El pacto de gobernabilidad en Aragón podría resolverse por la vía de en medio. Mientras Vox exige entrar en el Ejecutivo autonómico, el líder del PP, Jorge Azcón, reitera su intención de presidir la Comunidad en solitario. Para conjugar ambas pretensiones, los interlocutores buscan «soluciones imaginativas», que permitirían a la formación de extrema derecha llegar al Pignatelli pero renunciando a ocupar alguna consejería. Así, los de Abascal se harían con cargos intermedios, como direcciones generales con las que, según fuentes de la negociación, «controlar desde dentro» que se cumple el programa pactado para la próxima legislatura.

El secretario general de Vox, Ignacio Garriga, se mostró ayer optimista. Celebró el gobierno de coalición con el PP materializado en Valencia, un pacto «sensato» y que a su juicio es «ejemplo para toda la nación». Y vio el terreno despejado en el resto de autonomías en juego. «Las negociaciones siguen abiertas en Aragón y Baleares, donde estamos convencidos de que dentro de muy poco habrá buenas noticias», subrayó en rueda de prensa. «Cuando hay voluntad de cambio en esos puntos de España –añadió–, se llega a acuerdos».

Tras el pacto alcanzado entre ambas formaciones para otorgar a los de Abascal la presidencia de la Mesa de las Cortes, la negociación se centra ahora en la investidura de Azcón, que se muestra firme en su intención de gobernar en solitario. Fuentes de Vox insisten en que solo le apoyarán si entran en la DGA, pero reconocen que «Aragón no es Extremadura», donde únicamente aceptarán ocupar consejerías o la repetición electoral.

En Aragón, el PP considera que el ‘pago’ por la Mesa de las Cortes ya ha sido «elevado», y además la aritmética es diferente a todas las demás, puesto que implica conjugar los intereses de formaciones tan dispares como Vox, Teruel Existe y Par. En este escenario, la extrema derecha advierte que solo investirá a Azcón si están «dentro» del Ejecutivo autonómico «de una u otra forma». Así, abren la puerta a aceptar puestos en un segundo escalafón, principalmente direcciones generales.

Con esta fórmula, Vox controlaría la acción de gobierno, tras los «incumplimientos» por parte del PP, denuncian, de los programas pactados en el pasado en autonomías como Andalucía. Y además, podrían defender que no han ofrecido sus votos a cambio de nada. Mientras, Azcón lograría que en la foto con sus consejeros solo aparecieran miembros de su partido, aunque no así en el organigrama completo.

Discrepancia en los plazos

Pero además del qué, las partes discrepan del cómo. Mientras el PP –aunque existen diferentes posturas internas– es más partidario de retrasar cualquier acuerdo de gobierno a después de las elecciones para no afectar a la campaña de su líder, Alberto Núñez Feijóo, en Vox quieren que se resuelva «cuanto antes».

«No entendemos de tacticismos ni de estrategias electorales», advirtió Garriga. «Cada día que pasa es más tarde para revertir las políticas» de la izquierda, apuntó. Vox, por contra, apuesta por «conformar esas alternativas lo antes posible para devolver así la esperanza en Aragón y Baleares».

De igual modo, el secretario general de la formación de extrema derecha descartó matizar su mensaje trasvasista en Aragón, donde existe un histórico rechazo popular a este tipo de actuaciones. «Haremos todo lo que esté en nuestras manos para garantizar el agua en todo el territorio nacional», una declaración que, «a diferencia de otros», defienden por igual en «Aragón, Castilla-La Mancha o Murcia».

Alegría pide «transparencia»

Mientras, el PSOE volvió a la carga contra los pactos que va materializando el PP con Vox en todo el país. Este lunes, la portavoz del partido, la aragonesa Pilar Alegría, criticó «el oscurantismo y la opacidad» de Núñez Feijóo. «Lo vemos con los debates, con los sobresueldos y con los acuerdos a los que están llegando en Valencia, Aragón o Baleares».

La también ministra de Educación calificó esos pactos de «preocupantes» y advirtió de que están conllevando «el borrado y el destierro de la lucha contra la violencia machista». A su juicio, en el PP «no hay principios, ni líneas rojas, ni límites».