El sueño olímpico de 2030 encara la negociación final

Tras una semana de máxima tensión, conviene que se afronte con los ánimos más calmados el último intento para sacar adelante una candidatura de Aragón y Cataluña.

Blanco señala las sedes de la propuesta para los Juegos
Blanco señala las sedes de la propuesta para los Juegos
Enrique Cidoncha

El sueño olímpico a punto está de acabar. La tensión de la última semana dificulta que se pueda reconducir una situación que tendría fácil solución si los implicados fueran capaces de pasar de la voluntad de diálogo a la acción. De nada sirven los reproches a distancia si de verdad se pretende llegar a un acuerdo que permita presentar una candidatura conjunta entre Aragón y Cataluña para organizar los Juegos Olímpicos de Invierno en 2030.

El desgaste del Gobierno de Aragón y del presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, contrasta con la tranquilidad con la que la Generalitat afronta un proceso en el que se piensa ganadora y renuncia por ello a ceder un ápice de terreno para conseguir un acuerdo. ¿Dónde queda el diálogo, el respeto y el entendimiento? Aquella trilogía de valores a la que apela un presidente del COE que censura la actitud de Aragón sin poner apenas reparos a la catalana.

La candidatura afronta otra semana clave. Con una solución factible que pasaría por repartir el esquí alpino por géneros, una opción que Blanco, que aboga por que la decisión a los políticos, ni contempla, ni valora. Si Cataluña accediera, la prueba se podría compartir entre Formigal, Astún y Cerler, y así ningún valle aragonés se quedaría fuera.

Recuerdan el COE y Cataluña que el proyecto emanó del Ayuntamiento de Barcelona. Y es cierto, tanto como que se invitó a Aragón a participar en "pie de igualdad" y con un reparto equilibrado y tampoco se está cumpliendo.

No sería lógico que un proyecto de futuro como los Juegos de Invierno de 2030, vital para el Pirineo (el aragonés y el catalán) pudiera decaer por desacuerdos sobre la decisión que adoptaron tras seis reuniones unos técnicos. Si son los políticos quienes deben decidir, como defiende Blanco, que lo hagan, pero que la negociación solo se rompa (si se tiene que romper) después de haberlo intentado. Bastantes dificultades afronta ya una candidatura en la que 960 deportistas tendrían que competir fuera de España.

Ninguno de los implicados está dando una oportunidad al diálogo. El COE, porque cuando tras romper la negociación ofrece una segunda oportunidad cambia las reglas para avisar de que, si no hay acuerdo, se votará entre los interesados en organizar los Juegos. El Gobierno de Pedro Sánchez, porque lo consiente. Cataluña, porque le conviene que el reparto definitivo sea el inicial. Y Aragón, porque formula propuestas y al mismo tiempo cuestiona a Blanco, hasta llegar a pedir en un pleno de las Cortes su dimisión, aun a sabiendas de que, aunque se declare neutral, decide y también dispone el tablero de la partida final.

 La próxima semana se agotará el crédito para intentar tejer, si aún es posible, una candidatura sólida y competitiva, sostenida en los valores de regeneración del territorio y la sostenibilidad. Porque la trilogía de los valores del entendimiento, el respeto y el diálogo difícilmente se conseguirá recuperar.

Lo que debe intentarse, como hasta en los momentos más críticos ha señalado el presidente de Aragón, Javier Lambán, es dialogar hasta el final. A pesar de las críticas a la actitud de Blanco y de la Generalitat, el Pirineo oscense quiere beneficiarse de los Juegos Olímpicos y se merece que todos se sienten a negociar. Y no puede ser más generosa la propuesta de Aragón, que cede a Cataluña la posibilidad de elegir en los bloques equitativos, más que equilibrados, que ha diseñado. La pelota está en el tejado de la Generalitat. Y también del COE.

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