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Los Titanic aragoneses: tesoros hundidos bajo las aguas de Aragón

Desde pueblos inundados por el agua hasta yacimientos arqueológicos, bibliotecas sumergidas o una Virgen del Pilar. Las aguas aragonesas esconden también sus particulares pecios sumergidos.

La torre de Mediano y las termas romanas de Tiermas son un ejemplo de elementos que encontramos sumergidos bajo las aguas en Aragón.
La torre de Mediano y las termas romanas de Tiermas son un ejemplo de elementos que encontramos sumergidos bajo las aguas en Aragón.
Verónica Lacasa/Álvaro Calvo

Hace apenas mes y medio el Titán, ese pequeño transporte submarino que quería bajar hasta las profundidades marinas para ver el Titanic, implosionaba en las aguas del Atlántico Norte acabando con las vidas de sus 5 tripulantes y enterrando para siempre bajo el océano las esperanzas de saber algo más sobre el transatlántico hundido más famoso del mundo.

El Titanic no es el único tesoro sumergido bajo las aguas del planeta. Otros muchos pecios de todas las épocas de la historia tuvieron la misma suerte. No solo barcos, los océanos guardan también restos de antiguas ciudades romanas, egipcias o griegas en las que los arqueólogos han tenido que ponerse los trajes de neopreno para descubrirlas, despertando la curiosidad de exploradores, científicos y aventureros.

No hace falta irse tan lejos para interesarse por tesoros sumergidos. En Aragón también tenemos nuestros propios Titanic. Pueblos inundados bajo el agua de pantanos, restos arqueológicos de antiguas termas romanas, bibliotecas sumergidas, vehículos accidentados que han acabado en el fondo de un río o tanques de la Guerra Civil que ha habido que rescatar de las aguas. Estos son algunos de ellos.

1. Antiguas termas romanas de Tiermas 

El embalse de Yesa, casi en la frontera entre Aragón y Navarra, alberga bajo sus aguas los restos de las antiguas termas romanas del pueblo de Tiermas, uno de los municipios abandonados hace más de medio siglo para dejar sitio a la construcción de esta infraestructura hidráulica.

Termas de Tiermas en el embalse de Yesa.
Termas de Tiermas en el embalse de Yesa.
Verónica Lacasa

Normalmente, estos vestigios arqueológicos están sepultados bajo el agua, pero cuando baja el nivel, en épocas de sequía o estivales, salen de nuevo a la luz los restos de lo que un día fue un balneario termal de aguas sulfurosas. Es entonces cuando el tiempo parece retroceder y las termas cobran de nuevo vida con otros usuarios, esta vez del siglo XXI, que aprovechan para bajar a sus piscinas, y tomar unos baños de agua caliente y natural en un enclave histórico y único.

2. Lanuza, Fayón, Mequinenza y Mediano: pueblos bajo los pantanos

La construcción de los embalses de Mequinenza, en la comarca del Bajo Cinca, y de Ribarroja, en la comarca de Bajo Aragón-Caspe, durante el siglo pasado, obligó a los vecinos de Fayón y Mequinenza a abandonar sus casas para dejarle espacio a un proyecto hidrográfico de tamaño colosal. 

Las aguas de ambos pantanos inundaron estos antiguos municipios, que tuvieron que reconstruirse en otra ubicación. El de Fayón, fue cubierto por completo por el agua, mientras que el de Mequinenza solo parcialmente, aunque desapareció gran parte de su trazado urbano y el nuevo Mequinenza se construyó a escasos kilómetros del pueblo viejo.

Los pueblos de Fayón y Mequinenza, inundados por el agua de los pantanos de Ribarroja y Mequinenza respectivamente.
Los pueblos de Fayón y Mequinenza, inundados por el agua de los pantanos de Ribarroja y Mequinenza respectivamente.
Laura Uranga

Una suerte similar corrieron los municipios de Lanuza y Mediano, en la provincia de Huesca. El primero de ellos, quedó parcialmente sumergido tras la construcción del pantano que lleva su nombre. El resto del pueblo fue abandonado aunque, con los años, los antiguos vecinos recuperaron las casas que no estaban afectadas por el agua y las reconstruyeron convirtiendo el lugar en un enclave turístico de gran importancia en el Valle de Tena. Su nombre, incluso, traspasa fronteras gracias a la gran proyección internacional del Festival Pirineo Sur que se celebra allí todos los meses de julio desde hace décadas.

El pueblo de Lanuza a los pies del pantano del mismo nombre y el Festival Pirineo Sur, que se celebra junto al pueblo.
El pueblo de Lanuza a los pies del pantano del mismo nombre y el Festival Pirineo Sur, que se celebra junto al pueblo.
Pablo Segura y EFE

Mediano, por su parte, fue inundado para construir el pantano que lleva su nombre hace más de 50 años y la torre de su iglesia, que sobresale de las aguas, se ha convertido ya en una imagen icónica del Pirineo. Catalogada Bien de Interés Cultural, es el único resto que queda visible de la iglesia del siglo XVII que descansa bajo el agua. 

Cientos de visitantes y turistas se acercan cada año para fotografíar el enclave o acercarse en lancha para ver mejor su arquitectura. El pueblo es destino también de los amantes del submarinismo que se sumergen en el pantano para explorar las calles del pueblo hundido bajo el agua.

