entrevista 

Luis Arrufat: "En la cabeza tengo casos en los que sabíamos quién era el culpable y sigue en la calle"

El ex jefe de Homicidios de la Policía Nacional de Zaragoza presentó este martes su novela ‘Sala de espera’ inspirada en el asesinato ocurrido en 1995 en la residencia de Movera. 

Luis Arrufat, exjefe de la unidad de Homicidios en la Policía Superior de Zaragoza, ante el edificio donde trabajó y con el ejemplar del libro 'Sala de espera' de Amazon.
Luis Arrufat, exjefe de la unidad de Homicidios en la Policía Superior de Zaragoza, ante el edificio donde trabajó y con el ejemplar del libro 'Sala de espera' de Amazon.
Guillermo Mestre

¿Qué hace un policía escribiendo una novela?

A veces, la experiencia en tu vida es tan larga que te da una posibilidad de escribirla cuando te jubila. Es un ‘hobby’ que tenías escondido.

¿Cómo le marcó el crimen de la residencia de Movera, ocurrido en 1995 (un anciano mató a otro por celos por suponer su relación con otra residente)?

Me marcaron porque eran mayores y porque acabó en una muerte. Lo habitual es que sean jóvenes los implicados en los crímenes. La personalidad del autor de ese asesinato es tremenda y se desarrolla en el libro.

¿Qué había detrás del caso?

Uno de los ancianos se enamora de una mujer, también anciana, y mata al otro porque creía que también lo estaba. En realidad no era así, fue una muerte infundada y no debía haber ocurrido.

Este homicidio coincidió con el secuestro de Publio Cordón…

Los de Homicidios y toda la Jefatura Superior de Policía Nacional y la Policía Local colaboramos para resolver el secuestro de Publio Cordón, pero el caso que yo llevaba era el crimen de los ancianos.

¿Se resolvió rápido?

Lo resolvemos en el mismo día. Si lo resuelvo en diez páginas, se acaba el libro. Lo he novelado y lo he complicado para alargarlo. Lo encontramos en la residencia y nos declaró que el muerto se lo merecía.

¿Qué lectura hace de la soledad de la vejez en la novela?

En Homicidios llevamos los desaparecidos o la aparición de cadáveres. Es tremendo llegar a una casa llena de correspondencia en el buzón, y los vecinos hace tiempo que no ven al vecino y puede llevar tres meses muerto. Es muy fuerte morir en soledad, cuando más necesitas a alguien  que te acompañe para ayudarte a pasar al otro lado.

¿En las residencias se evitan las soledades?

En las residencias se comparten. A veces tus sobrinos te visitan cada mes, luego cada año y al final ya no sabes de ellos, pero eso no les pasa a todos sino que son casos extremos.

¿Los crímenes suelen cometerse por amor o por dinero?

Es verdad, aunque también hay otros crímenes accidentales. Hubo un caso muy conocido de un hombre al que mataron en la estación del Portillo al entrar a orinar porque esa noche había un loco que iba a matar al primero que entrara y lo hizo.

¿Por qué se titula su libro ‘Sala de espera’?

Le llamo ‘Sala de espera’ porque el crimen acaba pronto, pero pasó en una residencia de ancianos. Con perdón, creo que son las salas de espera para la muerte. Lamentablemente, allí vamos a esperar algún día que se acabe y terminemos. Para algunos se hace corta y a otros se acostumbran porque tienen allí lo que no tenían en su casa, los amigos y las partidas de guiñote, y se les hace larga.

Lo escribió en 'chapurriau' y lo han traducido al castellano…

Es un gran honor para mí. Solo somos 42.000 hablantes de aragonés antiguo. Siempre lo hemos hecho al revés, traduciendo el ‘Pedro Saputo’ para que la gente lo disfrute. Me ha llamado gente emocionada por leerla en 'chapurriau' porque se marcharon del pueblo con once años y han vuelto a ver su lengua.

Recorte de Heraldo de Aragón del crimen de la residencia de Movera, 31 de agosto de 1995.
Recorte de Heraldo de Aragón del crimen de la residencia de Movera, 31 de agosto de 1995.
Archivo de Heraldo de Aragón

¿Escribirá más novelas de crímenes?

De momento, no. Empecé en 2017 cuando hicimos la serie Grupo 2 con Roberto Roldán (se emitió en Cuatro). He escrito otra en 'chapurriau' de la Guerra Civil en el Bajo Aragón y lo he novelado porque somos una región abandonada y escribo para nuestra gente para leer su lengua.

"El secuestro de Quini fue como si unos albañiles quisieran construir Notre Dame, salvando las distancias"

¿Algún caso por resolver como policía le vuelve a la cabeza?

En todos los trabajos se cometen errores; en la justicia, también. Yo los he tenido, también, como otros compañeros de investigación. No hay nadie perfecto. En la cabeza y en el corazón tengo varios casos en los que sabíamos quién era el culpable y sigue en la calle por nuestra incompetencia.

Recorte del juicio del crimen de Movera, en Heraldo de Aragón, en 1996.
Recorte del juicio del crimen de Movera, en Heraldo de Aragón, en 1996.
Archivo de Heraldo de Aragón

¿La jubilación le abrió mucho tiempo para la reflexión?

Pasé por la empresa privada de seguridad porque pasábamos a la segunda actividad y es muy importante conocerla. La jubilación se ve como algo nuevo. Pero la vida sigue siendo bonita y te trae otras distracciones. Al que le gusta leer es una maravilla y con la serie de la tele, más todavía.

Uno de los casos que llevó fue el secuestro de Quini en una casa de Zaragoza y unos autores muy singulares a los que la víctima llegó a perdonarles…

Fue como si unos albañiles quisieran construir Notre Dame, salvando las distancias. El ‘caso Quini’ lo hicieron una gente que no tenía dinero y quisieron ganarlo así, aunque eran unos inexpertos que nos llevaron de cabeza durante mucho tiempo hasta que los encontramos. Fue fundamental cuando se iba a entregar el dinero. La investigación se llevaba en la Policía de Barcelona y aquí colaboramos. Al sacarlo del agujero a la luz, él no sabía quién lo secuestró y solo veía a mucha gente con pistolas. En la Jefatura, recuerdo que Quini solo pensaba en su mujer.

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