Un enérgico baile bañado en oro y en cariño

Los danzantes pasan con nota su actuación en el día grande de Huesca.

Los danzantes exhibieron músculo en su primera actuación de las fiestas en la plaza de San Lorenzo, que acabó llenándose.
Un enérgico baile bañado en oro y en cariño
Rafael Gobantes

Mañana de chaqueta fina, de olor a albahaca y de un torrente de emociones. Huesca vivió ayer su día grande honrando a su patrón y a los danzantes, que pasaron con nota su estreno laurentino con una enérgica actuación en la plaza de San Lorenzo bañada en oro por la Parrilla recién renovada y en cariño de los oscenses, que volvieron a demostrar su apego a esta tradición.

Y eso que en los últimos años, el número de incondicionales que trasnocha para coger el mejor sitio en la plaza va decreciendo. Ayer apenas había tres filas de fieles sentados sobre la piedra. Y entre ellos, Noa, un bebé que cumplía 7 meses. "Para mí es una tradición porque siempre he venido con mis primas. El año pasado, que estaba embarazada, también lo vi aunque de pie al lado de la Banda de Música, y este año lógicamente teníamos que venir también con mi hija", comentó su madre, Gema Cabrero, que llegó a las 8.00 "porque me guardaban sitio ya que con la niña tan pequeña no podíamos venir antes y aparte tampoco acompañaba mucho la mañana por el fresco".

Noa no se perdió detalle de la media hora de actuación y su madre espera inculcarle el mismo sentimiento "porque para mí es algo muy importante de las fiestas de San Lorenzo". De hecho, aseguró que "algún año que trabajaba en Zaragoza, me venía, los veía y luego me volvía corriendo. Por eso me gustaría seguir viniendo con mi hija", dijo.

El sonido de las bombas reales, a las 8.00, pareció despertar a la plaza, que empezó a gritar vítores a San Lorenzo. Además, poco a poco fueron llegando los danzantes, acompañados de sus familiares y de los primeros aplausos de un público que, pese al frío, acabó llenando la plaza.

La tensa espera llegó a su fin con los dos toques de tambor habituales de la Banda de Música, que puso en alerta a los componentes de la agrupación y llevó el silencio a la plaza antes de que se empezara a desbordar la emoción con el dance de espadas. Le siguieron los palos viejos, el colorido baile de las cintas, el de los palos nuevos y el ‘degollau’, antes de repetir de nuevo con las espadas, con el que se cerró una emotiva actuación, un año más.

Pascual Campo, mayoral de los danzantes, que ayer lucía en su camisa blanca la Parrilla de Oro entregada el miércoles por el Ayuntamiento, se mostró muy satisfecho. "Creo que lo hemos hecho muy bien y quizá con más fuerza que otros años por un motivo, que se han roto más palos. Porque es normal que se parta uno o dos, pero no media docena como hoy", señaló. Y agradeció también la respuesta de oscenses y visitantes "porque es muy gratificante ver la emoción de la gente y que te aplaudan tanto".

Quienes ayer se durmieran o no pudieran estar en la plaza, tendrán seis oportunidades aún de verles en directo, cinco de ellas hoy: a las 9.30 en la Fiesta del Mercado, a las 11.30 en el hospital San Jorge por la conmemoración de su 50 aniversario, a las 12.15 en la residencia Sagrada Familia, a las 13.00 en la Casa Amparo, y a las 13.30 en la plaza de la Universidad. Entonces se tomarán un descanso hasta la Ofrenda de Flores y Frutos del día 15.

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