Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Los impresionantes bosques maduros, los enclaves más antiguos e inalterados de Aragón

Árboles centenarios conviven con otros jóvenes en recónditos lugares que se han mantenido casi intactos.

Uno de los monumentales tejos de Crapera, en el valle de Bujaruelo.
Uno de los monumentales tejos de Crapera, en el valle de Bujaruelo.
Emili Josep Martínez

Con la piel, los ojos, los oídos, uno se da cuenta de que se encuentra en un bosque maduro porque estar allí le sobrecoge. Como cuando, al entrar en una catedral, se aparcan las palabras. "Es como si estuviera en casa". 

Esa es la sensación personal, "de tranquilidad, de mucha paz", que experimenta Emili Josep Martínez Ibarz cada vez que se adentra en uno de estos escasos parajes donde viven los árboles más ancianos. El jefe de sección de Red Natura 2000 del Gobierno de Aragón se siente afortunado de poder dedicarse a buscar y redescubrir "las joyas del bosque, porque los rincones que han permanecido apenas alterados durante muchísimo tiempo son lo más excelso que hay en el bosque". Lugares impresionantes donde los más viejos, e incluso los árboles muertos, son valiosos, pues gracias a la presencia de madera muerta bulle una rica biodiversidad oculta.

Catedrales del bosque

Desde 2015, la Dirección General de Conservación del Medio Natural del Gobierno de Aragón se ocupa de la madurez forestal, busca y estudia lo que queda de los bosques primarios, los rodales maduros –pequeñas superficies sin apenas huella humana–, que "son catedrales del bosque, un patrimonio natural único", destaca Martínez. 

Para este ingeniero de montes, "es el trabajo más bonito en mis 30 años de carrera profesional". Entre los momentos más impresionantes, aquel día de octubre de 2021 cuando, tras ir campo a través, pues no había ya acceso, guiados por un agente de protección de la naturaleza que los había encontrado, llegaron hasta los monumentales tejos de Crapera, en el valle alto del río Ara, en Bujaruelo. "Es muy raro encontrar semejantes ejemplares, tan viejos y en tanta cantidad". Muy pronto fue declarada arboleda singular de Aragón y recientemente se ha abierto al público, que puede recorrer el sendero habilitado.

Tanto fascinó a Emili Martínez la arboleda de los tejos de Crapera, que en dos años habrá estado ya por allí 20 veces. "Cada vez que voy, veo cosas distintas, te fijas en un árbol u otro, ves un liquen diferente, oyes sonidos u olores que cambian todo el año, no me aburro de volver y visitarlos", dice. 

Recientemente, se ha balizado un sendero que parte del refugio de Bujaruelo y se han colocado carteles para facilitar su uso público. La invitación a visitar este reducto de bosque maduro va acompañada de una llamada a causar el mínimo impacto, a acercarse y partir de forma responsable. "Ir con cuidado. No salirse del sendero. No marcar árboles. Respetar todo el entorno". En definitiva, "saber estar a la altura del sitio que se visita", resume Emili Martínez. Como cuando visitamos la Sagrada Familia o el Pilar de Zaragoza.

Redescubrir

La palabra oportuna es redescubrir. La arboleda de los Taxos de Crapera (‘taxo’ es la palabra local para el tejo) "era un paraje que se había olvidado, que había desaparecido de la memoria histórica del territorio y, al redescubrirlo, lo volvemos a poner en su lugar". El de la cuarta mejor tejera de Europa, con más de 120 tejos de más de 2 metros de perímetro, "que es mucho, hay algunos de hasta 6 metros de perímetro y 19 de altura, bien conservados, sin copas rotas, en mitad de hayas de grandes proporciones". 

Además de su valor natural, lugares como este tienen un alto interés como reserva científica, con objeto de estudiar y comprender la dinámica de sus procesos. Para evaluarlos, "miramos cómo es la casa, la estructura, y quién vive dentro, la biodiversidad".

La búsqueda y caracterización de estos escasos sitios "fascinantes y maravillosos" es todo un reto. Por ahora se han identificado en Aragón unos 60 km² de rodales maduros: 20 km² de sabinar, 2 de pinares de pino marítimo (Pinus pinaster) y 13 de pino carrasco (Pinus alepensis), 24,8 de pino de alta montaña (Pinus uncinata) y 1,4 de hayedos. "Casi todo lo que encontramos está en la Red Natura 2000 o en espacios naturales protegidos, en zonas inaccesibles o donde el uso se ha abandonado hace mucho tiempo". Se trabaja para que sean áreas estrictamente protegidas.

