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Etiquetado inclusivo para personas ciegas: "Vamos a ganar mucha autonomía en nuestros hogares"

Consumo crea un etiquetado en alfabeto braille y otros formatos, como QR, que incluye la fecha de caducidad o los alérgenos, entre otra información básica. Ya ha arrancado la consulta pública previa.

Jesús Ortega sale de hacer la compra en un supermercado, este viernes en Zaragoza.
Jesús Ortega sale de hacer la compra en un supermercado, el viernes en Zaragoza.
Francisco Jiménez

Suelen ser casos excepcionales, pero a veces ocurren. Jesús Ortega, trabajador de la ONCE en Zaragoza y con baja visión (padece retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa), empanó una vez unos libritos de lomo con sal en lugar de con pan rallado. Y, en otra ocasión, una amiga le preparó unas lentejas con zumo de piña, que confundió con caldo.

"No había quien se comiera los libritos. Lo cuento como anécdota, pero si un bote de zumo fuera parecido a uno con producto para limpiar el suelo la cosa ya no tiene gracia. Puede ser hasta peligroso", comenta.

Las personas ciegas o con baja visión tienen que ser muy ordenadas, "por obligación", a la hora de recoger la compra para saber en todo momento dónde localizar los productos en casa. Como señala Ortega, son pocas las marcas que hasta la fecha han pensado en las necesidades de las personas con discapacidad visual. "Auchan es una de ellas. Nos considera clientes potenciales y ha apostado por el etiquetado en braille", dice. Además, en sus lineales cuenta con artículos, de otras empresas, que tienen código Navilens, que ofrece información locutada a través de una app. "La ventaja no es solo la información; te permite localizar el producto haciendo un barrido con el móvil en los lineales. Te va guiando hasta llegar al código", añade.

Si para una persona que ve con normalidad es un 'fastidio' cada vez que en su supermercado habitual cambian los productos de estantería; para ellos supone todo un problema. No pueden ir tocando todos los artículos, con la desventaja de que la mayoría no les ofrecen datos al tacto. "Ir solo sin que me ayuden podría suponer estar horas hasta localizar los productos. Moverte con autonomía y saber dónde están es casi imposible si no ves nada o muy poco. La mayor parte o vamos acompañados o hacemos la compra por teléfono o internet o acudimos a tiendas de proximidad. En los súper vas a los que conoces; entrar a cualquiera es una lotería, no sabes si te van a ayudar o no. Es algo que depende de la buena voluntad", apunta.

En su caso, compra normalmente por internet y en tiendas pequeñas, cuando lo hace físicamente. "Me la traen a casa. La ventaja de esta opción es la autonomía para buscar lo que quieres en la web. El inconveniente es que muchas veces estas páginas no son del todo accesibles", dice. Jesús utiliza un lector de pantalla (otra opción es un magnificador de pantalla, que permite visualizar las imágenes en un tamaño más grande). También se sirve del lector (que identifica e interpreta aquello que se le muestra en pantalla) para ordenar los productos una vez se los traen a casa. "Con esfuerzo y tiempo", advierte.

Hace unas semanas, Romeo, un niño ciego de solo 4 años, se hacía viral en redes sociales por pedir a las cadenas de alimentación que en las latas de los productos pongan los nombres de cada cosa en braille. "Me gustaría que todos los supermercados pusieran el nombre de los champiñones, del maíz y de los berberechos en braille porque si no yo no lo puedo leer porque soy un niño ciego", explicaba en un vídeo en Instagram.

Y eso es lo que pretende Consumo: crear un etiquetado inclusivo para personas con discapacidad visual. Según señalaba esta semana este Ministerio, será posible después de que la reforma de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, del pasado mes febrero, las reconociera como "consumidoras vulnerables" al no estar en igualdad de condiciones que el resto.

Carnes, pescados, huevos, leche...

Ya ha arrancado el proceso con la consulta pública previa para regular reglamentariamente un etiquetado en alfabeto braille y otros formatos, como QR, que garanticen la accesibilidad de bienes y productos de consumo de especial relevancia para la protección de estas personas. En un primer momento, este nuevo etiquetado se aplicará a los productos de consumo general empaquetado (carnes, pescados, huevos, leche, café y conservas, entre otros) y a los potencial o claramente peligrosos, como los relacionados con la higiene, abonos, plaguicidas, pegamentos, encendedores y cerillas o bombonas de gas.

Una lata de conserva de la marca Auchan con etiquetado en braile.
Una lata de conserva de la marca Auchan con etiquetado en braille.
Francisco Jiménez

Dicho etiquetado inclusivo debe contener la información mínima básica: como la denominación, la naturaleza, la fecha de caducidad, el consumo preferente o los alérgenos. También el nombre y dirección de la empresa productora, composición y finalidad del producto, calidad, cantidad neta o categoría, fecha de producción, sistema de información nutricional e instrucciones para su correcto uso o consumo.

España será el primer país de Europa que contará con etiquetado inclusivo para este colectivo. "Es algo parecido a lo que ya se hace con los medicamentos, que ya están en braille y tienen un código de barras, donde te descargas toda la información",  subraya Jesús Ortega, consejero territorial de la ONCE en Zaragoza, quien informa de que Consumo tiene un año para desarrollar la norma. "El Ministerio trabaja con la Comisión Braille Española. En el sector de la discapacidad, España es puntero", destaca.

Para él, se trata de una noticia "fantástica" que les va a permitir ser independientes, sobre todo en casa. "Vamos a ganar mucha autonomía en nuestros hogares. Hasta ahora dependemos de otras personas y de buscarnos trucos. Saber que el producto que estás cogiendo es el que quieres es básico. La norma obligará a las empresas a ese etiquetado, algo ahora voluntario y que pocas hacen", afirma.

Jesús Ortega con productos con etiquetado braille y código Navilens, en la cocina de la Fundación ONCE en Zaragoza.
Jesús Ortega con productos con etiquetado braille y código Navilens, en la cocina de la sede de la ONCE en Zaragoza.
Francisco Jiménez

No obstante, avisa de que ni el braille ni herramientas digitales (como los códigos de respuesta rápida, QR) son infalibles. "No todo el mundo tiene acceso a la tecnología y no todos conocen el sistema de escritura para ciegos. No dan respuesta a todo, pero es verdad que cuantas más ayudas pongas más colectivos abarcas", afirma Ortega, quien lanza sus reivindicaciones. "Que en los supermercados hubiera un servicio de acompañamiento que nos ayudara. Y que las páginas web fueran totalmente accesibles".

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