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Sin Barreras 30 Aniversario 2024

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El mundo de los cafés y las tapas cae rendido a los pies de los alumnos de Fundación CEDES

A lo largo de todo este año, y gracias a su programa de Transición a la Vida Adulta, más de una decena de usuarios de Fundación Cedes, de edades comprendidas entre los 18 y 21 años, han aprendido importantes lecciones relacionadas con el mundo de la hostelería, con el fin de que, alguno de ellos, pueda encaminar sus pasos hacia ese sector.

Los camareros sirven a sus compañeros de la Fundación.
Los camareros sirven a sus compañeros de la Fundación.
Fundación Cedes

¿Por favor, me puede poner un café expresso, un cortado para mi hermana, con hielo y sacarina; y uno solo en taza, con un azucarillo? Peticiones tan variopintas como esta se repiten diariamente en los cientos de establecimientos hosteleros de todas las ciudades del mundo, donde un ejército de camareros se afana en prestar el mejor servicio, con la mejor de las sonrisas y con la mente puesta en la mítica frase de que "el cliente siempre tiene la razón".

Un oficio, el de camarero, que a veces no está tan valorado como se merece y que acarrea mucha más complejidad que lo que parece a simple vista. Y si no que se lo pregunten a los once alumnos del programa de Transición a la vida Adulta de Fundación Cedes, de edades comprendidas entre los 18 y los 21 años, que llevan todo el curso aprendiendo diferentes tareas relacionadas con el mundo de la hostelería, así como otras relacionadas con lavandería, textil y auxiliar administrativo.

"Ha sido una formación muy completa y muy útil para ellos, porque se han dado cuenta, después de su formación en Educación Básica, que llega el momento de enfrentarse a la vida adulta y todo lo que eso acarrea. Esta es la razón por la que apostamos por este tipo de formación relacionada con la hostelería, porque creemos que es un campo en el que pueden desarrollar algún tipo de tarea", explica Miguel Ba, responsable del proyecto de Transición a la Vida Adulta de la entidad.

Para ello, en este curso han aprendido a hacer cafés, a atender a sus compañeros de pupitre, a saber calcular el precio de las consumiciones y a devolver los cambios... En definitiva, a desenvolverse con fluidez en un campo que hasta ahora era totalmente desconocido para ellos.

El rincón de las mariposas, convertido en cafetería.
El rincón de las mariposas, convertido en cafetería.
Fundación Cedes

Y los resultados los han podido comprobar todos sus compañeros, así como los profesionales de Fundación Cedes que se han mostrado encantados con la atención recibida por estos camareros tan eficaces que, apoyados por una gigantesca carta llena de pictogramas, no se han equivocado ni una sola vez a la hora de servir las comandas.

"Lo que más me gusta de todo es poner los cafés y los batidos y también las galletas que servimos. Tenemos hasta sin gluten", afirma Alba, quien, junto con sus compañeros Izarbe, Daniel y Julen, atiende con gran profesionalidad a los integrantes del taller que han disfrutado de lo lindo de esta actividad que rompe con su rutina diaria.

"La gente piensa que ser camarero es fácil, pero hay que hacer muchas cosas, también cobrar, que es lo más complicado. Y ser muy simpático con la gente", concluye Julen mientras toma nota de los últimos pedidos.

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