Una segunda oportunidad para Fatoumata gracias a sus compañeros de clase

Un grupo de estudiantes del colegio Nuestra Señora de la Merced de Zaragoza han construido un brazo robótico y un traductor de castellano-soninké para su compañera llegada de África.

Los estudiantes de 3º del colegio Nuestra Señora de la Merced con el brazo para su compañera.
Los estudiantes de 3º del colegio Nuestra Señora de la Merced con el brazo para su compañera.
C.I.

Era a finales de enero cuando una nueva compañera irrumpía en el aula de 3º de la ESO del colegio Nuestra Señora de la Merced de Zaragoza. La joven, recién llegada desde Gambia, no hablaba nada de castellano. Además, estaba amputada de un brazo. “Al parecer lo perdió en un accidente de tráfico, aunque no hemos podido conocer mucho más de su historia”, relata Daniel López, profesor y coordinador del proyecto.

Es lunes, el reloj marca las 10.00 de la mañana y la alarma anuncia el inicio de la clase de tecnología en el aula K de la segunda planta. “¡Zafarrancho de tecnología!”, grita un emocionado Daniel. Enseguida, un grupo de alumnos de 3º de la ESO, distribuidos por equipos, se ponen manos a la obra. Unos programan, otros diseñan, otros se encargan de la comunicación y las redes sociales.

La ilusión y las ganas se palpan en el ambiente del aula. No en vano, se encuentran inmersos en una misión con un objetivo importante, más que cualquier nota o aprobado de una asignatura. Estos jóvenes de apenas 15 años están dispuestos a cambiar la vida de una compañera de clase.

Todo empezó en septiembre, con el inicio de esta asignatura optativa. “Cada año en la asignatura de robótica de 3º de la ESO les planteo un reto. Este año, como varios alumnos de la optativa jugaban al voleibol, decidieron hacer algo relacionado con este deporte”, rememora el profesor.

Sin embargo, cuando llegó Fatoumata, se le encendió la bombilla. “Les pregunté que por qué no tratábamos de hacer algo para hacer su llegada más fácil y les pareció una maravilla”, afirma. Así nace el proyecto ‘Welcome pack’ para Fatoumata’, desarrollado entre los alumnos de programación y robótica de 3º. “El reto era demasiado grande, y todos estaban deseosos de hacerlo”, explica.

Por un lado, un grupo de jóvenes se centró en el diseño y desarrollo de una APP de traducción, en la que han invertido varias semanas. “Hemos logrado entendernos con ella con algo de inglés, señalando dibujos y fotografías de cosas y pidiéndole que nos dijera el nombre en soninké”, relata Noelia Ramiro, que destaca “la ilusión con la que poco a poco se ha ido involucrando en el proceso”. Una vez que registraba su palabra, la grabábamos en castellano. Con solo meter el nombre en su idioma le sale la traducción al momento.

Era a finales de enero cuando una nueva compañera irrumpía en el aula de 3º de la ESO. La joven, recién llegada desde Gambia, no hablaba nada de castellano. Además, estaba amputada de un brazo.

“Hemos trabajado con la herramienta APP Inventor, la cual nos ha permitido diseñar la aplicación desde cero y meter más de 100 palabras desde la tablet que, a su vez, hemos escaneado con una cámara de fotos”, añade Lara Miguel, otra de las integrantes del equipo de trabajo que completan Alex Opinca, Tauná Moreno y Randy Castro. “Me parece que estamos haciendo algo útil que puede servirle a una persona. Esto sí merece la pena”, reivindica.

Gracias a este trabajo de inmersión, ahora sus compañeros saben que gato se dice ‘musni’, ‘ule’ es perro o ‘kite’ es brazo. Sin duda, una de las palabras más repetidas por estos jóvenes durante varias semanas. Y si no que se lo pregunten a Rafael Gómez (16), e Ian Martínez (14), integrantes del equipo de diseño que navegan por la interfaz de diseño como auténticos ingenieros. “Ha sido mucho ejercicio de prueba y error. A veces elegíamos un material que no funcionaba o una pieza no encajaba como esperábamos”, explica Rafael.

La motivación de cambiar una vida

Y es que hoy, por fin, ya tienen su brazo hecho en impresión 3D, habilitado para doblar el codo de arriba abajo e, incluso, agarrar algo con el dedo pulgar que han habilitado. “Creo que lo más emocionante ha sido poder ayudar a una compañera para que pueda volver a llevar a cabo las funciones básicas de cualquier brazo. Con este trabajo de clase podemos cambiar una vida…”, añade Ian, emocionado. Todo esto gracias a la donación de unos padres que decidieron regalar al centro una impresora que ya no utilizaban.

Este lunes han recogido el premio Retotecj.
Este lunes han recogido el premio Retotecj.
C.I.

Otro papel fundamental es el que llevan a cabo desde el equipo de comunicación, formado por Blanca Pouso, Elsa Álvarez y Ruth Abad, encargadas de preparar las noticias y los contenidos de las redes sociales, necesarios para lograr uno de sus primeros éxitos, alzarse con uno de los dos premios de la 5ª edición de RetoTech, una iniciativa de Fundación Endesa que tiene por objetivo promover la innovación tecnológica en el entorno educativo y en la que participaban 28 centros de Aragón.

“Lo más bonito ha sido el proceso y ver cómo ha evolucionado su interacción con nosotros en clase. Antes estaba aislada en una esquina, ahora incluso nos hace bromas”, afirman las jóvenes. Un trabajo de clase, desarrollado por jóvenes de 14 y 15 años, que, al menos hasta la fecha. Ya han logrado mejorar la vida de una persona.

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