La falta de lluvias y el calor amenazan con reducir hasta un 40% la producción de uva en Aragón

Las denominaciones de origen aragonesas mantienen la esperanza de que las precipitaciones lleguen pronto, pero temen que si no es así «el daño sea mayor»

La sequía comienza a dejar huella en los viñedos de la Denominación de Origen Cariñena.
La sequía comienza a dejar huella en los viñedos de la Denominación de Origen Cariñena.
S. E.

Hay preocupación entre los viticultores aragoneses. Los productores de las cuatro denominaciones de origen aragonesas –Cariñena, Campo de Borja, Somontano y Calatayud– sumaron el pasado año una producción de algo más de 139 millones de kilos de uva–, así como las once bodegas incluidas en la Indicación Geográfica Protegida Vinos de la Tierra –que incluye a las zonas productoras de Bajo Aragón, Ribera del Jiloca, Ribera del Gállego-Cinco Villas, Valle del Cinca y Valdejalón– no dejan de mirar al cielo porque la falta de precipitaciones comienza ya a dejar huella visible en las vides. 

Tampoco pierden de vista el termómetro ya que las altísimas temperaturas, inusuales para el mes de abril y mayo, agravan el estrés hídrico de la planta que se encuentra ahora en plena brotación.

«La afección es mucha, tirando a muchísima», explica el presidente de la Denominación de Origen Cariñena, Antonio Ubide, que relata que en las zonas de tierra más arcillosas, la planta apenas alcanza una altura de diez centímetros. Y las bayas (el fruto) «están muy pequeñas, lo que hace presagiar unos bajos rendimientos», añade. 

Ubide explica que el viñedo en regadío tiene mejor cara, pero «también esta teniendo muchos problemas», detalla el máximo responsable de la D. O. más grande y más antigua de Aragón, que explica que este año ha sido necesario aplicar riegos de invierno que no son habituales en otras campañas.

Por eso, Ubide estima que esta extrema sequía podría provocar una reducción de cosecha de entre un 35% y un 40% respecto a una producción media, que ronda los 83 millones de kilos de uva. «Eso significa que podríamos quedarnos con apenas una producción de 50 millones de kilos», señala el presidente de la D. O., que recuerda que hay que remontarse hasta 1995 para encontrar una cosecha tan corta en esta denominación.

Y estas cifras se refieren, insiste Ubide, a la situación «a día de hoy». Todo puede cambiar todavía y no solo para bien. Dependerá de si las ansiadas lluvias llegan en los próximos días, porque si las precipitaciones se resisten, advierte, el porcentaje de daños podrían ser incluso superior. «Si esto se cumple va a ser un auténtico desastre», señala el máximo representante de la D. O. zaragozana, conocida en el mercado como el Vino de las Piedras.

En Campo de Borja la preocupación también es máxima. Ya lo adelantaba el pasado lunes Eduardo Ibáñez, presidente de la denominación situada a los pies del Moncayo durante la inauguración de su Muestra de Garnachas que se celebra hasta hoy en el Museo de Zaragoza, que estimaba que si el tiempo no cambiaba próximamente la cosecha de esta D. O. podría ser un 30% inferior a los más de 28 millones de kilos del pasado año.

Cautela y esperanza

Más cauteloso se muestra el presidente de la Denominación de Origen Calatayud, Miguel Arenas, que matiza que la situación de «extrema sequía y anormal calor» que vive el viñedo aragonés es similar a la que soporta este cultivo en toda España. 

Asegura que a pesar de ello, las vides de esta denominación están brotando «con cierta normalidad, aunque también con desigualdad». Una circunstancia que, según Arenas, podría deberse también a que la planta se está resintiendo por la sequía y el asfixiante calor que soportó el verano pesado, así como por el «cosechón», como lo califica su presidente, recogido en 2022 y que alcanzó los 13,5 millones de kilos.

Aunque asegura que es pronto para hacer previsiones, insiste en que la denominación no ha realizado aún estimaciones reales, pero reconoce que a día de hoy se podría prever una reducción de cosecha de entre un 10% y un 15%. Señala, sin embargo, que la situación podría dar un vuelco total si llegan las lluvias en los próximos meses. 