A la hora de identificar esos rodales que son vestigios de bosques maduros, no son los sentidos los que guían a las personas expertas. Paradójicamente, "es más fácil vender el valor que tiene un árbol grande, que todo el mundo entiende que hay que proteger, que el del conjunto de estos bosques maduros, de los que se dice que son sucios y hay que limpiarlos", advierte. Porque una de las señas de identidad de los bosques maduros es justamente la presencia de madera muerta de grandes dimensiones –en pie y en el suelo, en variados estados de descomposición–, hábitat de una gran cantidad de especies muy especializadas.

"Nuestra percepción humana de los bosques es artificial, porque debido al aprovechamiento que hacemos no les dejamos llegar a la madurez, de ahí que cuando encontramos un bosque maduro pensemos que está sucio, que sería mejor que estuviera limpio como una patena para que no se quemara, pero lo que parece sucio es lo interesante, lo valioso". Pues esa madera muerta, en sus cavidades, agujeros y roturas, ofrece refugio a especies que, sin esos hábitats, no estarían.

Los rodales maduros son importantes para diferentes grupos: aves, reptiles, anfibios, hongos, líquenes, insectos saproxílicos... Mirando con lupa, "encontramos verdaderos mundos de fantasía"

Forma parte de esa biodiversidad oculta un género de líquenes indicadores de bosque maduro: los coniocarpos, hongos que pueden estar asociados a un alga o no, que no dejan de dar sorpresas. 

"Un especialista de Holanda viene ex profeso a Aragón porque en su país encuentra dos o tres especies en un día bueno, mientras aquí, en una jornada, ve 15 especies indicadoras de madurez". Con apenas 2 mm de altura, hay que buscarlos bien, pero para los amantes de la fotografía macro son un regalo y un reto, "por sus texturas, colores, luminosidad y formas alucinantes; en un centímetro cuadrado puedes encontrar toda la paleta del otoño que ves en La Pardina del Señor, en Fanlo". 

Como fruto de estas salidas al campo, "de no tener conocimiento hemos pasado a tener primeras citas a nivel nacional y a dar con nuevas especies" o con alguna que, sorprendentemente, solo se ha encontrado en Escandinavia y en San Juan de la Peña.

Este colorido hongo, Sarcoscypha jurana, es una rareza que en Aragón solo se ha encontrado en una tilera vieja, con ancianos tilos monumentales, en San Juan de la Peña.
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Rarezas a montones

Dada la escasez de rodales maduros, son muy raras las especies asociadas a las fases de maduración y de senescencia. Este colorido hongo, Sarcoscypha jurana, es una rareza que en Aragón solo se ha encontrado en una tilera vieja, con ancianos tilos monumentales, en San Juan de la Peña. FOTO: Emili Josep Martínez

De Sclerophora farinacea, un coniocarpo localizado en una tilera madura en el Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, se hizo la primera cita de la especie a nivel nacional.
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Bajo la lupa, otro paisaje

Hay indicadores de madurez que son especialistas de sombra de lluvia: crecen en zonas de los troncos donde las gotas de lluvia no golpean. De Sclerophora farinacea, un coniocarpo localizado en una tilera madura en el Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, se hizo la primera cita de la especie a nivel nacional. FOTO: Emili Josep Martínez

Rosalia alpina, un coleóptero que necesita madera muerta de haya de grandes dimensiones para vivir.
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Madera muerta donde vivir

Los diferentes tipos y fases de la descomposición de la madera ofrecen hábitats distintos a diversas especies. Muchas especies dependen de la presencia de madera muerta, sin ella, no estarían. Es el caso de la Rosalia alpina, un coleóptero que necesita madera muerta de haya de grandes dimensiones para vivir. FOTO: Emili Josep Martínez

Diversidad es resistencia

En un bosque maduro, la diversidad es fortaleza. Si hay que adaptarse a malos tiempos, algunos sobrevivirán. Vemos diversidad de especies y, junto a destacados árboles de gran porte porque su edad se acerca al límite de su especie, también hay ‘gente joven’. Es preferible que una masa madura sea irregular, con pies de distintas edades, a que sean de la misma edad. Mejor que tenga tres estratos: matorral, dosel intermedio y dosel arbóreo. Llega poca luz al suelo y predominan especies de sombra, pero la existencia de pequeños claros creados por árboles que han caído permite la regeneración.

Nos queda mucho por aprender de las relaciones que se establecen entre las distintas especies que habitan el bosque. Los árboles no solo compiten, como siempre se había dicho, también cooperan. 

