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Juan Mariano Monasterios: "Desde Zaragoza hago un programa de toros para Venezuela"

Periodista taurino venezolano.

Monasterios, en el patio de cuadrillas del coso de Pignatelli.
Monasterios, en el patio de cuadrillas del coso de Pignatelli.
Oliver Duch

O sea, que el programa de toros más seguido en Venezuela lo hace usted desde Zaragoza…

Es una historia muy larga. Si quiere le cuento.

Vamos ahí.

Nací en San Cristóbal, en los Andes venezolanos. A la zona se la llama la Andalucía de Venezuela por su rebosante tradición española.

Ahí engloba los toros…

Por supuesto. Yo empecé en el toro por mi abuelo, Mariano Bernal, natural de Grañén, en la provincia de Huesca. Gestionaban el Hotel Astor, el hotel de los toreros de San Cristóbal. Mis abuelos llegaron allí en 1958. Crecí envuelto en el ambiente taurino. Conocí a los más grandes.

Antonio Ordóñez, Paco Camino…

Por supuesto. Y a Palomo Linares, Paquirri, Ángel Teruel, Puerta, Miguel Márquez… También a aragoneses, como el Tato o Jesús Millán. Y a los de mi tierra, como Morenito de Maracay, 17 años consecutivos acartelado en San Isidro.

¿Cómo se introdujo en el periodismo?

A través de la emisora de la Universidad de Los Andes. Comencé en el programa deportivo ‘Ovaciones’, creando un segmento taurino de diez minutos. Hubo éxito y en 1998 pasó a ser un programa íntegramente taurino, ‘El toro bravo toma la palabra’. Lo hago desde España desde 2017.

Qué paso, Juan Mariano.

Vine a España a ver a mis padres, a mi hijo y a mis hermanos. Entre todos me convencieron para quedarme. Ahora, desde Zaragoza hago el programa para Venezuela. Intentamos hacer un producto de calidad, con los mejores críticos. Cubrimos las mejores ferias. En Zaragoza nos informaba hasta su retiro el maestro Ángel Solís.

Solís como indicador: lo máximo.

Sin ninguna duda. Su crítica tiene mucha verdad.

Mucha, no: toda, licenciado Monasterios. Por cierto, ¿su programa es torista o torerista?

Le concedemos más importancia al toro. La verdad y la seriedad de la fiesta la da el toro: su trapío, su bravura, su raza, también su mansedumbre. El toro nunca miente, siempre avisa cuando se echa a los lomos al torero.

Hablaba de mansedumbre…

El manso también ha abierto puertas grandes.

Los mansos tienen peligro…

Todo tiene peligro en el toro: al maestro Antonio Bienvenida lo mató una vaquilla.

¿Quién le suliveya?

Hay mucho y muy bueno. José Tomás es punto y aparte.

¿Pablo Aguado?

Delicadeza.

¿José Ortega?

Expresión.

¿Ginés Marín?

Tengo que verlo más...

¿El Juli?

La maestría total.

¿Talavante?

Muchísimo arte.

¿Ferrera?

Irreverencia.

¿Enrique Ponce?

Un reloj suizo.

¿Morante de la Puebla?

Marca la pauta. Lidia todo tipo de encastes y en todas las plazas.

¿Y ‘King’ Roca?

Roca Rey no se puede proclamar rey del toreo, porque rey es quien va a todas las plazas de primera.

¡Tiene que venir a Zaragoza!

Por supuesto. Me gustaría hacer un apartado para los Manzanares.

Ese quite para el Manzanas...

Manzanares padre e hijo dignifican su título de matador de toros.

Matador de toros: dícese de quien mata al toro...

Exacto. Pero lo mata dignificando la grandeza del toro. Matador es el que dignifica la suerte suprema. Matadores son Manzanares padre e hijo. También me gustaría hacer un agradecimiento a Fernando García Teruel y a Jesús Millán, que tanto me ayudaron cuando llegue a Zaragoza.

Dicen que de bien nacido es ser agradecido…

Y a César Faraco Alarcón ‘el Cóndor de los Andes’, que fue mi universidad en el toro; y a Hugo Domingo Molina, historia taurina de Venezuela. Sin ellos, sería complicado desarrollar el programa que hago desde Zaragoza.

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