Heraldo del Campo

Huertos que unen a varias generaciones

La residencia de mayores Alto Gállego, de Sabiñánigo, pone en marcha un proyecto de huerto colaborativo para promover el bienestar comunitario.

En la imagen superior, usuarios, trabajadores y familiares: Silverio, Silvia, Carmen, Domingo y Susana. R.M.S.
En la imagen superior, usuarios, trabajadores y familiares: Silverio, Silvia, Carmen, Domingo y Susana. 
R.M.S.

Dice un proverbio anónimo que "los recuerdos son una forma de aferrarte a las cosas que amas, las cosas que eres, las cosas que no quieres perder". Y esta máxima está muy presente en el día a día de los usuarios de la Residencia de Mayores Alto Gállego, ubicada en el popular barrio de Santiago de Sabiñánigo, y que desde hace dos años gestiona la Fundación Rey Ardid.

Muchos de ellos son vecinos de pueblos próximos que, durante toda su vida, se han dedicado a las labores del campo y la ganadería. Tareas que añoran y que les recuerdan algunos de los episodios más gratificantes de su vida.

Por eso no resulta nada extraño que a la hora de apostar por nuevos proyectos que les permitan relacionarse y formar parte activa de la comunidad en la que viven hayan decidido poner en marcha un huerto colaborativo que tiene por lema ‘Uniendo Generaciones y Promoviendo el Bienestar Comunitario’.

"Con esta iniciativa queremos unir a personas de todas las edades en torno a la naturaleza, la agricultura y el compañerismo" 

"Se trata de una propuesta que surgió como fruto de nuestro interés en que sean los propios usuarios los que elijan las actividades que más les gusta y les apetece hacer. Una iniciativa con la que queremos unir a personas de todas las edades en torno a la naturaleza, la agricultura y el compañerismo", indica Teresa Miranda, directora del centro

Un reto que vio la luz hace unos días cuando, en una visita por los alrededores de la residencia, pensaron en la posibilidad deponer en marcha un huerto como los que ellos han cultivado durante muchos años en sus lugares de origen.

"El problema es que nuestros usuarios son personas mayores, con dificultades físicas y problemas de movilidad, en muchos casos, y poner en marcha el huerto era inviable porque no pueden realizar las labores que demanda el día a día. Pero, lejos de desanimarnos, pensamos en la posibilidad de huerto colaborativo en el que ellos no tuvieran que trabajar la tierra pero si fueran partícipes de las tareas que se realizan y tomaran algunas decisiones junto a la persona que se haga cargo del huerto. Nosotros le facilitamos la tierra y el riego y a cambio solo pedimos que nuestros usuarios, alguna vez, puedan consumir productos de kilómetro cero, cuyos sabores tanto les recuerdan a su anterior vida", indica.

Un reto en común

Y en este punto del proyecto se encuentran ahora mismo: contactando con personas que quieran trabajar en alguno de los dos terrenos que en la residencia disponen para este fin. Y si hay algún lector interesado puede contactar con ellos en el teléfono 974 48 37 77 o en el correo: rsabinanigo@reyardid.org.

"En un principio un familiar de un usuario de la residencia parece que está dispuesto a arrancar con el proyecto, por lo que estamos convencido de que pronto el huerto será una realidad", explica su directora

Desde el centro, insisten en que más que un simple espacio para cultivar alimentos frescos y saludables, el huerto colaborativo es un lugar donde se promueve la conexión intergeneracional y el bienestar comunitario. "Con esta actividad también queremos que los vecinos de la zona conozcan dónde estamos, qué hacemos y qué podemos aportarles a ellos", matiza.

"Con esta actividad también queremos que los vecinos de la zona conozcan dónde estamos, qué hacemos y qué podemos aportarles a ellos" 

Además, los profesionales del centro están convencidos de que esta nueva zona que rodea a la residencia tendrá también fines terapéuticos, sobre todo para usuarios como Carmen, Silverio, Andrés o Inocencia, que desde el arranque de la iniciativa han mostrado un gran interés en aportar su experiencia y conocimientos al servicio de los nuevos hortelanos.

La residencia ya contó hace unos años con un huerto en la zona que ahora se quiere habilitar. Del trabajo diario se hacía cargo un residente, pero cuando sus fuerzas mermaron dejó la tarea. Ahora, en la mente de los responsables de la residencia y de sus usuarios está volver a disfrutar en sus paseos del aroma de los tomates a punto de cogerse.

Y no solo eso, "el huerto evocará en ellos sentimientos muy importantes y traerá a su mente momentos vividos que fueron significativos para ellos y su familia. Pero, sobre todo, les permitirá relacionarse con gente de fuera de la residencia y sentir que formas parte de la comunidad es algo clave no sentirse solo y estar mejor".

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