Un insólito viaje por el Aragón de 1927 a bordo de un flamante Hispano Suiza

Hace casi cien años los constructores del Pueblo Español de Barcelona recorrieron decenas de pueblos aragoneses para tomar apuntes y recrear su arquitectura popular.

El mapa de fondo y el coche preparado para recorrer unos 1.600 pueblos españoles.
El mapa de fondo y el coche preparado para recorrer unos 1.600 pueblos españoles.
Krisis23

"El Pueblo Español, ese juguete representativo de España coronado por el sonajero bellísimo de la torre de Utebo...". Así comenzaba una de las crónicas de HERALDO DE ARAGÓN de 1929 su explicación acerca del ambicioso proyecto que se estaba construyendo en Barcelona y que hoy, reconvertido en un espacio cultural y de ocio, está a punto de cumplir cien años. El Pueblo Español se levantó en vísperas de la Exposición Internacional de 1929 y en él se recogía, con réplicas de 117 edificios, lo más bello y granado de la arquitectura española. Aragón está profusamente representado con -por ejemplo- los arcos de Sos del Rey Católico, el ayuntamiento de Graus o la casa consistorial de La Fresneda, y para tomar notas, apuntes y poder levantar después las recreaciones hubo cuatro intrépidos que en el año 1927 emprendieron un viaje por toda la geografía española que le llevaría a recorrer más de 20.000 kilómetros a borde un flamante Hispano Suiza, uno de los coches más potentes de la época.

Los vecinos de Pedrola salieron a saludar y a colaborar con la comitiva.
Los vecinos de Pedrola salieron a saludar y a colaborar con la comitiva.
Arxiu Fotogràfic Barcelona/Josep Folgueras

El proyecto estuvo en manos de un equipo conformado por dos arquitectos, Ramon Reventós y Francesc Folguera, y dos artistas, Xavier Nogués y Miquel Utrillo. Cuentan que paraban en las poblaciones, hacían fotos, hablaban con los vecinos, tomaban apuntes al natural… Todo con la intención de "absorber la esencia de estos rincones, crear un conjunto de edificios extraídos de la arquitectura popular española y presentarlos como una especie de collage", explican en el Poble Espanyol. Los cuatro creadores visitaron unos 1.600 pueblos y aldeas y, durante el viaje, recopilaron imágenes, elaboraron incontables dibujos y escribieron algunas cartas, que actualmente pueden verse en una exposición fotográfica, que han comisariado Sandra Moliner y Rafael Torrella. Ahí hay estampas costumbristas de Fraga, Pedrola, Calaceite… y, por cierto, todo se expone en la que emula ser la sala noble del Ayuntamiento de Valderrobres.

El mapa con el recorrido que siguió la expedición en 1927.
El mapa con el recorrido que siguió la expedición en 1927.
AHCB. Fondo Lluís Plandiura

"Aragón tenía especial protagonismo en aquel viaje, pues fue la zona que más llamó la atención de los impulsores del proyecto, más en concreto les interesaban los detalles de la etapa islámico en la región", explican desde la institución, donde cifran en más de una docena las fotografías históricas que tienen expuestas en relación con Aragón. En una se ve a los viajeros tomando medidas de las puertas de la iglesia de San Miguel, de Tamarite de Litera. En otra aparecen Miquel Utrillo, Xavier Nogués y Ramon Reventós preparando la cámara para recoger algunos rincones de Calaceite. La iglesia Santa María de la Huerta de Magallón o el palacio de los Zapata de Mallén son otras de las estampas fechadas en noviembre de 1927. Entre los días 13 y 20 de aquel mes recorrieron las tres provincias, con parada y fonda en municipios como Tauste, Alagón, Cariñena o Muniesa. Los aventureros dejarían Aragón por Guadalajara, para centrarse después en Sigüenza y subir luego hasta la zona de Almazán.

La huella islámica en Aragón causó mucho interés en la expedición conformada por dos arquitectos y dos pintores
Varias mujeres lavan la ropa en un pueblo de la Jacetania a finales de la década de 1920.
Varias mujeres lavan la ropa en un pueblo de la Jacetania a finales de la década de 1920.
Archivo Heraldo

En realidad fueron varios los viajes que emprendieron los cuatro ideólogos del Pueblo Español. Los dos primeros de ellos, en octubre y noviembre de 1927, se centraron exclusivamente en la cornisa norte y con una media de 200 kilómetros al día fueron los más generosos con Aragón. «Inicialmente se excluyeron las islas y también Andalucía y Murcia, ya que, como se celebraba al mismo tiempo la Exposición Iberoamericana de Sevilla, no se quiso entrar en competencia», relata Sandra Moliner. Sin embargo, una tercera escapada en mayo de 1928, ya con las obras del recinto iniciadas, sí les llevaría a Andalucía, a sugerencia del monarca Alfonso XIII, que pidió que se incluyera el sur de España con sus patios repletos de geranios y la réplica de la plaza de los Capuchinos de Córdoba.

