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Ara Malikian: "Estoy enamorado de Aragón, lo llevo en mi corazón"

El violinista recibe este domingo la Medalla de las Cortes de Aragón 2023.

Ara Malikian, con su violín en su casa de Madrid.
Ara Malikian, abrazado a su violín en su casa de Madrid.
Enrique Cidoncha

El parlamento aragonés entregará hoy a Ara Malikian la Medalla de las Cortes de Aragón 2023, máxima distinción de la institución por su "excepcional talento e incuestionable aportación a la música clásica y contemporánea".

Lo primero que cabe decir es felicidades.

Yo solo puedo decir gracias. Estoy muy honrado, muy emocionado, con tanto honor. Es cierto que llevo Aragón en mi corazón. Sin buscarlo, ha sido mi destino en la vida. Todo a mi alrededor es aragonés: mi mujer, mi hijo, mi familia, todo mi entorno laboral. He descubierto Aragón, sus raíces, sus artistas. Lo reconozco: estoy enamorado de Aragón.

¿Habría sido diferente todo si no hubiera conocido a la actriz, guionista y realizadora zaragozana Nata Moreno?

Absolutamente diferente. Nata es el amor de mi vida. Todo cambió para mí desde que la conocí. Cambió mi concepto de vida. Además, me enseñó Aragón, la belleza de esta tierra. De repente, comencé a identificarme con Aragón. Fue algo hermoso e inesperado para mí. Hasta entonces, solo viajaba. Es cierto que me sentía a gusto en cualquier lugar del mundo. Ahora me sigo sintiendo bien en cualquier lugar del mundo (sonríe)…, pero prefiero ante todo Aragón.

Su otro amor es una pequeña caja de resonancia, un mástil y cuatro cuerdas que usted acaricia como nadie: el violín.

Es mucho más que un trozo de madera, muchísimo más… La música también es esencial para mí, para mi existencia. También le tengo que estar enormemente agradecido a la música. Es mi pasión. He salido de situaciones difíciles gracias a la música.

Su peripecia vital es de película. Y la de su familia, también. Ahí está ‘Ara Malikian, una vida entre las cuerdas’, ganadora del Premio Goya a Mejor Película Documental 2020.

La vida me ha enseñado que hay que vivir el presente. Mi familia padeció el genocidio armenio.

Su abuelo huyó de Armenia. Salvó el pellejo por un violín…

Fue en 1915. Así es. Salvó su vida gracias a un violín, a un grupo musical. Llegó al Líbano, a Beirut, donde formó una familia. Allí viví momentos muy difíciles. Mi abuelo nunca me contó la historia, pero Nata decidió hacer el documental. Lo vivido es muy útil como enseñanza.

¿En qué instante se dio cuenta de estábamos ante un artista de vanguardia?

Es un camino. Tengo algunos defectos, pero también virtudes importantes que son fundamentales, como el trabajo y la pasión.

No es poca cosa…

También toqué en las calles, en los restaurantes.

Qué gran escuela es la escasez...

Todo aportó en mi aprendizaje, mi formación, mis vivencias.

¿Qué violinistas constituyen sus referentes? ¿Paganini, Sarasate o contemporáneos como Itzhak Perlman o Sarah Chang?

Por supuesto, los que más me gustan son Paganini y Sarasate. En cada violín existe el alma de Paganini... Ellos son la historia del violín. Cambiaron la música.

Usted vendrá en junio con su violín a Huesca.

Tengo muchas ganas de actuar en Aragón, en mi tierra. Tengo ganas de que llegue ese concierto por todo. Siento mucho Aragón. Además, nuestra oficina también la tenemos allí, en Zaragoza. También vamos a hacer una gira mundial que se paralizó hace dos años por la pandemia.

Una curiosidad final: ¿por qué le puso a su hijo Kairo de nombre?

Lo soñé, se lo comenté a Nata y le gustó. Ya tiene ocho años mi hijo Kairo.

Yo pensaba que era por Kairós…

¿Kairós? ¿Mitología griega?

Sí. Los griegos tenían dos dioses del tiempo: Cronos, el dios del tiempo cronológico, el de la sucesión monótona de los días; y Kairós, el dios del tiempo único, de esos momentos que uno evoca y no olvidará jamás.

!Qué bonito, Kairós! Ahora mismo se lo diré a mi hijo.

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