La criba técnica (y política) que le espera a la nueva Romareda para entrar en el Mundial

No hay precedentes. Fue la reflexión más repetida este jueves entre los estamentos políticos y deportivos que tienen entre manos la organización del Mundial de fútbol de 2030. Lejos de aclarar las incógnitas, la designación de España, Portugal y Marruecos como anfitriones ha acrecentado las dudas de quienes, como Zaragoza, aspiran a albergar en sus estadios partidos del campeonato. Todos dicen tener opciones, pero la criba se anticipa reñida, no solo entre las candidatas nacionales, también con los países vecinos. Todos los implicados coinciden en que la decisión será técnica, pero sobre todo política, y estará en manos de la Moncloa y de la FIFA.

De momento, el primer partido se juega entre los propios organizadores. España aspira a celebrar la mayor parte de la competición con al menos 11 sedes –se han presentado 15 estadios–, pero algunas fuentes ya advierten de que podrían ser menos. El motivo es que Marruecos quiere el mayor número de partidos posibles: ayer se postuló con 6 ciudades, más de las que inicialmente le tocaban. Y entre ellas está Casablanca, donde se construirá un gran campo con el objetivo de celebrar la final, en principio reservada para Madrid.

A la disputa internacional se suma la de puertas para adentro. Se da por hecho que Madrid y Barcelona aportarán dos estadios cada una, y que La Cartuja (Sevilla) y San Mamés (Bilbao) no faltarán a la cita. Así, quedan ocho candidatas para cinco puestos, en el mejor de los casos.

Los criterios exigidos por la FIFA son por todos conocidos y van desde una capacidad mínima de 40.000 espectadores hasta hoteles de lujo y un amplio perímetro de seguridad, pasando por un nutrido cuerpo de voluntarios y conexiones por tren y avión. La mayoría de los aspirantes que se jugarán el pase en la criba final tienen que acometer reformas en sus estadios para cumplir con estos requisitos. Para Zaragoza supondrá la construcción de una nueva instalación que lleva décadas bloqueada por disputas políticas.

Como al mal estudiante, ahora le toca correr. El presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Víctor Francos, apuntó que el nombre de las ciudades premiadas se conocerá "en las próximas semanas o meses, no más allá de final de año". Y aunque este tipo de plazos nunca se cumple, en la candidatura zaragozana se han encendido todas las alarmas -quedaban pocas apagadas- para llegar a tiempo.

Tras el fiasco de la licitación diseñada por el Ayuntamiento, recurrida en el Tribunal de Contratos por Podemos, ahora se busca un acuerdo exprés que impulse de una vez por todas la nueva Romareda. 

Si lo logra, la capital aragonesa jugará la baza de la población, al ver «impensable» que la cuarta del país se quede fuera. Además, es la única apuesta de la Comunidad, mientras otras plantean varias, como Andalucía (Sevilla y Málaga) o País Vasco (Bilbao y San Sebastián).

Pero habrá más variables que manejar. «La Federación la gobierna el Gobierno», reconocen desde la candidatura aragonesa, apuntando al peso político de la resolución. No en vano, la elección no solo el reportará un gran impacto económico (335 millones de euros y 3.575 empleos en el caso de Zaragoza, según un estudio), sino que abriría la puerta a recibir parte de los 750 millones que el CSD tiene previsto repartir para la construcción o reforma de las infraestructuras necesarias para el Mundial.

En un mapa político teñido de azul tras las elecciones autonómicas del 28-M, y con la investidura de Pedro Sánchez cada vez más encarrilada, el PP busca un acercamiento a los socialistas que, lógicamente, va más allá de la DPZ. Pero la Moncloa, de momento, aguarda al margen. «El acuerdo tiene que ser con el PSOE-Zaragoza», apuntan.