Unos 120 niños saharauis llegan mañana a Aragón para pasar unas vacaciones en paz
Todos viajan desde Tindouf, tienen 8 o 9 años y la mayoría de ellos repiten.
Alrededor de 120 niños saharauis aterrizarán mañana a las 14.30 en la capital aragonesa procedentes de Tindouf. Durante los dos próximos meses, los pequeños de entre 8 y 9 años serán acogidos por familias aragonesas como parte del proyecto Vacaciones en Paz, una iniciativa de más de cuarenta años de recorrido en nuestro país que aleja a los menores de los campos de refugiados durante la estación estival con el apoyo de las asociaciones aragonesas Arapaz, Um Draiga, Alouda y Lestifta.
Unas 115 familias acogerán a un niño este año y, según contó a este periódico Oriol Gavín, coordinador del proyecto en Arapaz, alrededor de un 80% repiten la experiencia del año pasado. Algo que ha supuesto una gran ayuda a estas asociaciones, ya que "nunca es sencillo encontrar familias para tantos niños". La mayoría incluso acoge al mismo menor, puesto que, de acuerdo con Gavín, entre 80 y 90 de los niños estuvieron ya en nuestra Comunidad en 2022 y la intención es que regresen cada verano hasta los 12 años.
Gavín explica, además, que uno de los objetivos de Vacaciones en Paz consiste en la integración del niño con su familia de acogida, por lo que no realizan muchas actividades en grupo. En su lugar, la familia en cuestión debe incluir al pequeño en sus actividades veraniegas. "Las familias quieren estar con los niños desde el minuto uno", aseguró. No obstante, sí que hay planeadas algunas excursiones a las instituciones, una visita al parque de atracciones y una fiesta de despedida.
En el desierto y a 50 grados
Para los menores, resulta un ambiente muy diferente de los 50 grados que alcanza el desierto en esta época del año y los hogares aragoneses no pueden ser más diferentes de sus viviendas en el campamento de refugiados. Actividades tan comunes como ir a la piscina o comer un helado puede suponer una experiencia completamente nueva para ellos.
La estancia también se puede comprender como un periodo educativo, pues muchos de los que llegan sin saber español son relativamente fluidos en el idioma a la salida. Su estado de salud también se ve beneficiado debido a la alimentación abundante y sana que reciben por parte de las familias, así como la atención médica periódica.
La iniciativa también permite crear vínculos profundos entre los niños y las familias. Para aquellas con hijos pequeños, los saharauis son viejos compañeros de juegos y la llegada de los menores se llega a concebir como la visita de un hermano mayor que vive fuera. Algunas continúan el contacto después de que el niño vuelva a su país y, cuando este alcanza los 12 años y no puede volver, pasan a acoger a alguno de sus familiares.
Gavín aseguró que el proceso de validación de este viaje, pese a sus ligeros imprevistos, ha resultado más sencillo que el año pasado. "Se puso todo en marcha muy tarde", lamentó. La variante Ómicron generó muchas dudas respecto a la seguridad de su estancia y qué tipo de test les debían realizar. Tampoco ayudó el aumento de las tensiones entre España y Argelia debido a la postura del Gobierno sobre la autodeterminación del Sáhara. Aunque el viaje al final se realizó, la llegada de los niños sufrió un par de semanas de retraso. Lo que les privó de algunas experiencias con sus familias de acogida, que habían preparado excursiones para ellos. Tampoco pudieron acudir tantos niños como otros años, solo acudieron 100 cuando lo normal era 150.
El coordinador de Arapaz consideró que el Gobierno había "hecho su parte" este año al validar el viaje de los menores con rapidez. Gavín no quiso entrar a valorar el conflicto diplomático y afirmó no saber si las relaciones internacionales habían jugado un gran papel en esta entidad. Sin embargo, sí dijo que imaginaba "que algo ha influido, igual que con la ayuda humanitaria".
