Un futuro eléctrico y sin emisiones pendiente de definir

La movilidad encara una transformación decisiva que requerirá de grandes decisiones para garantizar una adecuada convivencia entre conductores, ciclistas, peatones y patinetes.

Uno de los nuevos buses eléctricos y el tranvía, en el centro de Zaragoza.
Uno de los nuevos buses eléctricos y el tranvía, en el centro de Zaragoza.
Francisco Jiménez

La movilidad urbana afronta una etapa decisiva marcada por la apuesta por el vehículo eléctrico y la reducción de las emisiones de dióxido de carbono. Por delante vienen años de grandes decisiones, como la implantación de zonas de bajas emisiones o la ‘jubilación forzosa’ de los coches, taxis y autobuses más contaminantes.

Ciudades como Zaragoza, asegura Emilio Larrodé, catedrático de Transportes de la Universidad de Zaragoza, tienen "los mimbres adecuados para progresar y convertirse en referentes" en materia de sostenibilidad. Pero en el camino hay también importantes retos, como la búsqueda de "una buena organización e intermodalidad" y la reconfiguración del sistema vial para garantizar una adecuada convivencia entre peatones, ciclistas y usuarios de vehículos de movilidad personal y reducir el número de accidentes.

La capital, asegura Larrodé, parte de una estructura radial "bien planteada". Bastaría, por tanto, con adoptar medidas "correctoras" que hagan que la movilidad sea más sostenible. Existe, sin embargo, un alto grado de incertidumbre, ya que la tecnología eléctrica no está todavía madura. A esto hay que añadir el alto coste de los vehículos híbridos y eléctricos, "muy elevados y no accesibles para cualquier ciudadano", y más en un momento marcado por la inflación y el aumento de los costes energéticos. "La aparición de combustibles sintéticos y de nuevos sistemas de tracción va a hacer que la migración lleve más tiempo. No creo que vaya a suceder de forma inmediata. Pasarán bastantes años, tanto por los precios como por la infraestructura, que sigue sin estar bien preparada", expone el catedrático.

En su opinión, la implantación del bus eléctrico es ya de por sí "un logro". Se trata de un sistema por el que están apostando «la mayoría de ciudades europeas» y que tendrá un papel clave en la carrera hacia un modelo de cero emisiones. El reto ahora es encontrar medios no contaminantes que resulten efectivos, permitan transportar al mayor número de usuarios posible y se puedan compatibilizar con otros medios disponibles para mejorar la movilidad.

Este debate se ha convertido en uno de los ejes de la campaña electoral, con Natalia Chueca (PP) apostando por la electrificación de la flota del bus urbano y Lola Ranera (PSOE) planteando una segunda línea del tranvía para conectar el eje este-oeste.

La capital cuenta por ahora con cerca de una treintena de buses eléctricos, una renovación que se ha complicado por la crisis de suministros. El Consistorio recibió fondos europeos para comprar 68 unidades, y en abril confirmó nuevas ayudas para hacerse con 40 más, lo que permitirá que en 2024 un tercio de la flota sea 100% eléctrica.

Modelos a seguir

Medidas como las zonas de bajas emisiones, apunta Larrodé, van a depender "muchísimo" de cada ciudad. "La disminución de las emisiones contaminantes se puede conseguir reduciendo los vehículos contaminantes o el nivel de tráfico. Es decir, que solo puedan acceder los residentes o quienes tengan que hacer repartos. Hay que estudiar todo con mucho cuidado y buscar la solución menos dañina para las personas que viven en el Centro", expone.

Bicicletas y patinetes eléctricos también jugarán un papel importante en la movilidad del futuro. Tras el bum vivido en los meses posteriores al estallido de la covid-19, el número de usuarios de los vehículos de alquiler ha ido en descenso, circunstancia que ha propiciado la salida de empresas como Reby, dejando a Bolt como la única firma que opera actualmente en Zaragoza.

La próxima corporación tendrá que decidir qué hace con el hueco dejado por la primera. Especialmente teniendo en cuenta que hay varias empresas interesadas en desembarcar en la capital. Larrodé resta importancia a la caída de usuarios, y cree que el modelo ha llegado "al porcentaje que tiene que tener". "Como todo, ha habido un momento álgido y luego ya se ha estabilizado. Esta no es una tendencia que vaya a ‘inundar’ a toda la población. Ha de tenerse en cuenta que el perfil suele ser gente joven, y que ir en bici o patinete tiene sus inconvenientes», recuerda.

Sí cree necesario reconfigurar el sistema vial, especialmente ante el incremento del número de accidentes, común a otras ciudades. "Los carriles bici se hicieron, por así decirlo, donde se pudo. Ahora, lo que hay que hacer es que el peatón pueda andar seguro por las calles y que los vehículos vayan por su carril. Lo tenemos como asignatura pendiente", admite, al tiempo que insta a fijarse en ciudades "de gran tradición ciclista" como Ámsterdam o Copenhague, que se han dotado de carriles "perfectamente preparados".

Vehículo privado

Más de 111.000 turismos de Zaragoza tienen más de 15 años. La transición se prevé lenta por el elevado precio de los coches eléctricos y la falta de infraestructura.

Transporte público

La capital avanza en la electrificación de la flota municipal y contará con 108 buses eléctricos y dos nuevos tranvías de cara al próximo año.

Bicicletas

Europa ha garantizado ayudas para renovar el obsoleto servicio Bizi, que lleva varios años perdiendo usuarios. La previsión es que entre en funcionamiento en 2025.

Patinetes

La próxima corporación tendrá que decidir qué hacer tras la marcha de la mayoría de empresas de movilidad compartida. Actualmente solo una opera en Zaragoza.

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