Daniel Vera: "Me emocionan los colores ocres e intensos de los paisajes oscenses"

El artista plástico (Monzón, 1995), especializado en murales y trampantojos, es uno de los cuatro jóvenes talentos becados este año por Enate e Impact Hub.

DANIEL VERA ( MURALISTA ) / 18/01/2023 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Daniel Vera, con una de sus obras murales a su espalda, en el Espacio Joven de Ibercaja.
Oliver Duch

Tiene usted pinta de haber sido un trasto de pequeño con las pinturas y los crayones...

De crío me gustaba dibujar y se me daba guay. En la ESO tiré un poco hacia el cómic y la ilustración, pero tenía compañeros de clase le daban al grafiti y empecé a diseñar letras.

¿Eso fue lo que le llevó a la pared?

Digamos que perdí pronto el miedo a pintar la pared. Luego quise hacer cosas más ambiciosas y artísticas y estudié bachiller de Artes y Bellas Artes. En primero de carrera, con 17 años, no había usado un pincel nunca: no había dibujado ni un retrato ni un bodegón ni un paisaje...

¿Qué le atrae de los muros?

Mi padre y mi abuelo han sido albañiles y es curioso que yo también intervenga paredes aunque desde otra perspectiva. Compartimos más de lo que parece.

A los no iniciados todos los desconchones nos parecen iguales...

Yo soy tan ‘freak’ de los soportes y las texturas que hasta tengo un proyecto de pintar sobre liso con gotelé. Me interesa ese lenguaje, esa conversación entre dos texturas. Mis favoritas son las paredes de hormigón, pero también las hay de arenisca que se caen al tocarlas o con ladrillos que dan más problemas por sus cavidades y las juntas. Para intervenirla hay que tomar como referencias ventanas, canaletas, grietas, cables...

¿Cuál es la de mayor dimensión a la se ha enfrentado?

Creo que la de un frontón en la localidad turolense de Cantavieja.

Entiendo que hay obra suya por todo Aragón.

La hay en Barbastro, en Monzón, en trece pueblos de la comarca de Cariñena hice murales de temática covid junto a Manuel Fernández, en Tronchón, en Peñarroya de Tastavins, en Caspe...

Tiene fama un trampantojo suyo de un árbol en Binéfar.

Me especialicé en los trampantojos casi sin darme cuenta. En Bellas Artes suspendí pintura y dibujo técnico y, mire, luego me acabé dedicando a lo que es pura perspectiva y pura teoría del color.

"El mismo grafiti en una fábrica abandonada
o en un museo adquiere un valor diferente"

¿Qué colores le emocionan?

Recuerdo que en verano iba con el cuaderno a pintar a Barasona, el Grado y otras zonas de la Ribagorza. Me familiaricé con sus paisajes y traté de sacar los colores reales: el ocre del suelo, el verde saturado de los embalses... También entonces trabajé los puntos de vista: se dice que a la belleza desde cerca siempre se le saca defectos.

Los murales son un escaparate amplísimo para su obra.

Me encanta trabajarlos en núcleos rurales, donde la gente es muy agradecida y haces una labor de ‘predicador del arte’. Es genial ver cómo los niños prestan muchísima atención y cómo personas mayores conectan, por ejemplo, con lo abstracto. Es la gente es la que da valor a las cosas: el mismo grafiti en una fábrica abandonada o en el interior de un museo adquiere un valor diferente.

¿Le preocupa la función social del arte? Lo digo porque el buen fondo de algunos proyectos...

El ‘fanzine’ de ilustraciones ‘Pinta y colorea’ me permitió conocer a muchos artistas locales y entre todos pensamos que lo recaudado, en lugar de repartirlo, estaría bien dedicarlo a proyectos relacionados con la infancia como Gusantina o el Gancho sobre ruedas. Es un libro infantil para gente mayor, cuya recaudación se destina, de nuevo, a los más pequeños.

Retorcido. Como algunas de sus imágenes que, incluso, evocan a René Magritte.

No es un artista que tenga trillado, pero sí me gustan sus juegos conceptuales. Mi imaginario se vertebra más en animadores, ilustradores, directores de cine, hiperralismo, arte urbano, conceptual... Soy muy ecléctico. La música también me acompaña siempre, hasta tengo un grupo de rap, Nw Fam.

¿Percibe mucho movimiento en la escena artística local?

Ahora parece que Zaragoza está en efervescencia. Antes mucha gente se iba a Madrid o Barcelona y ahora desde fuera nos devuelven la mirada porque creen que en Zaragoza están pasando cosas.

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