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La impronta aragonesa en la investigación que reescribe el puzle genético de las poblaciones del Paleolítico

La bióloga molecular aragonesa Vanessa Villalba-Mouco, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania e investigadora de Unizar, participa en los dos estudios publicados a inicios de mes en las revistas 'Nature Ecology and Evolution' y 'Nature'.

La bióloga molecular aragonesa Vanessa Villalba-Mouco, en una imagen de archivo.
La bióloga molecular aragonesa Vanessa Villalba-Mouco, en una imagen de archivo.
V. V.-M.

Como encontrar una aguja en un pajar. Así describe la bióloga molecular aragonesa Vanessa Villalba-Mouco el hallazgo de un individuo que vivió hace 23.000 años en el sur de la Península ibérica, y cuyo análisis de ADN ha dado un vuelco a la historia genética de las poblaciones de cazadores-recolectores del Paleolítico.

"Aportamos el primer dato de un individuo que vivió en la época glaciar en la cueva de Malalmuerzo (en el pueblo granadino de Moclín). Nos lo sitúa en el momento que más frío hacía en Europa. Hasta ahora no teníamos restos de esa cronología y tan bien conservados. Normalmente, el ADN se preserva en zonas en las que la temperatura no es muy cálida y el clima, no muy seco. Al contrario de lo que ocurre en Andalucía. Por eso estos datos de una latitud tan al sur y de la Península ibérica es un punto fuerte de nuestro trabajo", explica la científica aragonesa, que trabaja en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania y es investigadora Margarita Salas en la Universidad de Zaragoza.

Trabajos en la cueva de Malalmuerzo, en la localidad granadina de Moclín.
Trabajos en la cueva de Malalmuerzo, en la localidad granadina de Moclín.
V. V.-M.

Villalba-Mouco es primera firmante y coordinadora del estudio que se publicó a primeros de mes en 'Nature Ecology and Evolution' y también es coautora de otro en 'Nature', fruto del trabajo de dos equipos de investigación internacionales y en el que se analiza el ADN de cazadores-recolectores de antes y después de la Edad del Hielo en Eurasia. "Los dos se complementan muy bien y por eso decidimos que se publicaran el mismo día", detalla.

Eso fue el pasado 1 de marzo y de ambos se concluye que hubo una continuidad genética absoluta en la Península ibérica, que esos individuos sobrevivieron y que, cuando se retiró el hielo, se expandieron por Europa. "El ser humano se adapta como puede al medio. Hasta ahora se creía que se habían extinguido; teníamos un gran vacío en lo que es Europa del Oeste en comparación con Centroeuropa. En Italia las poblaciones que tenemos antes y después de la Edad del Hielo no son las mismas, es decir, hay un reemplazamiento de población, un cambio genético", explica.

Asimismo, estos estudios paleogenómicos han permitido descartar una conexión entre el individuo de Malalmuerzo con el continente africano, en las dos direcciones. "No encontramos estos flujos genéticos entre el norte de África y el sur de la Península ibérica, lo cual es un poco llamativo porque a nivel de estudios culturales los arqueólogos siempre han sugerido que estas conexiones podrían existir. A lo mejor fue muy puntual, pero no una migración de población que deje un impacto genético. Sabemos que ocurrió, aunque es bastante más tardío", informa.

Mientras, el segundo trabajo -'Paleogenómica de los cazadores-recolectores europeos del Paleolítico Superior al Neolítico', publicado en 'Nature'- revela que el oeste y el sudoeste de Europa sirvieron como refugios climáticos para la persistencia de grupos humanos durante la fase más fría de la última Edad de Hielo. "Mientras las poblaciones de la península italiana y la llanura de Europa del Este fueron alteradas genéticamente, desafiando el papel de estas regiones como refugios glaciales", tal y como se recoge. En él se analizaron 356 genomas antiguos de cazadores-recolectores, incluidos nuevos datos genómicos de 116 individuos de 14 países de Eurasia occidental y central, que abarcan hace entre 35.000 y 5.000 años. Hasta 12 científicos han participado en dicha investigación.

Diente humano recuperado de la cueva granadina de Malalmuerzo.
Diente humano recuperado de la cueva granadina de Malalmuerzo.
Pedro Cantalejo

Vanessa Villalba-Mouco se muestra orgullosa de las investigaciones realizadas y solo tiene agradecimiento para sus compañeros en el Instituto alemán Max Planck (su director, Svante Paabo, es el Premio Nobel de Medicina de 2022 por desvelar la genética de humanos extintos) y sus supervisores en el extranjero. Detrás hay mucho trabajo y una metodología que se podría considerar novedosa. "Hace cosa de 10 años, en el estudio del ADN antiguo solo éramos capaces de secuenciar un individuo, y en el último podemos tener hasta 350. Han mejorado mucho las técnicas", reconoce la bióloga molecular aragonesa, cuya labor se ha centrado sobre todo en el análisis de datos (más laboratorio). "Lo que lleva más tiempo son los análisis de datos. Al trabajar con genomas manejas un montón de información y necesitamos hacer uso de ordenadores potentes, clústeres de supercomputación...", cuenta.

A ella el periodo que más le interesa es el Paleolítico, del que todavía quedan muchas incógnitas. Tal y como recuerda, la población de esos cazadores-recolectores en Europa era pequeña y cualquier cambio le afectaba "al 100%". "Por eso es tan sorprendente que en la Península ibérica no se produzcan cambios (genéticos). Se sabía que era refugio biogeográfico para ciertos tipos de animales y plantas, que también sobrevivieron en la época glaciar. Ahora estamos viendo que con las poblaciones humanas pasó algo parecido. Después de la glaciación mejoraron las condiciones climáticas y ya no fue solo un sumidero sino que actúa como fuente y se produce la repoblación de Europa a partir de la Península ibérica. Hasta entonces era un refugio, un callejón sin salida al que no todas las poblaciones accedieron", señala.

"Después de la glaciación mejoraron las condiciones climáticas y se produce la repoblación de Europa a partir de la Península ibérica. Hasta entonces era un refugio, un callejón sin salida al que no todas las poblaciones accedieron"
"Este proyecto lo empecé durante la pandemia, ha durado casi tres años y he estado en tres posiciones diferentes: Viena, Barcelona y Leipzig" 

En este punto, recuerda en la época glacial de Alemania hacia arriba todo el continente sería hielo. "Esto hace que disminuya el espacio disponible para las poblaciones y se retraen hacia el sur. Los individuos que llegan a la Península ibérica lo hacen sobre todo a zonas costeras, con temperaturas más suaves y donde sobreviven mejor", añade.

Por otro lado, remarca que proyectos de investigación de envergadura que acaban en publicaciones de alto impacto -como los dos en los que ha participado- requieren tiempo. Algo con lo que no suelen contar los investigadores españoles. "Si no tienes estabilidad no tienes cómo acabarlos. Los contratos postdoctorales que he ido teniendo hasta la fecha, excepto este último, han sido de un año y este proyecto lo empecé durante la pandemia. Ha durado casi tres años y he estado en tres posiciones diferentes: investigadora postdoctoral en Alemania (pero destinada a Viena), investigadora postdoctoral en Barcelona y otra vez a Alemania (Leipzig) con un contrato (Margarita Salas, de tres años, para formación de investigadores en el extranjero) de la Universidad de Zaragoza", enumera.

Este es su segundo año de contrato con el campus aragonés y en 2024 retornará a Zaragoza. "Después no sé qué pasará", dice. "Tienes que recorrer mundo si quieres sacar las cosas adelante".

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