Urzanqui corona un 3.000 a los 80 años: “Al llegar al refugio todo el mundo comenzó a aplaudirnos”

Lo anunció como un humilde reto. Lo que no imaginaba es que de vuelta a casa todo el mundo conocería su proeza. El montañero zaragozano ha logrado subir a lo alto de Monte Perdido por última vez.

Tomás Urzanqui, de 80 años, y su hijo José, este miércoles en la cima de Monte Perdido.
Tomás Urzanqui, de 80 años, y su hijo José, este miércoles en la cima de Monte Perdido.
 

Fueron cinco largas horas de subida, y otras cinco de bajada y, como reconocía cuando estaba llegando de nuevo al refugio de Goriz, “ha sido duro, muy duro”. Sin embargo, el zaragozano Tomás Urzanqui, que este miércoles, 27 de septiembre, lograba coronar su último 3.000 a los 80 años de edad, admitía sentirse completamente feliz, emocionado y, sobre todo, agradecido: “Ha sido gracias a la gente que me ha acompañado en esta aventura. Si hubiera venido solo me habría dado la vuelta”. Eso sí, se despide de los grandes picos, pero jamás de la montaña, la cual ha formado parte de su vida desde siempre.

Están siendo momentos muy emocionantes. De hecho, lleva desde hace días recibiendo mensajes de felicitación llegados de rincones insospechados, por no hablar de que absolutamente todo el mundo sabía quién era. Jovial, contento, y con la mirada iluminada de alegría, cuenta cómo ha culminado la aventura. “De vuelta hemos comido en un asador de Sarvisé y se ha levantado una mujer preguntándome si había logrado hacer cima en el Perdido. Al decirle que sí, todo el restaurante se ha puesto en pie”, explica emocionado.

“Al llegar al refugio todo el mundo comenzó a aplaudirnos”, cuenta el montañero zaragozano octogenario que ha logrado subir a lo alto de Monte Perdido este miércoles.

Una imagen que se repetía la tarde del miércoles, en torno a las 18.00 horas, nada más estar de vuelta a Goriz: “Al llegar al refugio, de repente, todo el mundo comenzó a aplaudirnos y la mitad no sabía ni quién era. Hubo gente que reconocía que, a lo largo de día , estuvo preocupada por nuestra aventura”. Momentos emocionantes y que difícilmente caerán en el olvido del zaragozano, natural de las Cinco Villas, y de las personas que han tenido la suerte de acompañarle en este hito.

Se refiere a montañeros aragoneses experimentados, como José Luis San Vicente e Isabel Cuenca; Carmelo Esteban o Manuel Frías, todos ellos pertenecientes al grupo de Montaña de Tarazona y que han tocado cumbres como el Everest o el Himalaya. También la hija de Juan Berdón, Patricia, que “venía en representación de su padre, al que acaban de operar de la cadera, y que ha sido mi fiel compañero de aventuras toda la vida”.

Sin embargo, si hay alguien casi más emocionado que el propio octogenario nada más llegar a Zaragoza este es, sin duda, su hijo, José Urzanqui (46), que completaba la curiosa expedición: “Para mí ha sido algo increíble, es un privilegio tener un padre con esta edad con el potencial de poder hacer esto y poder compartirlo”. El zaragozano destaca su actitud y su manera de ver la vida. “Ha sacado ilusión y ganas de donde no las había. Es una heroicidad que muy pocos pueden plantearse. Y lo ha conseguido. Es admirable”, destacaba.

Tomás Urzanqui y su hijo José, a su llegada a Zaragoza
Tomás Urzanqui y su hijo José, a su llegada a Zaragoza
Camino Ivars

Algo que compartían también los grupos que se cruzaban por la misma montaña y que, al comprobar la edad del aragonés, no dudaban en darle la enhorabuena. "Si hasta me han pedido fotografías", añadía, divertido.

Todo comenzó cuando el montañero se dio cuenta de que se cumplían 60 años de la primera vez que coronó el emblemático monte, allá por el año 1963. “Pensé que podía ser una cosa especial, aunque me daba miedo no lograrlo”, reconoce. Contundente, cuando tan solo quedaban unas horas de marchar para el refugio de Goriz, explicaba que llevaba meses preparándose para un ascenso de 3.355 metros. No en vano está considerado el macizo calcáreo más alto de Europa.

El grupo que acompañó a Tomás Urzanqui brindan con el octogenario en la cima de Monte Perdido.
El grupo que acompañó a Tomás Urzanqui brindan con el octogenario en la cima de Monte Perdido.
H. A.

Una despedida por todo lo alto

“Llevo haciendo montaña toda la vida. Desde que entré al Stadium Casablanca con tan solo 13 años”, recuerda este vecino de Las Fuentes. Aunque primeramente le dio por el hockey sobre patines, no tardaría en enamorarse del monte tras una excursión precisamente a Ordesa con tan solo 18 años. “Fue como abrirme a un mundo completamente nuevo. Desde entonces no he podido dejar la montaña nunca”, reconoce.

A pesar de afirmar que no llora habitualmente, admite que al hacer cima “se me soltaron unas lagrimillas”. Y no es para menos. Hoy, este montañero de 80 años se despide de las altas cimas por todo lo alto.

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