Vuelta al mundo en velero con un bebé de 9 meses
Los Busquets ya lo tienen todo preparado para partir en julio hacia el Caribe en una embarcación de 14 metros y con una criatura recién nacida. Los temporales es lo que más les preocupa.
A Leo Busquets Dopico lo llaman ‘Grumetillo’. Dicen que tiene “amplias habilidades para gatear y ponerse de pie en condiciones de viento y oleaje”. A sus apenas 9 meses ya atesora 850 millas de navegación, lo que es un buen entrenamiento porque sus padres se han propuesto dar la vuelta al mundo en un velero. “Curiosamente el primer viaje de la vida de Leo fue a Teruel. Estábamos invitados a una boda y lo llevamos con apenas 21 días”, comenta su madre Carmen Dopico, que se ha propuesto que ‘Grumetillo’ sea un niño que viva viajando. Ella es patrona de yate y vive junto a su pareja, Oriol Busquets, hace tres años en el Forquilla, una embarcación amarrada en el puerto de Barcelona en la que se están “preparando a conciencia” para una aventura que exige conocimientos de salvamento marítimo, medicina intensiva, pesca… Al fin y al cabo, “supervivencia en alta mar”.
La idea es hacer una primera parada en Canarias y surcar después el océano Atlántico para “vivir de primera mano la experiencia de los grandes navegantes”. “Nuestro principal objetivo es que Leo entienda el mundo conectando con la naturaleza más pura, aprendiendo a gestionar los recursos limitados de a bordo y conociendo todo tipo de culturas”, explica Carmen.
Pero, ¿cómo se lía uno la manta a la cabeza y decide dar la vuelta al mundo en velero? Cuentan los intrépidos aventureros que el proyecto comenzó con la decisión de Oriol de cambiar drásticamente de vida: dejar tierra firme y dar la vuelta al globo. Él, antes de capitán de yate, fue operador de cámara en numerosos proyectos de cinematográficos, lo que le llevó a conocer bien Aragón (es responsable -entre otras- de la imagen de ‘Centauro’, de Netflix, buena parte de cuyo metraje se rodó en la Comunidad). Oriol era un hombre “más de montaña que de mar” hasta que inopinadamente decidió cambiar de aires y conocer mundo. Ya con este propósito conoció a Carmen, quien no dudó en apuntarse al proyecto y juntos buscaron y encontraron en Sicilia la embarcación idónea. La Forquilla es un velero (modelo Jeanneau Sun Odyssey) de 14 metros de eslora y 4,5 de manga. Es de fibra de vidrio con cubierta de teca y tiene tres camarotes y dos baños.
“Ya teníamos el barco y una tripulación valiente o, quizá, inconsciente porque aún nos quedaba mucha preparación para poder partir: navegar, estudiar y desmontar el velero de arriba a abajo, consultar mapas, libros náuticos, direcciones de viento, etc.”, explican. En medio de todo este proceso, nació Leo en mayo de 2022 y, en lugar de abandonar sus planes, a los nueve días ya lo pusieron a navegar: con dos meses llevaba 500 millas a sus pequeñas espaldas. “Aprendió a gatear y a caminar agarrado sobre el casco, en equilibrio y sintonía con el movimiento de las olas. Él ha dado sentido completo al proyecto, es una razón aún de más peso para hacerlo”, comentan los progenitores, al tiempo que consideran que así el pequeño se empapará de la naturaleza más pura y crecerá “observando y viviendo el mundo de una forma muy diferente a la que lo solemos hacer todos”.
¿Qué teme la pareja de la futura travesía? Leo reconoce el barco como su casa (“no conoce otra cosa”) por lo que la adaptación no les preocupa en exceso. Contratiempos los puede haber de todo tipo, de hecho, en uno de los primeros viajes de Leo por la costa alicantina al Forquilla se le rajó la vela mayor y pasaron algún apuro. “Es fundamental estar informados sobre la meteo para los días siguientes, vigilar constantemente el barómetro y estar preparados para actuar en caso de que haya un temporal. Creemos que el miedo más grande de todo navegante es que te pille uno en el peor momento, pero lo capearemos”, explican.
También asustan los contenedores semisumergidos que se caen de algunos barcos de carga, que pueden resultar fatales para una pequeña embarcación como la nuestra, y nunca perderemos de vista el horizonte por si algún barco transoceánico no nos ve en el radar y viene en rumbo de colisión”. Los aventureros cuentan que llevan un botiquín de ocho pisos con remedios “ante cualquier situación” y confían en poder contactar por radio si la situación fuera muy extrema. Otro asunto espinoso es el de la financiación de la expedición, si bien los Busquets comentan entre bromas que en alta mar los gastos son escasos. Para los amarres en puertos y todos los preparativos sí están echando mano de los ahorros acumulados y, además, están buscando patrocinadores que quieran acompañarles en la travesía.
La fecha prevista de partida es finales del mes de julio, con la idea de hacer tres meses de prueba por el Mediterráneo. “En octubre bajaríamos a Canarias para hacer el cruce del Atlántico. La intención es llegar a Martinica, y de ahí dar las vueltas que queramos por el Caribe”. Este es el plan inicial que -insisten- es susceptible a ciertos de cambios. Tampoco saben exactamente cuánto durará la aventura porque “hay muchos países de América que nos gustaría visitar (Venezuela, Colombia, Ecuador, Chile...), pero lo iremos viendo sobre la marcha. Es otra ventaja de ir con la casa a cuestas, que no tienes que programarlo todo al detalle”.
Pueden ser dos, tres o cuatro años de viaje, “aunque suponemos que será Leo quien diga ‘hasta aquí’ cuando ya quiera una vida más estable”, auguran. Todos los preparativos de cara a la aventura, así como los 'entrenamientos' previos que ya se están llevando a cabo, se pueden seguir en el perfil de Instagram de @velero_forquilla donde los Busquets cuentan ya con más de 84.000 seguidores.
