La berrenda en negro, esa raza de vacas que echa raíces en Godojos

Pablo Jaime lleva una semana con una explotación en extensivo en esta localidad de la comarca de Calatayud de 10 vacas, un toro y cinco terneros de una raza en extinción.

La berrenda en negro, una raza en peligro de extinción, en tierras aragonesas.
La berrenda en negro, una raza en peligro de extinción, en tierras aragonesas.
JMACIPE

Vara en mano, chiflido al viento y rodeado por Antón y Chira, dos de sus perros, Pablo Jaime Gil está desde hace una semana en pleno proceso para gobernarse con 10 vacas, un toro y cinco terneros de berrenda en negro. Se trata de una raza autóctona declarada en peligro de extinción por el Ministerio de Agricultura de la que se hasta diciembre de 2022 había 3.509 cabezas en toda España. Del total, 14 están en Aragón y a ellas se unirán las 15 que este joven de 27 años ha llevado hasta Godojos, en la comarca Comunidad de Calatayud, procedentes de la villa cacereña de Ceclavín. El quinto de los terneros, de nombre Gregoria, nació el pasado martes ya en tierras bilbilitanas

"Antes había en la zona, se usaba para cabestraje y sacar bueyes. Está demandada en ganados de lidia y en actos taurinos. Está muy acostumbrada a este tipo de terreno", describe. En este sentido, detalla que "a la hora de comer, aunque les suplemento con pienso y paja, aprovechan muy bien el pasto. Aquel pino -señala a un árbol dentro del recinto de una hectárea donde tienen su cobertizo- tenía ramas hasta el suelo y casi lo han limpiado. Imagina el monte", comenta. Así, su propósito es que se familiaricen con la zona y salir en extensivo.

La berrenda en negro, una raza en peligro de extinción, en tierras aragonesas.
La berrenda en negro, una raza en peligro de extinción, en tierras aragonesas.
Macipe

Para dar ese paso, reconoce Pablo, todavía falta un periodo de adaptación. "Mi idea es sacarlas a pie, como si fueran ovejas. Pero no les puedes forzar. Se dejan y tienen facilidad para aprender, pero tienes que hacerlo cómo quieran ellas y cuándo quieran ellas. Si no, los problemas son puntiagudos", reconoce en referencia a la cornamenta que desarrollan y en contraposición con las 300 de otro tipo que tiene estabuladas en otro recinto y que puso en marcha hace cuatro años.

Su objetivo es "si todo sale bien, vender a vida: sementales, reposición a otras ganaderías y extender la raza", explica, avanzando que tiene pendiente darse de alta en Anabe, la asociación que agrupa a los productores de este tipo de vacuno. Para llegar a este punto, Pablo confiesa que no ha sido fácil y que le ha llevado "más de tres años de papeleos". "Es un tiempo impensable para poder montar un negocio. Hay unas exigencias que no tienen en cuenta la realidad", critica.

La berrenda en negro, una raza en peligro de extinción, en tierras aragonesas.
La berrenda en negro, una raza en peligro de extinción, en tierras aragonesas.
Macipe

Asimismo, reconoce que el momento actual de sequía también le afecta "porque hubiera hecho forraje con esparceta y no he podido". "Les doy paja racionada y pienso también a cuenta gotas, porque no están acostumbradas y así se evitan problemas digestivos", valora. A pesar de esas dificultades, este ganadero también se acuerda de los apoyos y las facilidades: "En la OCA (Oficina Comarcal Agroambiental) de Ariza me lo han agilizado todo", reconoce.

Esas palabras las hace extensibles a su familia y a su novia, Rocío, por lo que "tienen que aguantar", dice riendo. También menciona a Fernando y Alfonso ya que "siempre me echan una mano y el vallado y las cubiertas sino es por ellos no lo podría haber hecho".

La berrenda en negro, una raza en peligro de extinción, en tierras aragonesas.
La berrenda en negro, una raza en peligro de extinción, en tierras aragonesas.
Macipe

Pablo es el primer ganadero del entorno en acogerse a las Zonas de Protección de Especies Necrófagas para eliminar cadáveres. La Asociación para la Conservación de la Biodiversidad en el Jalón asesora y colabora con él para tramitar las autorizaciones. "En extensivo es posible volver a dejar los restos en el monte. Reduce costes por eliminación de cadáveres y los ambientales por transporte y quema, a la vez que se incrementa disponibilidad de alimento", sostiene Andrea Rodríguez, de Acobija.

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