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La otra cara de la jubilación: "Hay gente que a los 70 años se abandona en un sillón"

Para Javier Casamián, sociólogo y exdirector del Centro de Mayores Salvador Allende de Zaragoza, es clave planificar la nueva etapa con antelación y "objetivos reales". "Si no, esa vitalidad inicial se irá apagando", afirma.

El sociólogo y educador social Javier Casamián, que acaba de escribir un libro sobre cómo preparar la jubilación de cara a una nueva etapa vital
El sociólogo y educador social Javier Casamián, que acaba de escribir un libro sobre cómo preparar la jubilación de cara a afrontrar una nueva etapa de la vida.
Francisco Jiménez

"Te jubilas y no sabes vivir". Lo dice el zaragozano Manuel Rivas, que durante 40 años trabajó en El Corte Inglés y se prejubiló a los 61. "Nunca he tenido tiempo para nada, solo para trabajar. Hasta que te acoplas a la nueva situación pasan dos o tres años", comenta.

Superada esa etapa inicial, este pensionista reconoce que es ahora cuando ha comenzado a realizar cosas que antes no hacía, como ir de fiesta con otras parejas de amigos, salir a comer ("de menú") con su mujer todas las semanas... "Al principio, solo quería estar con mi esposa y ella necesitaba también su espacio. He tenido que llegar a los 68 años para empezar a vivir", explica tras su experiencia.

La tan ansiada jubilación también tiene su cara 'b' y nadie nos prepara para pasar, en un santiamén, de una intensa agenda laboral a estar inactivos. Como recuerda el sociólogo y educador social Javier Casamián, uno podrá estar "hasta las narices" del trabajo, pero este orienta el horario y crea una red de relaciones personales, entre otros aspectos. "Hay una primera fase que es un poco de luna de miel y una segunda en la que llega un proceso de desencanto. Hay gente que a los 70 -cuando todavía le quedan 15 años perfectos de vida- se abandonan en el sillón porque no han sabido, de alguna forma, vencer ciertas actitudes. Han decidido que ya no tienen fuerzas para equilibrar su vida".

Casamián habla con conocimiento de causa: durante más de 30 años (toda su vida laboral) fue director del Centro de Mayores Salvador Allende de Zaragoza. Dice que hasta allí se acercaban de vez en cuando familiares que querían "colocar" a los padres o maridos en alguna actividad para que llenasen el tiempo o personas que de 'motu proprio' iban para huir de la soledad. "He visto gente que entraba con soledad acusada. En los primeros años de jubilación, el porcentaje que hay de tristeza es muy alto, según los estudios. Hace una década en los centros de mayores, el 90% de la motivación de la gente era salir de casa y tener un ámbito donde relacionarse. Ahora, estos ofertan servicios más específicos, aunque el trasfondo de toda actividad es relacionarse y huir de la soledad", informa.

Para transitar sin sobresaltos por la nueva etapa, este sociólogo considera que lo ideal es tener un plan de lo que se querría hacer con dos años de antelación y con "objetivos reales de vida cotidiana". "Si no se planifica, esa vitalidad inicial ser irá apagando", sostiene. ¿Y qué debería tener dicho proyecto? En su opinión, un poco de todo, como en la dieta mediterránea: ejercicio, relaciones, cultura y creatividad. "Hay que tener una visión global de todo lo que esa persona va a necesitar y reflexionar, porque se entra en un tiempo donde las cosas cambian", remarca.

"Lo ideal es tener un plan dos años antes de la jubilación. Y, como en la dieta mediterránea, debería incluir un poco de todo: ejercicio, relaciones, cultura y creatividad"

¿Y qué más aconseja? Analizar los medios económicos con los que se cuenta (tanto esa persona como su familia por si tienen que hacer algún cambio), pensar en los valores que encierran los objetivos marcados, ser flexible y consciente de que uno controla su vida y no actúa por inercia o modas. "Tiene que tener una filosofía de vida donde integre todo ese planteamiento", destaca.

María Soria, de 73 años, es una aragonesa que lleva muy bien su jubilación. Va cuatro días a la semana al gimnasio (le insistió su hija y practica deporte en grupo) y, ante todo, ha buscado "socializar". "Estar en contacto con personas distintas; todas me han aportado y espero que yo también a ellas. Tratar con otra gente te abre el mundo y, además, no te crees el centro de atención", resalta esta mujer, a la que también le gusta hacer crucigramas y leer. "La lectura te amplía la mente y hace que no pierdas vocabulario. Lo fundamental, es no quedarte en casa. Yo recomendaría a todo jubilado que se lo tome con deportividad y no deje de hacer cosas: que se mantenga activo tanto física como mentalmente", apunta.

Por su parte, Roberto se jubiló hace 15 años y los dos primeros se matriculó en la universidad en un curso sobre tecnologías. "Ocupo mi tiempo con actividades y sigo con las mismas amistades, que para mí son importantes. Me lo paso bien y no tengo ningún problema. Puedo hacer lo que me dé la gana, sin horarios...", cuenta. Y, al igual que María, anima a otras personas mayores al 'moverse'. "Que elijan lo que quieran, pero que hagan algo. Que no estén en casa viendo series y sin hacer nada".

Y Javier Casamián, ¿a qué se dedica desde hace dos años? "Tenía claro que debía ser coherente con mis planteamientos y salir (una vez jubilado) con un proyecto de vida", advierte. Ese camino a seguir incluye tocar algún instrumento musical, escribir y hacer voluntariado social. De momento, sabe leer partituras con el saxofón y ha publicado dos libros: el primero 'Tiempos inciertos', con la idea de que sea una triología sobre la democracia española; y el segundo 'Carta a un amigo jubilado'. "Este último es como un manual. La Fundación Entabán de Zaragoza, el Colegio de Educadores y yo queremos divulgarlo con charlas y talleres de preparación a la jubilación", avanza.

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