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El sector agrario advierte que la dura sequía amenaza ruina y cierre de explotaciones

Agricultores y ganaderos afirman que hace décadas que las producciones no sufrían una falta de lluvias "tan prolongada".

Cereal de secano en la comarca del Bajo Cinca afectado por la sequía.
Cereal de secano en la comarca del Bajo Cinca afectado por la sequía.
UAGA

El desánimo cunde en el sector agrario aragonés que va perdiendo la esperanza de que el cielo sea generoso y riegue en las próximas semanas y en abundancia cultivos que no han recibido una gota desde hace meses. Agricultores y ganaderos que están viviendo en propia piel el incierto escenario que está dejando la falta de lluvias quieren mantener la esperanza, porque la inminente llegada de precipitaciones podría revertir la preocupante situación que presentan ya muchas de las producciones agrícolas. Pero son realistas y comienzan ya a temer lo peor. Advierten que la sequía amenaza con llevar a la ruina a numerosos profesionales y auguran que sin agua no serán pocos los que tengan que echar el cierre a la explotación y abandonar la actividad.

"No se van a sacar las cosechadoras", señala Mariano Urieta, agricultor de Lécera (Zaragoza), que cultiva 700 hectáreas de cereal de invierno, que explica que en 40 años nunca había vivido una situación como la actual. Aunque está acostumbrado a producir en una comarca "desértica", en la que apenas llueve y tampoco llega el agua de riego, Urieta insiste en lo inusual del momento. "La gente mayor de esta zona dice que desde 1953 no había visto una sequía tan prolongada", añade.

Este agricultor recuerda que en la comarca de Belchite, el 70% del cultivo de cereal de secano que iba más adelantado "está totalmente seco" y en su pueblo, Lécera, "la avena y el trigo aguantan", pero solo podrán soportar el estrés hídrico que padecen un par de semanas más. "Lleva sin llover desde el año pasado", asegura Urieta y reconoce que él –es ganadero integrado–, como muchos otros agricultores, pueden llevar estas pérdidas gracias al porcino. "Va a ser un año catastrófico", augura.

La misma desesperanza transmiten las palabras de José Manuel Quero, que califica de "desastre" el panorama que está dejando la sequía en los frutales de secano. Esta fruticultor tiene 20 hectáreas de cereza en Tobed, localidad de la comarca Comunidad de Calatayud, donde asegura haber perdido ya entre un 40% y un 50% de la capacidad de producción. "He dejado de cultivar tres hectáreas porque la mitad de los árboles estaban secos", afirma Quero, que señala que cuando una parte tan importante de un cultivo deja de producir es inviable continuar con el resto porque el desembolso y el trabajo que hay que realizar es el mismo para tener solo la mitad.

"Es una catástrofe, la ruina total para muchos agricultores", insiste este fruticultor, que a sus 64 años está pensando en dejar la actividad. "No lo tenía previsto pero es la propia naturaleza la que me va a obligar a jubilarme", asegura Tobed, que reconoce que si tuviera 40 años también tendría que optar por dedicarse a otro trabajo.

Y es que en los cultivos frutales, la falta de precipitaciones no solo se traduce en un descenso de la producción. Si los árboles se mueren hay que reemplazarlos y eso supone un coste de entre 10.000 y 12.000 euros por hectárea el primer año. Además, recuerda Quero, después hay que esperar entre cuatro o cinco años para tener que tengan fruto. "Ahora y con esta sequía es inviable producir en secano", señala.

Este fruticultor insiste en que de los árboles secos ya no hay nada que esperar, pero las plantaciones jóvenes si recibieran buena cantidad de agua en los próximos días podrían aguantar. "Eso sí, tendrían muy poca cosecha", advierte.

"Lo estamos pasando mal"

En la "zona cero" del incendio de Ateca se encuentra José Manuel Casado, ganadero de la localidad zaragozana de Moros, donde el fuego arrasó más de 5.000 hectáreas de las 14.000 que devoró el incendio que provocó una chispa de los trabajos de reforestación en julio del pasado año.

Si las llamas ya habían inutilizado una amplia zona de pastos, ahora la sequía complica mucho más la alimentación del ganado. "Yo nunca he conocido esto. La tierra está totalmente muerta", señala Casado, que relata lo duro que es salir con el rebaño al monte –tiene 500 ovejas– "y comprobar que no hay nada de nada".

Este ganadero asegura que toda la ganadería extensiva lo está pasando "muy mal", porque, al menos en su zona, donde están acostumbrado a inviernos muy duros, no es habitual que la falta de precipitaciones se alargue hasta casi el mes de mayo. Una circunstancia que está obligando a los productores no solo a suplementar con pienso la alimentación de su cabaña, sino que además también tienen que procurarles el agua. "Eso supone también un trastorno y un gasto porque hay que llevarla con un tractor y una cuba", añade.

Así que Casado esta convencido de que si a la nueva PAC y a que este no es un trabajo cómodo se suma ahora esta extrema sequía y en mayo se repiten las temperaturas que se registraron en 2022, "muchas explotaciones lo van a tener muy difícil y a los ganaderos nos le va a quedar otra que abandonar".

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