Ignacio Marcuello "Ser alcalde quita tiempo de otras cosas, y eso desgasta"

Zaragozano de 1955, se estableció hace 15 años en Sabiñán y es su tercer mandatos como alcalde por el PP. Hostelero de profesión, fue campeón de Aragón de Coctelería.

Ignacio Marcuello, en Sabiñán, con el Palacio de los Condes de Argillo al fondo.
Ignacio Marcuello, en Sabiñán, con el Palacio de los Condes de Argillo al fondo.
Macipe

¿Por qué decidió venir a Sabiñán?

Mi hija mayor se casó y la pequeña se independizó. Mi mujer y yo que llevábamos dos establecimientos de hostelería en Zaragoza queríamos seguir trabajando en el sector, pero de una forma más sosegada, porque eran muchos años y es un ritmo muy duro. Pensamos en el turismo rural. Estamos muy contentos de cómo nos ha ido.

Y de ahí a ser alcalde.

Sabiñán es un pueblo muy abierto, acogedor, leído, cultivado y viajado. Por mi parte, he pertenecido a la Asociación de Barmans Españoles y mi profesión, como mi familia, me ha hecho muy feliz y era mi singladura de vida, por lo que no pensaba acabar en la política. Mientras estábamos recuperando la casa para turismo rural, me llegó que no había gente para que salieran las listas electorales y yo, que soy fácil de convencer porque necesito algo que hacer y alicientes, me animé.

¿Se marca un límite para estar al frente del Ayuntamiento?

Es muy difícil, porque muchas veces olvidas tus propios problemas. Esa implicación hace que dejes de lado otras cosas, como la familia, y eso desgasta. Y la familia es lo más valioso, nuestro mayor premio, y no debemos olvidarla. Otra de las cosas que me cuesta mucho son los fallecimientos, porque en un pueblo se vive de otra manera. Por mí, jamás dejaría la alcaldía, porque cada vez que hacemos una calle, un parque o resolvemos cualquier problema es una alegría inmensa.

En estos años, ¿qué ha sido lo más positivo y lo más negativo?

Las dos cosas coinciden: la apertura de la residencia de ancianos. Hablamos de un edificio, el del antiguo colegio, que se recuperó totalmente y, una vez acabada, sufrió una paralización y no hubo manera que nadie le diera un impulso para inaugurarla. A eso se suma que la normativa cambió en 2011, por lo que cosas que ya estaban hechas, casi la mitad, hubo que tirarlas y actualizarlas a las nuevas necesidades.

¿Eso implicaría mucho trabajo?

Llamamos a todas las puertas que se podía llamar, igual que seguro que hicieron mis predecesores en el cargo. Fue muy duro, pero el pueblo siempre estuvo en la misma lucha.

¿Lo acabaron resolviendo?

Sí. Ahora la residencia de Sabiñán es la mejor industria que hay en el pueblo. Son 12 o 14 puestos de trabajo, según el momento del año, pero también supone que la gente mayor no tenga que salir de su entorno. Ahora está completa y con lista de espera. Ha sido un éxito de todo el pueblo.

¿Cómo avanza la restauración del Palacio de los Condes de Argillo?

Por el agua y el viento ha habido varios derrumbes y ahora necesitaríamos una ayuda importante. Se ha hecho una reforma de las techumbres. Hemos consolidado, con ayudas de la DPZ toda la fachada y la parte noble del palacio. Pero nos hace falta ayuda, por lo menos para acabar consolidar la edificación, y en especial la capilla del Papa Luna. Tenemos previsto abrir una de las calles según se estipuló con la familia propietaria del inmueble, los Muñoz de Pamplona, a los que hay que agradecer su actitud.

Su idea es que allí se guarde el cráneo del Papa Luna.

Es el objetivo principal. De hecho en el convenio realizado con la familia está estipulado que una vez se acabe el plan de ordenación urbana, se ceda el cráneo. Tenemos que reunir las condiciones. Entendemos que desde Illueca a Peñíscola, en Irlanda y Francia, se puede hacer un recorrido cultural en torno a la figura de Benedicto XIII.

¿Cómo ha cambiado la economía de Sabiñán?

Aunque suene muy rimbombante, fue la cuna del viverismo en España, ya que la gran parte de los palacios y las casas solariegas de Madrid tienen en sus jardines decoraciones y plantas con origen en Sabiñán. Pero ha habido una transformación importante y ahora se han unido los jóvenes de varias familias y las tierras han pasado del vivero a los frutales. Y así se han asentado familias.

¿Una manera de frenar la despoblación es que haya servicios?

Claro. Tenemos que dar a la gente todas las facilidades. Contamos con centro de salud, Guardia Civil, colegio, guardería, biblioteca, ludoteca, gimnasio… Es para poder presumir, pero es necesario que los jóvenes no se vayan.

¿Los vecinos se han adaptado al cambio de las instalaciones deportivas?

Poco a poco, porque hacerse a los cambios lleva su tiempo. En una zona donde había un campo de fútbol 7, contiguo a las piscinas, hemos hecho una reforma integral con ayuda de DPZ con parque infantil, la zona de los vasos, playa. También se ha habilitado una zona para pádel, una cancha de baloncesto y un circuito para patinaje en línea y otros juegos.

Pero hay vecinos que valoraban el campo que ya no está.

Eso ha creado un poco de controversia porque se ha hecho donde estaba el campo de fútbol 7. Pero es que en el colegio hay otro, y se puede utilizar. Lo que hemos hecho ha sido modernizar el deporte. Además hace tres años, se recuperó el Club Deportivo Sabiñán y por eso pusimos en marcha el campo de fútbol 11. Ha sido un exitazo, porque cada 15 días se movilizan unas 200 personas.

Otra de las intervenciones importantes se da en la iglesia de la Señoría

Hemos trabajado en el arreglo de la torre mudéjar mediante el convenio de bienes inmuebles de propiedad municipal en una primera fase y ahora queremos dejarla terminada, empezando en septiembre. Es un monumento que ya no tiene culto, pero es un lujo ver el mudéjar. También se ha terminado la capilla del Rosario y el baldaquino, que ha quedado espectacular.

La A-1503 ha vivido varios accidentes en los últimos meses

Reclamamos que esté más y mejor señalizada, que haya quitamiedos porque con todas las salidas a caminos agrícolas hay un gran peligro.

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