"Cuando le dices a un niño hospitalizado que eres la maestra, le cambia la cara"

Unos 1.100 niños pasan cada año por el aula hospitalaria del Hospital Infantil de Zaragoza para continuar sus estudios mientras están ingresados.

Las maestras Esther Gasca, Alicia Navarro y Elena Madrazo, en el aula hospitalaria del Miguel Servet.
Las maestras Esther Gasca, Alicia Navarro y Elena Madrazo, en el aula hospitalaria del Miguel Servet.
M.O.

El Hospital Infantil de Zaragoza cuenta con un aula hospitalaria a la que acuden los niños que se encuentran ingresados con el objetivo de que no pierdan clase por estar en el hospital y no se retrasen en las materias cuando vuelvan a sus colegios.

Cada año alrededor de 1.000 niños pasan por este aula del Hospital Miguel Servet. En el curso pasado fueron 857 menores de diferentes etapas educativas: educación infantil, primaria y ESO. Al frente de este colegio, tres maestras que no solo imparten las materias curriculares adecuadas a la edad de sus alumnos, sino que, sobre todo, intentan sacarles una sonrisa para aliviarles, en la medida de lo posible, su estancia en el hospital. 

“Es un aula igual que las que hay en cualquier colegio publico de Aragon”, dice Alicia Navarro, profesora del aula hospitalaria del Miguel Servet. “Vienen a ella los niños de entre 3 y 16 años que están hospitalizados, los que pueden porque sus circunstancias lo permitan. Si no pueden venir, nos desplazamos nosotras a su habitación para proporcionarles materiales para trabajar”, explica Navarro. 

“Nuestro objetivo es que no se descuelguen de sus estudios mientras estén ingresados, pero a la vez trabajamos de una forma más alternativa utilizando el juego, cuentos y emociones, para que puedan expresar cómo se encuentran”, continúa la maestra. “La mayoría están con goteros y no pueden escribir, por lo que nos adaptamos a las características propias de la enfermedad”, añade. “Queremos que se sienten alumnos, que, por unas horas, dejen de ser niños enfermos”, señala Navarro.

La maestra del aula hospitalaria del Miguel Servet, Esther Gasca, con una alumna.
La maestra del aula hospitalaria del Miguel Servet, Esther Gasca, con una alumna.
M.O.

“Planificamos una actividad y la flexibilizamos para que llegue a todos los niños. De esta manera nos adaptamos a los diferente ritmos y necesidades de estos alumnos”, dice Esther Gasca, otra de las maestras de este aula. “Trabajamos de manera directa con los colegios y los proyectos los hacemos de manera conjunta”, apunta.

Las estancias de la mayoría de los niños no son largas, “entorno a una semana”, explican en esta escuela. Los niños de oncopediatría sí que pasan más tiempo en este aula, “algunos de ellos vienen durante semanas e incluso el curso completo y se trabaja con ellos de manera más constante los contenidos escolares”, explican. 

"En la habitación nos reciben con una sonrisa. Con esos momentos ya tengo el sueldo pagado".

“Los que no pueden asistir a clase los vistamos en la habitación. Allí nos reciben con una sonrisa”, dice Elena Madrazo, la tercera de las maestras que integran el equipo docente del aula. “Cuando les dices: no vengo a pincharte, soy la maestra, les cambia la cara. Con esos momentos ya tengo el sueldo pagado. Es una satisfacción inmediata”, asegura Madrazo.

Varios niños hospitalizados asisten a clase en el aula hospitalaria del Miguel Servet.
Varios niños hospitalizados asisten a clase en el aula hospitalaria del Miguel Servet.
M.O.

Esto es un oasis para ellos porque pueden evadirse y dejar de pensar que están ingresados en un hospital”, añade “Nosotras intentamos normalizar un poco una situación que ya de por sí es hostil para ellos y conseguimos que este rato sea positivo”, apunta Madrazo.