La torre de la iglesia sumergida de Mediano es cada vez más visible debido a la sequía.
La torre de la iglesia sumergida de Mediano es cada vez más visible debido a la sequía.
Verónica Lacasa y Javier Navarro

Sin embargo, debido a la sequía, es cada vez más habitual que el nivel del agua descienda considerablemente dejando ver gran parte de las estructuras que llevan bajo el pantano medio siglo.

3. La biblioteca sumergida en el pantano de Lechago 

El pantano de Lechago, cerca de Calamocha, guarda bajo sus aguas desde hace un par de años, una curiosa biblioteca dedicada al escritor aragonés ya fallecido, Félix Romeo. Una década después de su fallecimiento, sus amigos decidieron rendirle un original homenaje en forma de arca llena de libros que sumergieron en el fondo del pantano, cumpliendo así el sueño del escritor de crear una biblioteca sumergida en el pueblo de su familia. 

Biblioteca sumergida dedicada a Félix Romeo en el pantano de Lechago.
Biblioteca sumergida dedicada a Félix Romeo en el pantano de Lechago.
Jorge Escudero

Son 140 obras literarias, dedicadas a Romeo, que fueron encapsuladas en una obra escultórica realizada por José Azul, hecha a partir del vaso de una hormigonera. Esta cápsula del tiempo literaria no se quedará siempre ahí y dentro de 45 años, cuando se cumpla un siglo de su nacimiento, está previsto que se recupere y se instale otra con una nueva remesa de libros.

4. Un tráiler en el río Aguas Vivas

Hace 3 años un grupo de espeleólogos sacaba del río Aguas Vivas, a la altura de la localidad de Segura de los Baños, los restos de un camión de grandes dimensiones que se precipitó al cauce del río hace 50 años. Con el paso del tiempo, el tráiler quedo oculto y semienterrado por los sedimentos y, para su recuperación, los especialistas tuvieron que acceder a él a través de tirolinas y despiezarlo para sacarlo por partes.

Un grupo de espeleólogos convocados por la Federación Aragonesa de esta especialidad ha trabajado durante este fin de semana para despiezar y extraer del río Aguas Vivas un camión de gran tonelaje que se precipitó al cauce en Segura de Baños hace cincuenta años y que, con el paso del tiempo, ha quedado semienterrado por los sedimentos y los desprendimientos. Para llegar al lugar, prácticamente inaccesible, los participantes en el proyecto tuvieron que colocar anclajes y deslizarse con cuerdas y tirolinas.
Un grupo de espeleólogos trabajan para extraer del río Aguas Vivas un camión de gran tonelaje que se precipitó al cauce en Segura de Baños hace cincuenta años.

5. El autobús que cayó al Ebro en Zaragoza

El 19 de diciembre de 1971 un autobús con 50 pasajeros que hacía la ruta Barcelona-Badajoz rompió la barandilla que tenía entonces el Puente de Piedra y se precipitó al Ebro a la altura del Balcón de San Lázaro. 

El autocar no se hundió inmediatamente sino que quedó atravesado de costado en medio de la corriente y muchos de los heridos lograron salir por las ventanillas donde tuvieron que esperar a ser rescatados. 

Imágenes del rescate de los heridos tras la caída del autobús en el Ebro y de la extracción del vechículo.
Imágenes del rescate de los heridos tras la caída del autobús en el Ebro y de la extracción del vechículo.
Archivo Heraldo de Aragón

Una vez en tierra, se intentó remolcar el vehículo para sacarlo del lecho del río. Sin embargo, la sirga que lo sostenía se rompió y el convoy terminó hundiéndose completamente en el pozo de San Lázaro que se encuentra en esa parte del Ebro. 

Hubo un fallecido y nueve desaparecidos, entre ellos, cinco niños. El autobús no fue extraído del Ebro hasta una década después y se creó toda una leyenda entorno a este suceso y al pozo que se lo tragó.

6. Una Virgen del Pilar en el pozo de San Lázaro

Tal y como relata el periodista de Heraldo de Aragón, Pedro Zapater, en un artículo que recuerda este accidente de autobús, en 1975 tres zaragozanos del CADAS (Club Aragonés de Actividades Subacuáticas) bucearon hasta el fondo del pozo de San Lázaro llevando consigo una imagen de la Virgen del Pilar. 

Allí, en el mismo lugar donde se había sumergido el autobús, colocaron la escultura entre dos enormes bloques de piedra rectangulares de unos 5 metros de altura que formaban un estrecho pasillo. La imagen de la Virgen se encuentra allí desde entonces, en lo más profundo del lecho del río a su paso por la capital aragonesa.

7. Un tanque de la Guerra Civil en el Ebro

El pasado mes de noviembre, el periodista de Heraldo de Aragón Ramón J. Campo informaba de una curiosa intervención que hizo un grupo de militares aragoneses en el lecho del río Ebro a su paso por la localidad catalana de Flix. 

El subteniente Jesús Campo, del regimiento España 11 de Zaragoza (i), junto a Luis Avial, de la empresa Condor, durante la búsqueda del tanque.
El subteniente Jesús Campo, del regimiento España 11 de Zaragoza (i), junto a Luis Avial, de la empresa Condor, durante la búsqueda del tanque.
Ejército de Tierra

Efectivos de los regimientos de Pontoneros de Monzalbarba y el España 11 detectaban en el Ebro los restos de un tanque italiano procedentes de la Guerra Civil que cayó al río a finales de 1938. Al parecer, el vehículo fue arrojado al agua por los militares italianos porque se le estropeó el motor y se quedó en medio de la carretera cuando el convoy iba camino hacia Barcelona.

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