A la espera de una pierna ortopédica en la nueva planta del Hospital Militar

"Mi hija no sabe que estoy herido y sin una pierna", dice Valentin K., ucraniano de 33 años que sufrió un ataque ruso. 

Los militares ucranianos atendidos en el Hospital Militar han estrenado una planta para 30 afectados y ahora hay 23.
Los militares ucranianos atendidos en el Hospital Militar han estrenado una planta para 30 afectados y ahora hay 23. En la imagen, Valentin K.
Guillermo Mestre

A Valentin K., de 33 años, le gusta acudir con su scooter eléctrica para recoger cafés y llevárselo a sus compañeros que no pueden moverse en su habitación de la nueva planta para los heridos en la guerra de Ucrania del Hospital Militar de Zaragoza. Le falta una pierna por una explosión que sufrió porque era integrante de una brigada de ataque (o brigada de la muerte, como les llaman) en Bajmut (región de Donestk) y todos sus compañeros de su grupo de doce personas murieron. “Mi hija no sabe que estoy herido y sin una pierna. Ocurrió hace unos tres meses y fue la metralla de un misil lanzado”, explica el militar ucraniano natural de Volynska, quien está a la espera de una pierna ortopédica mientras se le forma el muñón en el tiempo adecuado para hacerle el molde, como otros compañeros.

Trabajaba en la construcción y se presentó al Ejército porque quería que su hija siguiera viviendo en un país independiente. Cuando sufrió el ataque, presentó su solicitud en el Ministerio de Sanidad y lo trasladaron a la capital aragonesa, que es muy conocida entre los militares ucranianos (sobre todo entre los heridos). Tiene buenos amigos entre la veintena que están hospitalizados en Zaragoza.

Todos ellos han estrenado el nuevo espacio habilitado en la segunda planta del Hospital Militar con 30 camas operativas para atender a otros tantos militares heridos. También hay posibilidad de ampliar a 60 las camas instaladas en caso de que se produzca una catástrofe para  atender tanto a militares españoles como de fuera, según explica el genera Juan Antonio Lara, director del hospital. 

Las próximas semanas, Valentín K. y sus compañeros de convalecencia  celebrarán una Navidades muy distintas a las que han vivido en Ucrania. Ya ha ido a la Basílica del Pilar, con camisas ucranianas de fiesta, para llevar flores a la Virgen.

A este ucraniano no le parece que la paz con los rusos está cerca porque cree que “las noticias dicen unas cosas y los militares saben otras, pero no pueden decirlas”. Valentin sabe que se han llevado tanques Leopard desde Zaragoza por el Ministerio de Defensa para utilizarlos por los militares ucranianos, pero él reconoce que los trasladaban en coches de transporte para llegar a las zonas de ataque y eran de infantería.

Tratamiento en la sala de espacio emocional

Entre los 22 militares ucranianos hospitalizados en esta nueva planta en la zona sur hay “una sala de espacio de ventilación emocional” que atiende la psiquiatra Araceli Gámez, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Militar. “Les atendemos con diferentes terapias alternativas ocupacionales para canalizar sus dolores, sufrimientos y malestares. Para estár más relajados y continuar con cierta normalidad, para sentirse mejor”, explica. “Intentamos acercanos a su malestar intrapsíquico a través de la música, la relajación inmersiva, el color y la respiración para llegar a una perspectiva más cercana de cuál es su sufrimiento”.

La terapeuta ocupacional Vanessa detalla que el sargento Oleksander T. (al que le han recuperado las dos piernas) acude a una sesión de relajación y trabaja con los colores para trasladarle la tranquilidad, el sonido del mar de fondo y tiene que respirar despacio para mejorar su situación. “Así duermen mejor y les disminuye la ansiedad”, señala la terapeuta, quien también ha trabajado con otro herido ucraniano que se ha quedado ciego por completo en la guerra (Oleg K, de 39 años). Le ayudan en la percepción del tacto, sus desplazamientos por el hospital para orientarse o detectar el dinero, junto a un trabajador de la ONCE que colabora.

Los militares ucranianos atendidos en el Hospital Militar han estrenado una planta para 30 afectados y ahora hay 23.
Los militares ucranianos atendidos en el Hospital Militar han estrenado una planta para 30 afectados y ahora hay 23.
Guillermo Mestre

Una guía para rehabilitar a los ucranianos

La práctica acumulada desde mayo de 2022 para los trabajadores del Hospital Militar con la recuperación de los 83 militares ucranianos (23 están ingresados ahora y los demás han regresado a su país) que van a publicar una guía para establecer los parámetros de la rehabilitación, que han creado la médico rehabilitadora Marta Garín y la fisioterapeuta Elsa Mallor.

“Queremos que sea guía de los ejercicios que tienen que hacer los pacientes y al ver su revisión vemos cómo es su evolución y progreso”, detalla la médico Marta Garín al presentar la próxima publicación de la Guía de Rehabilitación del Paciente Imputado de Miembro Inferior. “Así saben cómo vinieron y su progresión cuando ya se marcharon porque ya fueron autónomos, con sus prótesis”.

En función de su situación, el general Juan Antonio Lara, reconoce que “han vuelto al combate en la guerra”. “Si las amputaciones son por debajo de las rodillas y del codo, les hacen volver al Ejército y a luchar”, apunta la médico rehabilitadora.

A las dos salas de rehabilitación acuden los heridos para sus actuaciones físicas cada día. La fisioterapeuta detalla que los militares ucranianos “vienen con muchas ganas desde su país para recuperarse y poder volver a su casa”. “Nosotros les damos la parte técnica que a ellos les falta”, señala Elsa Mallor al señalar a los dos ucranianos Andrii que han acudido el mismo día de su santo, este 30 de noviembre, que es San Andrés en Ucrania.

Los militares ucranianos atendidos en el Hospital Militar han estrenado una planta para 30 afectados y ahora hay 23.
Los militares ucranianos atendidos en el Hospital Militar han estrenado una planta para 30 afectados y ahora hay 23.
Guillermo Mestre

Uno de los Andrii lleva 30 intervenciones en la cadera para recuperarla y se le instaló una prótesis completa, que le ha supuesto poder levantarse de la cama y volver a andar, y el otro casi no siente las piernas, pero prefiere no hablar. “Lo empezamos a tratar en junio en su habitación cuando no podía salir y ahora ya está adaptado a las actividades diarias en la sala de rehabilitación”, indica la fisioterapeuta, que está contratada por el Ministerio de Defensa y tiene una alumna de apoyo procedente de la carrera de Terapia Ocupacional en la Universidad de Zaragoza.

En una sala se entrena la marcha en la cinta para andar y las espalderas para ponerse de pie, y en la otra los fisioterapeutas (donde hay contratados entre los estudiantes de la Universidad de San Jorge) hacen un tratamiento más personal con la recuperación de los heridos.

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