De eso esta denominación tiene experiencia. «Nuestras vides han sufrido mucho otros años y luego se han recuperado bien», explica, por lo que Arenas confía en que hasta el momento de la vendimia –es la última en recolectar– el cielo haya dado un respiro. Eso sí, reconoce que aunque quiere ser positivo, «la situación es preocupante a tope».

Francisco Berroy, máximo responsable de la única denominación oscense, la D. O. Somontano, prefiere no poner todavía cifras a la posible merma que pueda ocasionar la falta de lluvias en sus viñedos. Reconoce, sin embargo, que el 55% de su superficie es de secano y que «ya vienen muy resentidos de la campaña anterior en la que apenas llovió entre abril y septiembre». 

Insiste, sin embargo, que «desde luego, la situación no es como la que vive el cereal» y asegura que vive «con la esperanza de que tiene que llover», aunque reconoce que si se repite el verano de 2022 –sin lluvias y con altísima temperaturas– «será un desastre».

En los viñedos que integran IGP Vinos de la Tierra de Aragón, la floración «es demasiado irregular», señala Víctor Manuel Martínez, gerente de la bodega turolense Amprius Lagar y presidente de la asociación que aglutina a once de las bodegas que se inscriben en las zonas productoras de esta marca de calidad, que reconoce que el excesivo calor también está afectando a la floración, por lo que «seguro que habrá problemas con los rendimientos, serán menores».

Tampoco en estas zonas han hecho todavía estimaciones de la merma que la nefasta combinación entre falta de lluvia y excesivo calor pueden provocar en las cosechas de las distintas zonas productoras acogidas a esta IGP. Pero Martínez reconoce que «existe una gran preocupación». Y es que los viticultores reconocen que la incertidumbre la añade especialmente las altas temperaturas registradas desde el pasado mes de abril, porque no se sabe como va a responder la planta ante un calor más propio de verano, que nunca antes habían soportado en primavera. 

Cariñena

Integrada por 32 bodegas y 1.358 viticultores que cultivan algo más de 14.000 hectáreas de viñedo repartidas por 16 municipios, esta denominación de origen no solo es la más grande de Aragón sino también una de las más antiguas de España. Su cosecha media ronda los 83 millones de kilos de uva, una cifra que el presidente del consejo regulador, Antonio Ubide, ve muy lejana este año si las necesarias lluvias se resisten a llegar.

Campo de Borja

Conocida como el Imperio de la Garnacha, esta denominación se extiende por 16 municipios situados a las faldas del Moncayo, en los que se cultivan unas 7.000 hectáreas de viñedo, de las que más de 4.000 son de la variedad garnacha. En 2022 su producción alcanzó, contra todo pronóstico, los 28,5 millones de kilos, una cifras que podría reducirse entre un 25% y un 30% si las plantas no reciben cuanto antes el alivio de las precipitaciones.

Somontano

Con una cosecha media, alrededor de casi 17,3 millones de kilos, cerró la campaña la denominación de origen oscense, que integra a 30 bodegas y 4.000 hectáreas en las que se cultivan 15 variedades de uva. La D. O. Somontano no pone todavía cifras a la merma que podría causar este año la extrema sequía, especialmente en sus tierras de secano, pero reconoce que si no llueve y se repiten las temperaturas del pasado verano «será un desastre».

Calatayud

as 16 bodegas de esta denominación de origen zaragozana, que se extiende por casi 3.500 hectáreas que se distribuyen por 51 municipios, cerraron la cosecha de 2022 con un sorprendente e inesperado incremento de la producción, que se ha cifrado en un 27%, alcanzando las 12,6 millones de kilos de uva frente a los 9,881 millones de la campaña anterior. Ahora, si el tiempo no cambia, la cosecha podría ser hasta un 15% inferior.

Vinos de la Tierra

La Indicación Geográfica Protegida (IGP) Vinos de la Tierra, incluye a cinco zonas productoras (Bajo Aragón, Ribera del Jiloca, Ribera del Gállego-Cinco Villas, Valle del Cinca, Valdejalón y Ribera del Queiles, compartida con Navarra). Son una veintena de bodegas las que elaboran vinos al amparo de alguna de las indicaciones, con un total de 4.553 hectáreas de viñedo, en los que comienza a ser visible el efecto de la sequía y el calor.

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