La fachada de la casa consistorial de La Fresneda fue difícil de encajar en la plaza Mayor construida en Montjuic

De vuelta a Aragón, «en los paneles de la exposición hay uno muy interesante sobre la reproducción de la casa consistorial de La Fresneda», comentan desde el Pueblo Español. «Aunque, en general, la reproducción de los edificios se hizo de forma fiel, en algunos casos hubo que modificar escalas y yuxtaponer elementos de edificios diferentes para no romper las simetrías, es decir, se hace más un intento de interpretar y adaptar que de reproducir exactamente». Cualquier vecino de La Fresneda podrá comprobar cómo, comparada con el modelo original, en lo alto de Montjuic se dividió casi por la mitad la longitud de su fachada y tuvieron que duplicarse el número de pórticos de la planta baja. En el Pueblo Español la fachada acaba siendo simétrica, característica que no posee en el original turolense.

El chófer Santiago, en primer término, y Francesc Folguera, Xavier Nogués, Ramón Reventós y Miquel Utrillo.
El chófer Santiago, en primer término, y Francesc Folguera, Xavier Nogués, Ramón Reventós y Miquel Utrillo.
Arxiu Fotogràfic Barcelona/Josep Folgueras

Gustos y decepciones

«El viaje también les supuso expectativas truncadas en ciertas localidades. Así, por ejemplo, quedan decepcionados con Santillana del Mar (dicen que es una localidad «falsa antes, ahora y después de las restauraciones de Ubito Güell») y por el contrario, se sorprenderán con otras arquitecturas, especialmente con las de Aragón: la torre de Utebo y otros ejemplos extraídos de Alcañiz, Calaceite, Peñafiel, ya en Castilla», escribe Sandra Moliner en el catálogo de la muestra. En las primeras maquetas parece que la idea era que en el Pueblo tuvieran más presencia los solemnes edificios barrocos y, al final, se descubre «la idoneidad del estilo mudéjar y de arquitecturas más populares y menos pretenciosas».

Mediciones para poder replicar las casas de piedra de Fraga.
Mediciones para poder replicar las casas de piedra de Fraga.
Arxiu Fotogràfic Barcelona/Josep Folgueras

De entre las 60 instantáneas que se seleccionaron para la exposición (de más de un millar conservadas) hay vistas de Daroca, Albarracín o la torre de San Pedro de Teruel. Las primigenias cámaras de fotos también recogieron la belleza de la casa de los Deanes de Sigüenza, el palacio episcopal del Burgo de Osma o la navarra catedral de Sangüesa. En el equipaje de los cuatro intrépidos abundaban las cámaras Agfa, Zeiss o Kodak, que ya en 1929 eran plegables, ligeras y se podían aguantar a pulso o con la ayuda de trípodes. Los cuatro profesionales «combinaron los antiguos negativos de vidrio y los cada vez más populares negativos de plástico», cuenta Rafael Torrella, al tiempo que explica que «no se trató de una aventura dejada al azar, sino más bien de un plan de trabajo perfectamente elaborado». El coche en el que se movió la expedición fue un Hispano-Suiza tipo París, de siete plazas, y 32 caballos. Lo conducía Santiago (o ‘el Santiac’, nombre con el cual bautizaron al chófer), iba cargado hasta los topes y en todo el trayecto debía lucir una banderola de la Exposición Internacional para «hacer publicidad del acontecimiento».

La exposición se puede ver en el propio Poble Espanyol, en la recreación del ayuntamiento de Valderrobres.
La exposición se puede ver en la réplica del ayuntamiento de Valderrobres del Poble Espanyol.
Heraldo