Mucho más que un colegio

Esta maestra se ocupa normalmente de los niños de ESO porque “me gusta mucho esa etapa”. “Les enseño lengua, análisis sintáctico y matemáticas sobre todo”, explica Madrazo. Normalmente a esta edad, “los niños se agobian al no poder ir a clase porque saben que pueden retrasarse en sus estudios y que les costará ponerse al día cuando vuelvan. En estos niveles, una semana o 15 días sin ir a clase puede significar retrasarse mucho con los contenidos. Aquí trabajamos para que eso no pase”, asevera la maestra.

"Los niños se agobian al no poder ir a clase porque saben que pueden retrasarse en sus estudios".

Los niños están separados por edades, los más pequeños realizan una actividad en una mesa circular mientras que los mayores, de la ESO, trabajan las matemáticas o la lengua en otra mesa aparte. Hugo tiene 10 años y lleva una semana ingresado. “Venir a clase aquí es mejor que en mi colegio porque es más divertido. Leemos libros, jugamos… He hecho nuevos amigos y así no me aburro tanto, porque el hospital nos hace estar tristes y aquí estamos más contentos”, dice este alumno.

A Felix, de 14 años, le encontramos peleándose con unos problemas de álgebra. Lleva casi una semana ingresado pero le van a dar de alta enseguida. Ha asistido a clase, ”cuando ha podido”. Pero agradece poder hacerlo porque “cansa mucho estar tanto rato en la habitación. Aquí podemos estudiar, jugar y hablar con otros niños”, explica este joven turolense.

Haydée, de 11 años, lleva solo unos días ingresada y, afortunadamente, pronto se irá a casa. Para ella, asistir a clase aquí ha supuesto un descanso ya que “estaba muy agobiada porque estos días tenía exámenes en el colegio y no los he podido hacer ni tampoco estudiar porque no me encontraba bien”, confiesa. “Me agobiaba pensar en que tenía que volver a clase y ver que mis compañeros habían avanzado con las materias. Me puse muy nerviosa pero aquí estoy estudiando para que al volver a clase no me haya quedado atrás”, apunta esta paciente.

"No sabíamos que existía este aula y creemos que es de lo mejor que puede haber en el Hospital Infantil".

En el aula se encuentra también Carlos Aísa, padre de Amaya, de 6 años, una de las alumnas que asiste a esta aula por primera vez. “Tenemos a la pequeña ingresada y, aunque solo estará dos o tres días, han venido las profesoras a la habitación para invitarla a asistir a clase”, dice este padre. “Me parece algo estupendo. Nos sabíamos que existía y es de lo mejor que puede haber en el Hospital Infantil", afirma. 

"Es una manera de que no pierdan clase porque bastante tienen con estar ingresados como para también tener que repetir curso”, apunta Aísa, que ha venido a acompañar a Amaya para ver si se adapta bien a su primer día en el aula. “Así está con otros niños y desconecta del hospital porque estaba muy nerviosa, ya que es la primera vez que está ingresada”, asegura.

“Las familias que están aquí están pasando una situación muy difícil y nosotros somos una figura de apoyo para que sus hijos continúen de una manera más o menos normal con su trayectoria educativa”, señala la maestra Alicia Navarro. “No hace falta estar hecha de una pasta especial pero sí tener una cierta sensibilidad hacia estas personas que están en un momento difícil de su vida”, añade.

“A veces es muy duro pero muy gratificante. Poder ayudarles y sacarles una sonrisa”, dice Esther Gasca. "Tenemos la parte buena de ellos, poder ver cómo disfrutan. Es mi mayor gratificación y eso se pone por encima de todo”, confiesa.

El Hospital Infantil de Zaragoza dispone de un aula hospitalaria a la que acuden los niños que se encuentran ingresados para continuar sus estudios mientras permanecen en el hospital. Tres maestras son las encargadas de impartir las clases a alrededor de una decena de niños cada día, de entre los 3 y los 16 años.
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