jóvenes y nuevas tecnologías

Abuso de las nuevas tecnologías: "Los niños juegan en el recreo a que están dentro de un videojuego"

Los menores pasan una media de 4 horas al día conectados a Internet y la mitad de los adolescentes atendidos en la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental tiene problemas relacionados con el abuso de las nuevas tecnologías.

Niño jugando en Internet con varias pantallas de ordenador.
Niño jugando en Internet con varias pantallas de ordenador.
Imagen de Bob en Pixabay

Las nuevas tecnologías se han convertido en una parte fundamental de nuestras vidas. Las utilizamos para todo. Para hablar con amigos y familia, para realizar nuestras compras diarias, para formalizar trámites, gestionar nuestras cuentas bancarias, teletrabajar, jugar online e, incluso, ligar. Las usamos tanto que a veces puede ser demasiado. Sobre todo entre los más jóvenes. El 98% de la población de 16 a 24 años usa Internet diariamente según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Los menores pasan de media 4 horas diarias conectados a una pantalla fuera de las aulas o lo que es lo mismo, la mitad del tiempo que deberían dedicar a dormir. Esta es una de las conclusiones del estudio anual de Qustodio. Según otro informe, en este caso de Cáritas, la práctica totalidad de los adolescentes tienen contacto diario con las pantallas, el 96% cuentan con móvil propio y uno de cada cinco está en riesgo de uso adictivo de las pantallas. Ante esta tendencia que va en aumento, algunos colegios estadounidenses ya han prohibido la utilización de dispositivos tecnológicos en el aula y existe un debate creciente en nuestro país sobre esta cuestión.

“Los niños que pasan muchas horas frente a una pantalla presentan dificultades de comunicación expresiva, de contacto visual, de relaciones entre iguales, retrasos del lenguaje y del habla”, dice Olga Lázaro, psicopedagoga. “Les faltan habilidades sociales y tienen problemas de interpretación del lenguaje no verbal, de las emociones del otro y de empatía”, enumera Lázaro. “Algunos niños vienen a la consulta con acentos diferentes a los de su lengua materna porque se les pega la forma de hablar de los youtubers que ven en Internet y estamos detectando que, desde hace un tiempo, juegan en el recreo del colegio como si estuviesen dentro de su videojuego favorito”, constata. 

En la adolescencia el problema se agrava. “Tengo pacientes que pueden estar 8 y 9 horas al día conectados a Internet. Esas horas se las quitan del sueño y de otro tipo de ocio que podrían tener a su edad como puede ser quedar con sus amigos”, afirma esta experta. Por este motivo “se pierden muchas cosas de la vida, como ir a visitar a los abuelos o disfrutar de una conversación de sobremesa”, explica. “Se aíslan de la familia y surgen problemas de convivencia porque esta situación ha generado un hábito y una adicción. Es un problema importante”, asevera Lázaro.

“Mal uso” de las nuevas tecnologías frente a “adicción”

Manuel Martínez, psicólogo y responsable del departamento infantojuvenil de la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAPME) prefiere hablar de “mal uso” de las nuevas tecnologías entre los jóvenes, más que de una adicción porque “la solución de ésta última pasaría por la abstinencia y eso no es deseable. Lo ideal es tener un consumo consciente porque estas herramientas han llegado para quedarse”, dice Martínez. 

La mitad de los menores que atienden en esta asociación acuden por problemas relacionados con el abuso de las nuevas tecnologías. “Un niño que esté 7 u 8 horas al día conectado tiene un problema. Las familias lo detectan en la adolescencia, pero no se ha generado entonces, sino en su infancia cuando comenzó a ver, de manera inocente, vídeos de influencers que juegan con juguetes, videojuegos o hacen unboxings”, explica el psicólogo. “Ese hábito, lejos de desaparecer, con el tiempo aumenta y su vida pasa a girar entorno a las pantallas", añade. 

Estas conductas pueden tener consecuencias y repercutir en el rendimiento académico, en el desarrollo cognitivo y en un mayor aislamiento social”, continúa Martínez. “Tampoco acaban de desarrollar sus habilidades sociales y humanas y les falta asertividad e interés por las relaciones directas”, añade el psicólogo. No solo eso, el abuso de las nuevas tecnologías entre los adolescentes ha aumentado los casos de ciberbullying. “Antes, el acoso estaba circunscrito al horario escolar y ahora es una acoso de 24 horas al día 365 días al año vía digital. Puede conllevar trastornos depresivos, provocar autolesiones y trastornos de ansiedad”, puntualiza. Precisamente, ASAPME ha organizado un nuevo ciclo de charlas sobre salud mental en el que se abordará la adicción a las pantallas. Será el próximo 15 de febrero a las 19.00 en el Patio de la Infanta de Zaragoza.

Cambio en la manera de relacionarnos

A pesar de ello, la realidad es que las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y que están provocando cambios en la manera en la que nos relacionamos. “Seguimos siendo sociales pero hay una sustitución o un progresivo relevo de interacciones cara a cara por interacciones mediatizadas por dispositivos”, dice Juan David Gómez, doctor en sociología y profesor de Trabajo Social en la Universidad de Zaragoza

“La calidad de esas relaciones generan menos satisfacción, hay menos gratificación emocional y afectiva a través de esta mediatización porque el deseo del ser humano es el de verse y tocarse”, explica Gómez. “Tenemos más contactos pero nos hacen menos felices y puede generar sentimientos de soledad porque la realidad es que 3 amigos con los que tienes una relación cara a cara te hacen más feliz que 400 seguidores en redes sociales”, afirma el sociólogo.

En el futuro, el uso de las nuevas tecnologías seguirá creciendo y la sociedad deberá adaptarse a los nuevos retos que eso supone para las relaciones sociales. “Se pondrán en valor las personas que tengan experiencia en las relaciones cara a cara y en resolver conflictos porque van a escasear quienes tengan esas habilidades sociales”, apunta Gómez. Por ese motivo, "las entidades deberán promover políticas de creación de espacios de encuentros físicos, centros cívicos, parques y animar a que la población salga de su casa”, asevera. No solo eso, “los médicos prescribirán a sus pacientes que hablen con la gente porque la salud mental y la soledad pueden convertirse en problemas mucho más serios que en la actualidad”, concluye el sociólogo.

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