En la Cazanía de San Juan de la Peña, un tocón de abeto (Abies alba) sigue vivo decenios después de haber sido cortado el árbol. "Aunque no tiene hojas, lleva más de 60 años vivo, alguien en el sistema bosque lo mantiene, los árboles alrededor de él han establecido relaciones y alguien le hace la fotosíntesis. Esto, que estamos viendo en bosques de aquí, nos dice que, cuando les damos tiempo suficiente para establecer relaciones, colaboran. Tenemos que profundizar en este conocimiento para hacer una gestión adecuada".

En la Cazanía de San Juan de Plan, un tocón de abeto (Abies alba) sigue vivo decenios después de haber sido cortado el árbol. Sus vecinos cooperan con él
En la Cazanía de San Juan de Plan, un tocón de abeto (Abies alba) sigue vivo decenios después de haber sido cortado el árbol. Sus vecinos cooperan con él
Emili Josep Martínez

Tiempo

En opinión del jefe de sección de Red Natura 2000, a estos lugares tan especiales y escasos "hay que darles tiempo; es la receta mágica para estos sitios, dejarlos tranquilos, no precisan intervención humana, sino que establezcamos partes del territorio que se dejen a libre evolución y que funcionen solas, lo han hecho durante miles de años, no nos necesitan". En los planes vigentes de la Red Natura 2000 ya se contempla que el 10% de los hábitats forestales de interés comunitario tienen que ser dejados a libre evolución.

También nosotros necesitamos tiempo, para estudiar, aprender y contrastar. En Aragón, en 2015 se empezaron a establecer parcelas fijas que, cada diez años, se volverán a medir para realizar el seguimiento de la dinámica forestal de los rodales maduros. El primer lugar fue Turieto Alto, en Ordesa. Este año están con la tilera de San Juan de Plan, al año que viene irán al quejigar de la Solana de Burgaset y volverán a Turieto, a ver qué ha cambiado. 

Cotatuero, en 3D.
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Cotatuero, en 3D

No es lo mismo reflejar los datos en una tabla que verlos en el ordenador en tres dimensiones. Con tecnología de teledetección Lidar, barriendo el terreno con láser y midiendo las distancias de rebote, y fotogrametría aérea, se construyen modelos 3D como este de los abetales y hayedos de un rodal de seguimiento de la dinámica forestal en la zona de Cotatuero, en el parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. IMAGEN: Dirección General de Medio Natural y Gestión Forestal del Gobierno de Aragón

El futuro se avecina más cálido, seco y variable, pero, por ahora, los cambios que vemos en los bosques obedecen más a los cambios de uso que al cambio global –"España se esta reverdeciendo, de momento, hay mas matorral y bosque", tanto por la colonización de tierras agrícolas y pastos abandonados como por la activa política de repoblación forestal desde finales del siglo XIX a mediados del XX–. 

La complejidad estructural y la diversidad de especies arbóreas características de los bosques maduros les otorgan una mayor resiliencia frente al cambio climático. Buena noticia porque son almacenes de carbono a largo plazo, ya que acumulan más biomasa que los bosques jóvenes. 

Localizados algunos rodales maduros en Aragón, ya que "tenemos árboles que estaban en la Pequeña Edad del Hielo y siguen vivos, hay que estudiarlos, ver cómo se han comportado frente al clima durante cientos de años y cómo se pueden comportar de cara al futuro".

Sitios que permanezcan inalterados centenares de años son muy difíciles de encontrar, "o ha actuado el ser humano o el clima". En el año 2000 se calculaba que los bosques intactos del planeta ocupaban 12,8 millones de km², un 22% del total de los paisajes forestales. Los mejores ejemplos se encuentran en bosques templados y boreales de Canadá y Alaska y en bosques tropicales en la Amazonia. En la Unión Europea son excepcionalmente escasos, en torno al 5%.

Entre todos los rodales maduros de Aragón, Cotatuero, con sus parajes donde no desentonaría un ‘ewok de ‘Star Wars’, es para Emili Martínez, por su grandeza, "la Sagrada Familia de los bosques en Aragón, con árboles que pasan de los 35 metros de altura, con diámetros que en muchos casos superan el metro y medio, mucha madera muerta, grandes claros, mucho musgo...". 

Son enclaves tan únicos que sueña con que, como en Japón, se recete visitarlos, "que pudiéramos cerrar Turieto un día al mes y, con receta médica, facilitar que enfermos graves o terminales puedan ir a despedirse, a relajarse y pasar un rato", ofrecerles ese alivio de, simplemente, estar en un lugar antiguo y recóndito donde maravillarse.

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