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Ser afantástico, o vivir sin la capacidad de imaginar nada

El vecino de Zaragoza Fergus Reig padece este trastorno que afecta a entre un 2 y un 5 % de la población mundial.

Fergus Reig.
Fergus Reig.
C.I.

¿Se imagina carecer de la posibilidad de imaginar absolutamente nada? Es una realidad con la que conviven quienes padecen afantasía, o lo que es lo mismo; quienes no pueden imaginar, recordar -con imágenes- ni soñar. Entre ellos se encuentra el vecino de Zaragoza Fergus Reig, ingeniero de 37 años que descubrió que sufría esta condición en 2015. “Supongo que siempre he sido afantástico”, bromea.

“Lo descubrí leyendo una noticia en internet que hablaba de esta ‘aphantasía’ -en inglés-, por lo que llamé a mi mujer y le pregunté si cuando se hablaba de imaginar era algo metafórico o realmente veía imágenes”, rememora. Al responderle esta que, efectivamente, ella las veía; Fergus cayó en la cuenta. Así descubrió que padece un trastorno que tan solo afecta a entre un 2 y un 5 % de la población mundial según Bill Faw, profesor de psicología aplicada del Brewton-Parker College de Georgia, especializado en lo que él denomina ‘La ceguera de la mente’. También se sabe que es más frecuente en hombres que en mujeres.

Enseguida, el ingeniero decidió compartir el reciente descubrimiento en su blog, en el que, entre otras reflexiones, aportaba algunos ejemplos de cómo esta realidad se ha traducido en su día a día: “Desde no poder contar ovejas antes de dormir, hasta no entender por qué la gente se molestaba ante comentarios de cosas asquerosas mientras comía; a las quejas de quienes habían leído un libro antes de ver la película”.

También le pasaba cuando, para relajarse, alguien le pedía que se imaginara en una playa o un lugar tranquilo. “Es porque realmente cree que puedes hacer eso... no porque esté loco”, afirma. Aunque, en el caso del vecino de Zaragoza, él si que puede soñar, aunque -explica- "no es lo habitual".

Pero, ¿qué pasa cuando comparte esta realidad? “Algunas personas se sorprenden mucho, otras no se lo creen, a otras parece que les ofende que no pueda recordar sus caras o no entienden cómo se puede vivir así”, admite. Además, no es algo que se pueda detectar a simple vista. “Tiene sus ventajas, ante una experiencia traumática o un recuerdo negativo, al no poder rememorarlo con imágenes; se supera más fácilmente... y al no poder, imaginarte situaciones inexistentes, se tiene menos miedo si ves películas de terror”, asegura.

Eso sí, Reig afirma que siempre da pie a interesantes debates. Aunque ha intentado buscar a otros aragoneses con esta misma característica, hasta la fecha no lo ha conseguido. “Personalmente solo he tenido contacto con un hombre de Barcelona que es arquitecto”, explica.

Esta dolencia impide a quien la padece evocar recuerdos, rostros de personas queridas o cualquier tipo de imagen. Tampoco interpretan bien los mapas ni cualquier otra fórmula que exija una elaboración visual. 

¿De dónde surge?

Como explica Jesús Padilla, psicólogo zaragozano perteneciente al Colegio Profesional de Psicología de Aragón (COPPA), se trata de una realidad “muy poco estudiada” a pesar de que afecta a un número considerable de personas. “La explicación más aceptada hasta la fecha señala que su origen se encuentra en la glándula pineal, también conocida como ‘Ojo mental’, que permite la fijación de recuerdos”, explica.

Como explica el psicólogo, esto puede provocar problemas a la hora de estudiar o llevar a cabo una labor profesional, sobre todo si no se es consciente de que se padece. “A priori, no existe un tratamiento determinado, sin embargo, la literatura es muy escasa y sería necesario que se estudiara mucho más”, concluye. 

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