Los bomberos de Zaragoza, en el terremoto: "Vamos a una aldea a la que no ha llegado nadie"

Los bomberos del Ayuntamiento de Zaragoza trabajan en la zona de Amizmiz en pueblos devastados e incomunicados que no han recibido ningún tipo de ayuda.

Los bomberos de Zaragoza, ayer, reciben instrucciones junto al convoy militar.
Los bomberos de Zaragoza, ayer, reciben instrucciones junto al convoy militar.
Ayuntamiento de Zaragoza

Cuatro días después del seísmo, decenas de pequeñas aldeas devastadas que han quedado incomunicadas siguen sin poder recibir ayuda de las autoridades marroquíes. En este epicentro del terremoto sueñan casi con un ‘milagro’ los ocho bomberos voluntarios que salieron el domingo de Zaragoza.

"Aunque todos tenemos la esperanza de hacer un salvamento y encontrar a una persona, el tiempo corre y es muy complicado. Lo que sí hay es bastante posibilidades de trabajo, vamos a una aldea a la que no ha llegado todavía nadie y lo seguro es que va a haber heridos".

Bomberos de Zaragoza en Marruecos

Así lo aseguró ayer el jefe de la expedición, Enrique Mur, antes de partir en un convoy militar marroquí desde Amizmiz, localidad al sur de Marrakech, hacia uno de estos pueblos en dirección a Talat N’Yaaqoub y la provincia de Taroudant. El operativo está compuesto por ocho efectivos, entre ellos médicos, bomberos y guías caninos.

La jornada comenzó para ellos a las cuatro de la mañana localizando esas pequeñas poblaciones que han quedado aisladas en coordinación con la UME (Unidad Militar de Emergencia) y Protección Civil del país. Cuentan con un traductor, un guardia civil de Ceuta, que les acompañará a partir de ahora para facilitarles la comunicación con la población.

Los efectivos han estado en activo este martes, desde las 4.00, en coordinación con la UME y Protección Civil de Marruecos, y han trabajado localizando aldeas donde no ha llegado todavía la ayuda humanitaria.

Atención a personas heridas

Ya por la tarde, el Consistorio recibía la noticia de que habían llegado a su destino. Los últimos 13 kilómetros los tuvieron que recorrer a pie debido a la dificultad del acceso por carretera. "El camino es un torrente de personas que bajan de las aldeas. Niños, mujeres y entre ellos heridos. Hemos atendido a bastantes, una fractura de pelvis, otra persona con varias costillas rotas, niños con traumatismo...", relató Mur en una corta comunicación con el Ayuntamiento.

Una vez allí iniciaron también la búsqueda con los perros. Las posibilidades de encontrar supervivientes se agotan conforme pasan las horas. Las tradicionales viviendas de adobe, piedra y madera tosca juegan en su contra. Las estructuras se desmoronan completamente en escombros y, a diferencia de lo que ocurre con materiales como el acero y el hormigón, no se crean bolsas de aire ni espacios libres. El acceso a una fuente de hidratación es clave también para sobrevivir sepultado.

El jefe de la expedición aseguró que a muchas de estas zonas ni siquiera ha llegado aún la ayuda humanitaria. Mur destacó el papel que en este escenario van a jugar los médicos de bomberos de este contingente. "Cuando el coronel jefe ha dado las instrucciones a las tropas a través de nuestro traductor hemos entendido que nosotros íbamos en este convoy a título técnico y seguramente la presencia de sanitarios es la razón por la que nos han introducido", concluyó.

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