Joel Rico: "¿Planes de verano? Yo soy más de cueva que de playa"

El artista sonoro (Tolosa, 1993) prepara disco dentro de su proyecto de música experimental GUARDA.

Rico, fotografiado hace pocos días en la zona de la Rebolería, en Zaragoza.
Rico, fotografiado hace pocos días en la zona de la Rebolería, en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Me cuentan que siempre sale a la calle con una grabadora. ¿No será usted Villarejo?

No, no. Suelo salir a grabar sonidos. Es algo más inocente.

¿Desde cuándo tiene esta obsesión por el sonido?

Por un lado, estudié música en el conservatorio, piano y oboe. Por otro, me di cuenta cuando grababa un documental que lo mío no era editar el sonido sino crearlo. Pero creo que lo fundamental es que también me dediqué al mundo de la meditación: la escucha y el silencio vienen de la mano.

No prestamos atención al silencio, supongo.

Probablemente sea imposible hacerlo. Antes, en un mundo menos industrializado, lo natural era el silencio y lo extraño, el ruido. Hoy es al revés, por eso es interesante buscar sonoridades que no hemos escuchado antes.

¿Qué sonidos disfruta?

Trabajo como celador y me encanta cómo suenan las barandillas de los hospitales. Si son largas, las golpeas y tienen el sonido de una campana. Si la pared es de pladur, es mejor rozarlas. También me gustan las antiguas farolas verdes de Zaragoza, los insectos, las cigarras...

¿Cuál es el más crudo que ha grabado?

Las discinesias de mi abuela, los ahogos de una persona que tiene demencia. El tema de GUARDA que más me gusta tratar es la filosofía del terror.

¿Y alguno deseado que aún no haya podido cazar?

Las bocinas de los trenes. Tengo entendido que tienen una analógica y otra digital, y me interesan por esas reminiscencias de peligro que esconden. Como el tronar de los aviones en la Segunda Guerra Mundial.

El peligro, la tensión y el miedo están muy presentes en su proyecto musical GUARDA. ¿Por qué?

De pequeño tenía todos los miedos que se pueden tener: a las sombras del pasillo, a que le sucediera algo a mi familia... Ansiedades que no era capaz de soportar.

¿Y la música le sirvió como válvula de escape?

El diseño sonoro no hace que saque los temores de dentro sino que los ordene, los limpie, los asimile... Hoy se habla mucho de pánicos, toc, salud mental y es fundamental el papel de la psicología. Me interesa el duelo que tiene uno consigo mismo a la hora de lidiar los problemas que le acechan.

Trabaja en un hospital, hablará con conocimiento de causa...

Ahí dentro se lucha contra la enfermedad y la muerte, contra el dolor y la desaparición. Es terrible pero terminas por normalizándolo y haciendo de la crudeza algo familiar.

Y peor con el coronavirus.

Tengo la sensación de que conforme se ha ido alargando la pandemia, la acción se ha normalizado más en los hospitales que en otros ámbitos de la sociedad.

¿Hay sonidos que den miedo?

Una película de terror sin sonido es una comedia.

Me refería al reguetón, el tropicalismo o la música de ascensor.

Hay melodías que inquietan porque recuerdan a esas músicas que ponen, por ejemplo, en los dentistas. Es incómoda, da la sensación de una espera interminable y, en lugar de animar, te mantienen en una tensa espera.

También producen cierta tensión esos auriculares que reparten en los aviones y los trenes...

Son un buen filtro para que las cosas suenen mal. Hoy en día hay cascos que generan espacialidad y se mueven contigo, pero algunas compañías de transporte siguen con esa abominación...

Cuentan que a Rosalía en el Wizink también se le oía regular.

A estas alturas no he escuchado en profundidad ‘Motomami’. De cualquier forma, ella es una estrella, una propuesta que concibo más como espectáculo artístico (baile, visuales, narrativa...) que como música en sí misma.

¿Qué planes de verano tiene?

Creo que soy más de cueva que de playa y eso que ya he pasado unos días con unos amigos en Calpe y me calciné entero.

Puede volver a Teruel, donde estudió Bellas Artes...

Es una ciudad que me brinda la mayor de las nostalgias. Me encantó la complicidad que hubo entre los compañeros en la carrera y de allí han salido grandes talentos como Laura Rubio, Hugo Casanova, Sara Jotabé, Dani Vera...

¿Se siente muy solo o una 'rara avis' en los terrenos de la experimentación sonora?

Hasta haber encontrado al percusionista Luis Azcona apenas podía compartir esta afición con nadie. Puedes hablar con gente de producción musical y de mezclas, pero no tienes a nadie que te hable de ese nivel de virguerías.

¿Tiene algún referente concreto a la hora de crear?

Casi todos los que he tenido han ido en relación a la música electrónica, el rap y hasta cierto punto música ambiental y colchones sonoros. También a nivel cine me influye la poética del ruso Dakovski.

¿Tiene algún placer sonoro culpable?

No, no son inconfesables. Me gustan los cantores argentino: Atahualpa Yupanqui, Facundo Cabral, Jorge Cafrune... 

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