miguel bello

"Aún quedan 1.600 toneladas de uranio en órbita"

El director interino de la  nueva Agencia Espacial Española cree que la guerra en Ucrania está poniendo de manifiesto la importancia para los países de controlar el espacio.

Miguel Bello, comisionado del perte aeroespacial y director interino de la Agencia Espacial Española
Miguel Bello, comisionado del perte aeroespacial y director interino de la Agencia Espacial Española
Enrique Cidoncha

«La Agencia Espacial Europea era netamente civil, no trataba temas de defensa, pero eso está cambiando». Miguel Bello, Ingeniero Aeronáutico y doctor en Ingeniería Aeroespacial, subraya una de las consecuencias del conflicto en Ucrania. «La guerra demuestra que el espacio es cada vez más crítico porque los países necesitan información», reflexiona el comisionado para el perte aeroespacial. A su juicio, la UE ha dado el paso más tarde que otros, pero ya no hay marcha atrás.

«La mayor inversión de Estados Unidos en el espacio no va a la NASA sino a la seguridad», una política que no se aplicaba en la UE, pero el continente, asegura, «ya ha despertado». De hecho, recuerda que «se está ahora aprobando una estrategia de seguridad y defensa en Europa», un tema que posiblemente se aborde durante la presidencia española del Consejo. «Había cierto acuerdo de no colocar armas en el espacio, pero se ha visto que había que cambiar», comenta.

Entre otros motivos, porque los países ya han demostrado su potencial destructivo. «Nunca antes se había atacado un activo en el espacio. Los chinos destruyeron intencionadamente un satélite en órbita solo para que se viera que podían hacerlo. También Estados Unidos y Rusia», relata.

Basura y tráfico espacial

La destrucción del satélite chino generó miles de fragmentos a una altura en la que permanecerán «veinte o treinta años causando problemas». El episodio condensa dos de los mayores retos del sector aeroespacial: la basura y el tráfico. En cuanto al primero, Bello lamenta que «se han estado colocando en órbita sin mucho cuidado cosas que luego chocan entre sí generando miles de fragmentos». A su juicio, no son peligrosos para la población, pero sí para las misiones y la navegación aérea. Además, recuerda que en los años 70 se enviaron satélites con energía nuclear antes de que la ONU lo prohibiera. Uno de ellos cayó en Canadá, lo que obligó a descontaminar la zona. «Aún quedan 1.600 toneladas de uranio en órbita, están vigiladas», señala.

Por otro lado, el espacio empieza a sufrir los primeros síntomas de congestión. «Antes se lanzaban 25 satélites al año, ahora más de 2.000», apunta. Por ello, cree «prioritario» impulsar un sistema de gestión del tráfico espacial.

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