La ampliación del parque Pignatelli se estrena este mes: así son los lagos y las nuevas zonas verdes
Parte de la zona verde permanecerá cerrada un tiempo para permitir el crecimiento de la hierba. Ya ha comenzado el llenado de los estanques y se han colocado los juegos infantiles y de mayores.
Ni un minuto que perder. Decenas de operarios apuran la recta final de las obras de ampliación del parque de Pignatelli de Zaragoza, llamada a ser, junto a la plaza de Salamero y la avenida de Navarra, la gran obra municipal del año. Con el recuerdo de los viejos depósitos de agua que allí había, que marcan todo el diseño arquitectónico y paisajístico de este nuevo pulmón verde, el objetivo es abrir las instalaciones al público a finales de este mismo mes.
Con un presupuesto de 5,7 millones de euro s, el proyecto supone la transformación de los 30.000 metros cuadrados de la manzana comprendida entre Santiago Guallar, el paseo de Ruiseñores, Maestro Estremiana y el propio parque de Pignatelli. Como si siguieran la huella de la vieja infraestructura hidráulica, el proyecto ha configurado tres gigantescos rectángulos, cuyo concepto gira en torno al agua y al recuerdo de lo que allí un día hubo.
"Esto antes era una isla, no era accesible. No percibías el tamaño de esto", dice el arquitecto Héctor Fernández Elorza, que de niño vivió en el paseo de Ruiseñores y veía todos los días "el mar" de los depósitos sin saber exactamente qué era. "Es la segunda manzana más grande de Zaragoza, después de la de algún polígono industrial", comenta el ingeniero José Ángel Navamuel, que le acompaña en la visita.
Los operarios trabajan en el paseo de Wilson, junto a Maestro Estremiana, para adecuar la zona para el tránsito. Allí se ha recuperado un viejo muro, se han colocado las sirgas para las enredaderas y se han dejado casi listo el mirador con vistas al actual parque. Nada más entrar uno se topa con el enorme lago que ocupa una de las tres zonas en las que se divide el espacio.
No solo dispondrá de luz led para crear un efecto espejo por la noche o de una estructura para generar agua nebulizada, sino que también habrá un embarcadero para coger una barca. Tendrá 60 centímetros de profundidad, el máximo para no tener que vallar su perímetro. De momento, ya está prácticamente completado el proceso de llenado del vaso, que contará a su alrededor con unos bancos diseñados por Fernández Elorza para proteger del cierzo.
Jardín de bandas
El segundo gran ‘depósito’ de este nuevo parque es el denominado jardín de bandas. Es un espacio con una zona de vegetación muy variada y árboles frutales, en el que se configuran zonas de descanso con bancos. El ladrillo, muy similar al que tenían los depósitos, cobra gran relevancia en esta zona.
Allí se han colocado unos llamativos juegos infantiles, "en los que no habrá que hacer cola", bromea Navamuel. También habrá un lugar para que los mayores puedan hacer gimnasia, con la idea de mantener una comunicación entre generaciones. "Se trata de volver a poner en relación a los niños y los ancianos", explica Fernández Elorza. Cerca de allí habrá lo que se conoce como un ‘hotel de insectos’.
Esta segunda gran zona del parque también tendrá agua. Por un lado, justo al lado de una estructura para facilitar el crecimiento de las enredaderas, hay un espacio de juegos con chorros que alcanzarán hasta los dos metros de altura y que se activarán en verano para que los más pequeños se refresquen. Por otro, hay una fuente elaborada de una sola pieza de 15.000 kilos con piedra de Calatorao.
"Es la mayor piedra de Calatorao que se ha traído a la ciudad. Hay que valorar más nuestra cantera. Nos vamos a busca granito gallego y la piedra la tenemos aquí", comenta Fernández Elorza. En su afán de cuidar la memoria del espacio, los arquitectos han recuperado antiguos pedestales y bases de columna que estaban almacenados en Pignatelli y que ahora se dejarán a la vista entre la vegetación.
La tercera zona del nuevo parque se abre tras pasar la fuente. Es una zona con una ligera pendiente para configurar un anfiteatro natural salpicado de bancos de piedra que llega hasta un estanque que actúa como antesala de un escenario para espectáculos musicales o teatrales.
En este momento, los trabajadores están con las plantaciones, tanto de árboles de gran porte (palmeras), que darán sombra como del césped. Fernández Elorza pide paciencia. Toda esa zona estará vallada durante unos meses para que pueda crecer la hierba. "Es como el nacimiento de un bebé. Los árboles tienen que crecer", afirma Navamuel, que espera que en verano este espacio pueda lucir sus mejores galas.
Como curiosidad, se han recuperado algunos de los materiales depositados en Pignatelli, como viejos bordillos de piedra de Calatorao o piezas talladas, para pavimentar dos de las rampas que llevan hasta el anfiteatro. También hay otras dos para garantizar el acceso a los discapacitados.
El proyecto ha permitido resolver dos problemas más que tenía la zona. Por un lado ha permitido la apertura de la calle de Santiago Guallar, donde actualmente la empresa Aedas Homes está construyendo 65 vivienda libres. Por otro lado se ha construido un nuevo acceso al Colegio Nuestra Señora de la Merced. “De ese modo los niños podrán salir directamente al parque”, explica Navamuel.
A la espera de que toda la operación urbanística se complete con las bandas de equipamientos y las viviendas protegidas previstas en la zona, los responsables del proyecto están satisfechos. "La ciudad va a ganar un espacio verde de una dimensión que la gente no es consciente. Si la gente no se impacienta, se darán cuenta del privilegio que van a tener», concluye Fernández Elorza mientras los obreros aceleran ante la inminencia de la inauguración.
