Teléfono contra el acoso escolar en Aragón: "Es un fracaso que la víctima tenga que salir de su colegio"

Manuel Martínez es psicólogo de Asapme (Asociación Aragonesa Pro Salud Mental) y coordinador del  teléfono de ayuda contra el 'bullying' de la DGA. Defiende la necesidad de prevenir esta violencia en las aulas desde primero de Primaria

Manuel Martínez es psicólogo de Asapme (Asociación Aragonesa Pro Salud Mental) y coordinador del teléfono contra el acoso escolar de la DGA
Manuel Martínez es psicólogo de Asapme (Asociación Aragonesa Pro Salud Mental) y coordinador del teléfono contra el acoso escolar de la DGA
José Miguel Marco

¿Quién está detrás del teléfono contra el acoso escolar?

Yo soy el responsable y uno de los psicólogos de Asapme (Asociación Aragonesa Pro Salud Mental) que lo atiende junto a otras tres psicólogas. Somos un nexo de unión entre familias, colegios y Educación, nuestra labor está muy pautada. Pero podría darse el caso de hablar con un menor muy desbordado que necesitara un apoyo profesional en ese momento. No es nada frecuente, en los siete años de funcionamiento estos casos se pueden contar con los dedos de una mano.

¿Y quién suele pedir ayuda a través de esta línea?

Sobre todo las madres. El teléfono fue concebido con la intención de que fueran los menores cuando lo vieran en los carteles colgados en las puertas de los colegios o en los pasillos los que lo utilizaran mayoritariamente. Sin embargo, lo que demanda la sociedad es otra cosa, el niño lo cuenta en su casa y los progenitores llaman para plantearlo.

Desde que se implantó el protocolo contra el acoso en 2018 el número de llamadas ha descendido. En los dos primeros de este curso 43 y dos posibles casos de ‘bullying’. ¿Son muchas?

Considero que solo una llamada es una cifra elevada, porque el protocolo deja muy claro que ante una simple sospecha se tiene que activar. La mayoría de los padres desconocen que existe este reglamento y que ellos pueden activarlo. Por eso les instamos a que lo trasladen así a sus colegios. Si no les hacen caso es cuando nosotros ponemos una notificación del caso.

¿Los centros son reacios a abrir el protocolo?

En general no lo son, pero hay algunos que sí y es una pena porque es un buen instrumento, aunque sea mejorable. Es verdad que supone mucho papeleo y burocracia que puede llevar a los docentes a pensar que es difícil trasladarla al bienestar del alumno que el objetivo. 

"La mayoría de los padres desconocen que existe un protocolo contra el acoso que ellos pueden activar ante un simple sospecha"

¿Cómo se podría mejorar?

Más que el protocolo, el sistema educativo debería replantearse la necesidad de una mayor prevención dentro de los contenidos lectivos. Si se metiera caña con este tema a los chavales desde primero de primaria no sería necesario abrir muchos protocolos. Hay quien puede pensar que podría ser ágil y más rápido, pero sobre todo se trata de apostar por una verdadera prevención. Desde edades tempranas hay que hablar del acoso escolar con toda su crudeza.

En muchos casos que trascienden, la víctima acaba abandonando el colegio. ¿Es un fracaso?

Sin lugar a dudas. Es un fracaso que la víctima tenga que salir de su centro. Jamás alguien que es agredido debería tomar como solución para continuar su vida el escape del lugar en el que ocurren los hechos. Si alguien se va, deberían ser los culpables. Pero ni siquiera eso, considero que la solución pasar por crear un entorno de convivencia y que las conductas disrruptivas no queden impunes. Otra cosa es que muchos padres vean que la solución se demora y quieran buscar un contexto nuevo para su hijo que sufre consecuencias psicológicas. Es respetable y puede haber situaciones en las que al final sea lo mejor para ese menor, pero no es para nada para sacar pecho.

"Si se metiera caña con este tema a los chavales desde primero de primaria no sería necesario abrir muchos protocolos"

¿Qué falla para que ocurra?

En los centros no se hace toda la prevención necesaria, pero tampoco en las familias. Tenemos que asumir que la violencia indiferenciada ocurre entre todos los grupos humanos, en el aula a edades muy tempranas. Hay que enseñar a lidiar con ella y que el hecho de que quieran destacar y encontrar su lugar no implica que cuando ocupan un lugar ventajoso puedan machacar al de al lado. Este mensaje hay que transmitirlo muy claro desde las casas. Muchas veces desde el hogar se prefiere que un hijo esté en el lado de los acosadores, eso lo hemos oído.

"En los colegios no se hace toda la prevención necesaria, pero tampoco en las propias familias"

¿Los estudiantes sienten que el acoso escolar se corrigue?

Un estudio de la Fundación ANAR concluye que seis de cada diez alumnos sienten que el acoso escolar no se corrigue en las aulas. No digo que no se haga nada, pero los chavales perciben que que no se aplican soluciones efectivas y eso provoca un sentimiento de indefensión. Nos preocupa esta sensación porque el mayor porcentaje de ellos son observadores y si ven algún conflicto van a preferir callarse para que la situación no se vuelva en su contra. A los acosadores se les manda el mensaje de que sus acciones quedan impunes.

Las víctimas de acoso escolar reciben tratamiento psicológico, pero ¿en qué situación queda su entorno familiar, su padres y hermanos, que también necesitan esta atención?

Los recursos son los que son y tras la pandemia ha quedado más patente el problema de la salud mental en la sanidad pública tanto infanto juvenil como en adultos. Los recursos son infinitamente limitados y no los hay para el contexto que rodea a la víctima. Hay familias que tienen que recurrir a la atención privada que es muy costosa y no todo el mundo puede permitirse. Hay organizaciones que tratan de lanzar programas de atención psicoterapéutica pada adultos subvencionados, pero es tremendamente complicado y se necesita un respaldo económico.

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