas divididas, caían del lado oscense. Qué manera de acogotar al rival y de encerrarlo en su guarida. Ahí pudieron llegar dos goles si Gilvan y Roberto están más atinados. Pero esta cantinela ya es retórica.

Fueron tres chispazos, no más, porque enseguida el partido enterró cualquier atisbo de talento y se convirtió en un espectáculo insufrible, soso, inconexo, desangelado, incapaz de transmitir nada motivante, más allá de la entrega que por otra parte va con el sueldo de los profesionales.

Nada que reprochar a la intensidad ni a las buenas intenciones de los protagonistas. Quizá es que estar en puestos de descenso minimiza la autoestima y así sale lo que sale. Jugadas que nacen y mueren en tres pases, continuas tarascadas, cantidad de proyectos sin terminar... especialmente doloroso se hace el momento del último pase, allá donde se mide la categoría de un futbolista.

Más de media hora de ambigüedad sobre el campo -que no falta de ilusión- trasladó cierta indiferencia a la grada, más preocupada de combatir un invierno por fin real que de ver la propuesta de dos conjuntos hoy por hoy de los más limitados.

Y eso que el único que amagó con asustar al contrario fue el Nástic, primero con un remate en semifallo de Powell que acabó tocando la escuadra y después con una internada de Alex Cruz que cruzó la pelota demasiado. Dos detalles, dos bolas de fuego en medio de una noche eterna, condenada por la falta de imaginación de unos y otros.

Nástic y Huesca son primos hermanos. Los dos tienen muchos problemas para enlazar cosas con sentido en los últimos metros. Y lo poco que llega tampoco encuentra virtud o remate. Si no se refuerzan, sufrirán mucho hasta final de Liga.

Ya tras el descanso Powell se encontró una pelota franca dentro del área. Se sintió tan extraño que casi la dejó pasar. Si no hay confianza se esquiva el protagonismo. La jugada terminó con una contra de Gilvan que finalizó con un gran disparo desviado a córner por Rubén. A decir verdad, solo el brasileño demuestra cada día que de sus botas, quizá en algún momento, pueda surgir algo relevante. Porque Roberto naufraga en vacío y tampoco se cuece nada para sí mismo. Y Camacho no es el de antes de renovar ni el de estos años atrás. Volverá. El segundo plano no le va.

Viendo una ingenuidad tan galopante, Onésimo quitó del campo a Roberto para meter al "titi" Gallardo. El sevillano venía de seis semanas de ostracismo en la grada. El cambio supuso que Gilvan pasara a jugar de delantero centro. Buena apuesta, ya que era el único futbolista con desborde.

Lástima de coincidencia. Cinco minutos después de esta interesnate maniobra de Onésimo, Sorribas se iba a la caseta tras ver dos amarillas prácticamente seguidas. El Huesca se quedaba aún más huérfano y el Nástic lo aprovechaba para acercarse de forma ocasional. Navarro y Morán tuvieron el partido a su alcance. Molinero también asustó a Rubén Pérez. Las tablas quizá fueran lo más justo para dos equipos a los que se les hace de noche cuando pasan del centro del campo.

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