Heraldo del Campo

ganadería

Innovación para capear la tormenta perfecta

El cambio de hábitos de consumo y los acontecimientos mundiales han impactado en el porcino, que apuesta por la bioseguridad y la innovación para producir calidad.

La bioseguridad y la innovación están presentes en el trabajo diario de las explotaciones de porcino. hA
La bioseguridad y la innovación están presentes en el trabajo diario de las explotaciones de porcino.
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El porcino ha vivido en los últimos años una "tormenta perfecta". Así describía el responsable de Biotecnología de Grupo Jorge, Antonio González de Bulnes, la evolución de este sector en los últimos años, marcados por acontecimientos como la pandemia del Covid 19, que ha condicionado los manejos y las producciones, o la guerra de Ucrania, que ha provocado un aumento de costes al aumentar el precio de las materias primas, como los cereales con los que se elaboran los piensos. Lo exponía en una jornada técnica celebrada esta semana en la sede de Caja Rural de Aragón y organizada por la Lonja del Ebro.

A estos fenómenos, González de Bulnes añadía el de una "coyuntura de crecimiento constante de la producción, pero de disminución del consumo de carne a nivel nacional, pero principalmente extracomunitario". Todo esto, sumado a los incrementos en los costes de producción, ha repercutido en el precio del lechón, que ha alcanzado los 90 euros, y en el precio del kilo de carne en el matadero que, por primera vez, ha superado los dos euros.

Pese a todas estas dificultades, el sector porcino continua en una senda de constante evolución e innovación que ya arrancó hace décadas, cuando se produjo un cambio en el modelo de explotación. Hasta los años 70 y principios de los 80 eran granjas autónomas en las que los animales pasaban todo su ciclo de vida. Actualmente la mayoría de estas instalaciones siguen el modelo de cooperativa o, principalmente, el de integradora, que supone entre el 60 y el 65% de las explotaciones.

Al igual que el modelo de explotación, han cambiado también los modelos de manejo de animales, en aras de un aspecto tan importante como la bioseguridad. Actualmente se trabaja por flujos de animales, que se agrupan en tres tipos de instalaciones: maternidad, donde se encuentran las madres y se produce la gestación y el nacimiento de los lechones; después pasan a una granja de de transición, donde se adaptan a la alimentación sólida y, posteriormente, a la de cebo, donde los animales adquieren el peso y las condiciones adecuadas para ir al matadero.

"Este sistema permite trabajar siempre con animales de la misma edad, lo que supone que no se mezclen animales que pueden ser susceptibles a enfermedades causadas por este motivo. Y permite realizar los vaciados y desinfecciones de las granjas de manera más efectiva ya que en cada flujo van animales de la misma edad y que han convivido siempre", apunta el responsable de Biotecnología de Grupo Jorge.

Sin embargo, el objetivo es profundizar aún más. Para ello, no solo a nivel empresarial, sino también a nivel sectorial, se empieza a apuntar a tener un conocimiento individualizado de cada animal. "Tenemos que ser capaces de conocer cómo evolucionan nuestros productos y que el consumidor conozca de dónde proceden esos alimentos y qué tratamientos han tenido. Identificamos a los animales, sabemos qué piensos han comido. Esto se realiza con crotales electrónicos que contienen toda la información que se incluye en una base de datos. Todo ello permite anticiparnos y poder saber si algún animal puede estar a punto de contraer alguna enfermedad en base a su comportamiento", añade González de Bulnes, que aboga por "trazar todo el proceso desde la granja de maternidad hasta la bandeja del supermercado".

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