Olmiel, la miel de Los Olmos que huele y sabe a las plantas aromáticas de Teruel

Ignacio Ciércoles es apicultor desde 2011, cuando se aficionó gracias a su suegro. Ahora está empezando a comercializar su cosecha de forma profesional.

Apicultor de Olmiel en Los Olmos.
Ignacio Ciércoles se dedica a la apicultura desde 2011 en Los Olmos (Bajo Aragón).
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Olmiel es la marca registrada con la que Ignacio Ciércoles está empezando a comercializar la miel que produce en Los Olmos, un municipio del Bajo Aragón. Es apicultor desde 2011, cuando su suegro lo introdujo en este sector por pura afición. Conforme iban vendiendo la miel en casa entre los conocidos y probándola se dio cuenta de que el resultado era de buena calidad y se planteó vender su producción de forma más profesional. Así es como Ignacio pone nombre a su trabajo, relacionando la miel y su pueblo, Los Olmos.

Anteriormente había trabajado en hostelería, llevando el bar local. Tras un paréntesis de varios años, en marzo lo volvió a coger porque el pueblo se iba a quedar sin ese servicio. Ahora compagina ambos trabajos y estos meses de verano reconoce tener “demasiada faena”. Pero como suele pasar en el medio rural, ya se sabe que en las épocas fuertes hay que echar el resto porque después llegará el duro invierno.

En cualquier caso, tener estas dos ocupaciones es una ventaja para Ignacio, que espera pronto poder tener expuestos los primeros botes de su miel en el bar. “De momento estoy empezando a envasar pero la idea es poder vender también en el establecimiento”, explica. Actualmente, la miel Olmiel se puede encontrar en una carnicería y una panadería de Alcorisa, en tarros de 135 gramos, de medio kilo y de un kilo. “Desde siempre se ha vendido miel al detalle pero así al por mayor es la primera vez que la estoy haciendo”. Los apicultores de la provincia de Teruel que se dedican a ello profesionalmente rondan la decena y es que, como dice Ignacio, es una actividad de capa caída. “Antes en todos los pueblos había dos o tres personas que hacían y vendían miel pero ahora ya no”, comenta.

“La tierra de Teruel tiene unas características únicas”

Lo que caracteriza a Olmiel es que su aroma y gusto son los típicos de las plantas aromáticas. Por las características de la zona donde se recolecta, es una miel única. “Las hierbas aromáticas son una pasada en Teruel por el frío seco y la aridez del terreno”, asegura. En su entorno, la que más se vende es la miel de romero pero también tiene de tomillo, que es más fuerte y “va muy bien para los catarros”. Vende, además, miel de azahar, que es más suave, y de lavanda. La calidad de su producto ya ha tenido su primer reconocimiento nacional, el premio a la mejor miel monofloral en un congreso nacional de 2018.

Olmiel es la marca bajo la que Ignacio Ciércoles comercializa su miel artesanal.
Olmiel es la marca bajo la que Ignacio Ciércoles comercializa su miel artesanal.
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En total, Ignacio trabaja en trashumancia 700 colmenas. Esto significa que las va desplazando desde el Mediterráneo hacia Teruel conforme avanza el año y va haciendo cada vez más calor. “En invierno las muevo a zonas más cálidas, sobre todo a Tortosa y los alrededores de Tarragona, o Mequinenza. Conforme va subiendo la floración, las voy llevando hacia el interior y en verano terminan en los alrededores de Teruel, en las zonas más frescas”, explica. Aun así, esta temporada ha sido mala por los fríos tardíos, las lluvias desmedidas de la primavera y el calor extremo que ha llegado de golpe. “Todos los años se suelen cosechar entre 20 y 25 kilos por colmena pero este solo he sacado cinco, de momento. Ha sido un horror”, lamenta.

En condiciones normales, cuando, como dice Ignacio, “la primavera viene bien”, es decir, llueve en cantidades regulares y no hace demasiado calor, desde que la planta da néctar hasta que se extrae la miel pasan entre 20 días o un mes. Por su planteamiento de trashumancia, de las colmenas del Mediterráneo extrae la miel de romero y azahar; en Los Olmos la de romero y tomillo; y más hacia Teruel, la de lavanda y la milflores. “La miel lleva mucha faena porque cuando llega, llega y no tiene espera. De momento nos vamos apañando como bien podemos pero, si el bar sigue funcionando, me planteo reducir el número de colmenas”. Además, reconoce que pasar de ser una afición a una profesión no ha sido un camino fácil. “Hasta que te metes en el negocio cuesta y cada día vas aprendiendo cosas nuevas. Además, la cosa está difícil, tanto por la climatología como por los precios de lo que se necesita para producir la miel”. Esto hace que los gastos de Ignacio vayan en aumento y que vender su miel al por mayor no siempre salga rentable.

Pero lanzar Olmiel es, además de abrir una nueva fuente de ingresos, recuperar una tradición que se está extinguiendo en el medio rural. Este vecino de Los Olmos de 41 años ha hecho de su afición una profesión, un antiguo oficio con el que, si supera con éxito estos primeros meses, Ignacio pretende dar a conocer la calidad y el sabor único de la miel de Teruel y sus plantas aromáticas.

 

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