En paralelo a las idas y venidas de estos peregrinos de principios del XX, en Montjuic se fue construyendo el pueblo, que llegó a tiempo para la Exposición Internacional que se celebró entre mayo de 1929 y enero de 1930. En la muestra ‘Un viaje fotográfico’ son profusas las imágenes de la construcción con andamios y escaleras del barrio extremeño, la plaza mayor con el edificio principal o el ayuntamiento de Graus, tomadas por Juan Manuel Albertí y Carlos Pérez de Rozas, fotógrafo oficial de la Exposición. Entre las más curiosas de la muestra figuran las de las visitas de obra del dictador Primo de Rivera o las de la inauguración del recinto a cargo del rey Alfonso XIII. Está documentado cómo el monarca saludó al público desde los balcones, cruzó la llamada plaza aragonesa, paseó por el barrio andaluz y presenció la actuación del Orfeón Goya del Centro Aragonés. HERALDO, por cierto, envió a su periodista Mefisto de corresponsal, que informó sobre ‘lo aragonés’ en la exposición. «Nuestra región goza de una gran simpatía y hay que corresponder a ella», escribía al periodista, al tiempo que esperaba ver a los danzantes de Tauste y a los cabezudos de la capital. Mefisto celebraba también las recreaciones del monasterio de Casbas o de «la torre de Utebo, que preside el conjunto».

Aunque se suponía que el monumento iba a ser efímero y solo permanecería durante los seis meses de muestra, el Ayuntamiento de Barcelona decidió preservarlo por considerarlo una obra realmente de valor. Eso sí, a los pocos años la Guerra Civil acabó con la imagen amable del Pueblo Español, que fue destinado a campo de internamiento para prisioneros. Entre los años 1950 y 1970 hubo intentos de hacer reflotar el espacio, pero no sería hasta la reforma de 1986 cuando un intenso lavado de cara hizo que volviera a incluirse en las guías turísticas. En la actualidad, el recinto se ha reinventado y, gracias a los conciertos nocturnos que tienen lugar en su plaza mayor, está volviendo a coger empaque: recibe más de un millón de visitantes al año. El Pueblo ha incorporado espacios interactivos y proyectos multimedia, cuenta con un alabado y emotivo audiovisual llamado ‘Fiesta’ (donde aparece una guerra de tomates pero no es el Cipotegato sino la tomatina de Buñol) y ha reforzado los fondos del Museo Fran Daurel, en su interior, donde se pueden admirar obras de artistas como Picasso, Dalí, Miró o el aragonés Antonio Saura.

Pueblo Español exposición

La exposición

La exposición. ‘Un viaje fotográfico. La construcción del Pueblo Español’ recoge documentación visual del «peregrinaje» que se llevó a cabo en 1927 para el proyecto arquitectónico de Montjuic. Para la muestra se han seleccionado 96 copias digitales de entre más de un millar de fotografías y dibujos que sirvieron para documentar las obras. La muestra se estrenó hace unos meses en el Archivo Fotográfico barcelonés y ahora ha pasado a exhibirse en el propio Pueblo Español. Hay fotos de Lucien Roisin de 1917 de la urbanización de los terrenos, estampas de las primeras maquetas y, también, de las visitas de Primo de Rivera y el rey Alfonso XIII.

1
mapas Poble

Decenas de mapas

En el Archivo Fotográfico de Barcelona se conservan los muchos mapas y planos –algunos superpuestos– que se utilizaron para recorrer la España de 1927. En ellos, siguiendo las líneas rojas que dibujaban primigenias carreteras, se puede comprobar cómo la expedición prestó especial atención a la Ribera Alta del Ebro y, también, a lo que hoy serían las comarcas de Campo de Daroca y de Comunidad de Calatayud. A la provincia turolense los viajeros entraron por San Martín del Río y continuaron por Báguena, Fuentes Claras, Caminreal, Torremocha, Caudé... En el ramal que les llevó hasta el Pirineo se destacan los nombres de Tamarite de Litera, Benabarre, Graus, Barbastro, Ayerbe y Jaca. Aragón está «sobrerreprensentado», en parte, por la predilección de los participantes por el arte mudéjar.

2
caricatura Poble Espanyol

Un apuro en Zaragoza

El ambicioso viaje emprendido hace casi cien años tuvo todo tipo de contratiempos e imprevistos. «En aquella época, ni la red ni el estado de las carreteras eran los que tenemos hoy en día y la oferta de lugares donde pernoctar era lo que era, con las condiciones higiénicas y de confortabilidad mínimas, tanto que en muchas ocasiones rozaban los límites de la precariedad», cuentan los comisarios de la muestra. «Una de las anécdotas más divertidas y entrañables tuvo lugar llegando a Zaragoza, cuando se les averió el coche y Utrillo dejó constancia del momento con una caricatura humorística, en la que los viajeros empujan el vehículo con ayuda de unas mulas». Hoy se conserva en la biblioteca de Santiago Rusiñol de Sitges, donde figura la colección del pintor y dibujante.

3
Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión