Lorenzo Caprile: "Ser un poco villano de vez en cuando no está mal"

El modista participó el pasado viernes en una charla en Zaragoza, donde habló de la industria de la moda.

Lorenzo Caprile posa para HERALDO tras su ponencia en el Patio de la Infanta de Ibercaja.
Lorenzo Caprile posa para HERALDO tras su ponencia en el Patio de la Infanta de Ibercaja.
Toni Galán

Lorenzo Caprile no para. Está pendiente de su taller de alta costura, que compagina con las apariciones en medios de comunicación y la divulgación de la moda. El pasado viernes estuvo en Zaragoza para impartir la masterclass 'El origen de la moda de autor'. Tras la ponencia respondió las dudas de las asistentes y atendió a un par de emisoras de radio. El tiempo se echó encima, así que la alternativa para hacer esta entrevista fue acompañarle hasta su próxima parada: la comida. En la parte trasera de una furgoneta se acomodó y colocó el gran bolso que le acompaña sobre las rodillas.

¿En qué camisas de once varas le gusta meterse?

En toda esta ola de nuevo puritanismo, de ofendidos oficiales, de lo políticamente correcto, de que ya no se puede hacer una broma... En eso me gusta meterme. Ya vale, todos decimos lo mismo.

¿Qué le diría a aquel Lorenzo que daba sus primeras puntadas?

Que cambiara de sector, ¡pero ya! Muchas noches cuando me acuesto después de un día de mil melodramas en el taller tengo la fantasía de volver atrás en el tiempo.

Y si no hubiera sido modista, ¿a qué se dedicaría?

A la moda, pero desde la investigación. Es una manera muy bonita de estudiar la historia del ser humano porque es un reflejo de enfermedades, crisis, emigraciones... Quizás es la faceta que quiero desarrollar a medio plazo, porque no voy a ser eterno.

¿Hay algo que le quita el sueño?

Ahora mismo mi espalda, que tengo unos dolores... Me está dando un amago de hernia...

¿Alfombra roja, altar o teatro? ¿Dónde está más cómodo?

En ninguno y en los tres. Al final todo es ropa y que tu cliente interprete un personaje, sea un director de teatro, una actriz para una alfombra roja, una novia o una madrina. Todos interpretamos un papel y el traje tiene que dar la seguridad suficiente para interpretarlo lo mejor posible.

¿Qué papel interpreta usted?

¡Eso me gustaría saber! En la tele el de malo malísimo. Me han puesto esa etiqueta y la verdad es que disfruto.

Así que le gusta ser el malo...

Creo que los villanos siempre son mucho más atractivos que los buenos tontos. Ser un poco villano de vez en cuando no está mal.

¿Y en su día a día?

¡Qué va! Si soy más pánfilo... Las que mandan en mi taller son las tres mujeres que tengo al lado, Ángeles, Isabel y Elena. Ahí estoy de jarrón chino, no pinto nada.

¿Cuál es esa parte de su trabajo que es invisible pero que le encanta?

Sobre todo, el contacto en el taller y la prueba, que es un momento muy íntimo y bonito.

Vamos a su armario, ¿cuál es la prenda de su vida?

No la llevo ahora porque está un poco viejecita y la tengo que mandar arreglar, pero a la que más cariño le tengo es una mochila que me compré en Nueva York hace muchos años con Icíar Bollaín. Además es un diseño sencillo, no como las mochilas de ahora que son supersofisticadas, que tienen hasta antena parabólica.

Ahora lleva bolso, a ver qué guarda ahí dentro...

Mis agendas y cuadernitos porque no soy digital, algo de leer, unas gafas de repuesto... Bueno y mi Nokia, que es del año pum.

Vamos, que nada de whatsapps...

Los que me conocen ya se han acostumbrado y tienen la lucha perdida... Es muy curioso porque mis sobrinos nietos nunca han visto estos móviles. El otro día uno se echó a llorar porque no sabía lo que era y su padre le dijo que es que el tío Lorenzo es muy raro.

Tal vez más raro sea encontrar un joven que sepa coser un botón…

Si desde ‘Maestros de la costura’ hemos contribuido a que se pierda un poco el miedo a labores básicas de costura y recuperar esa sabiduría, fenomenal. Para reparar un electrodoméstico o poner un cuadro siempre hay un cuñado, pero arreglar un pantalón es un melodrama.

¿Qué ha supuesto la televisión en su trayectoria profesional?

Que das una conferencia, llenas y te piden mil fotos. Pero en el taller no ha cambiado mucho.

Ya veo, le piden fotos adolescentes y octogenarias, ¿la clave?

Ni idea, no hago un trabajo de introspección que sería muy egocéntrico. Mi productora dice que porque soy muy natural.

¿Y qué le ha aportado el programa en la dimensión personal?

Me ha dado seguridad a mí mismo, tablas y saber comunicar.

Por cierto, ¿este año también vestirá a Anne Igartiburu para las campanadas?

Espero que sí, Anne nos suele llamar este mes, en noviembre.

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